Álvaro Lozano (Roma, 1967) es escritor y Doctor en Historia. Ha publicado varias obras acerca de la Segunda Guerra Mundial como 'La Alemania Nazi (1933-1945)' (Marcial Pons, 2008) o 'El Holocausto y la cultura de masas' (Melusina, 2010). Ahora nos presenta su último libro, 'Anatomía del Tercer Reich' (Melusina, 2012), una de las pocas historiografías sobre el nazismo que hay en España.
¿En qué momento creció su interés por la Segunda Guerra Mundial?
Desde que tengo memoria siempre me ha apasionado ese periodo de la historia. Uno de los principales motivos es que por mucho que se profundice en él, uno nunca pierde la capacidad de emocionarse y asombrarse por las historias que surgen del periodo. En el caso del Tercer Reich, resulta complicado no apasionarse por un periodo que se inició con la prometedora república de Weimar y finalizó en una dictadura tan sangrienta como el nazismo. Resulta ciertamente intrigante conocer por qué fracasó esa democracia y por qué fue sustituida por una régimen tan radical y cómo pudo un inadaptado como Hitler hacerse con el poder de una gran nación, culta y moderna como Alemania. Además, pertenezco, probablemente, a la última generación que ha conocido a gente que vivió esa época. Por citar tan sólo un ejemplo, cuando era niño me impresionó trabar amistad con un paracaidista alemán que había saltado sobre Creta. Siempre recordaré sus historias y el hecho de que de su compañía de 130 soldados, tan sólo 10 habían sobrevivido a la guerra. Esa pasión por el periodo se tradujo con el tiempo en una necesidad como historiador de relatar aquellos acontecimientos de forma amena y clara. Hasta ahora he publicado diez obras de las cuales todas, menos una, están ligadas en gran parte a la segunda guerra mundial. Las dos últimas han sido un estudio sobre el fascismo italiano (Mussolini y el fascismo italiano publicada por Marcial Pons) y otro sobre el estalinismo (Stalin. El tirano rojo publicada por Nowtilus).
Habiendo tantos libros sobre el tema, uno se podrá plantear que es una idea poco original pero ‘Anatomía del Tercer Reich’ es una historiografía del nazismo y apenas había material escrito en España. ¿Cuánto tiempo le llevó escribir este libro de libros?
En realidad, ha sido un largo proceso que comenzó casi en los años 80 al seguir la denominada «controversia de los historiadores» sobre el papel del nazismo en la historia alemana. A partir de ese momento -1986- con la publicación del artículo de Ernst Nolte («Un pasado que no quiere pasar»), siempre me interesé por los debates historiográficos en torno al nazismo y el Holocausto y fui preparando fichas que resumiesen lo más destacado en torno a ellos. Entonces no tenía intención de publicar un libro sobre el tema. Sin embargo, siempre eché en falta una obra de carácter general que permitiese al lector acercarse a ellos sin tener que seguir de cerca unos debates densos en los que resulta complejo situar a cada historiador en su «sector». Muchos de estos debates se producen en el seno del sistema universitario por lo que muchos de ellos apenas trascienden al público generalista. Asimismo, siempre he notado lo alejada que se encuentra España de estos debates. Apenas hay nada publicado sobre los principales debates y, hasta donde yo sé, no existía ninguna obra como Anatomía del Tercer Reich en el mercado español.
Estamos ante una obra que pretende aclarar enigmas, ¿qué nos puede aportar de nuevo?
Uno de los indudables atractivos del periodo para un historiador es la gran cantidad de interpretaciones posibles. Dado que es muy poco probable que aparezcan nuevos documentos significativos sobre la Alemania Nazi (descontando tal vez los de la antigua URSS que, en cualquier caso, versarán más sobre las relaciones germano-soviéticas), los debates se centran en la interpretación de la evidencia que poseemos. Por citar un ejemplo, la biografía de Hitler escrita por Ian Kershaw, se construye sobre un, en principio intrascendente, discurso de un funcionario alemán del periodo sobre la «obediencia anticipatoria» como explicación del funcionamiento del Tercer Reich. Es posible que aparezcan nuevos documentos que, si bien no aportarán demasiado a lo que sabemos sobre el Tercer Reich, la interpretación que se hará de ellos, permitirá una nueva lectura de algunos episodios del nazismo. Así, tras finalizar la guerra, nadie dudaba de que Hitler era «dueño y señor» en el Tercer Reich. Hoy existe una práctica unanimidad sobre el hecho de que esa interpretación era errónea y de que, en realidad, el régimen nazi fue una «policracia» con varias fuentes de poder y con un centro (Hitler) desligado en gran parte del aparato burocrático del estado.
Entre tantas teorías y posturas que se contradicen acerca del Holocausto, ¿ha llegado a alguna conclusión en clave?
A principios del siglo XXI se puede llegar a varias conclusiones generales. Una de las más destacadas es que hoy en día resulta posible situarse en una posición intermedia en el tradicional debate entre «intencionalistas» (que enfatizan el papel del individuo en la historia -en este caso Hitler-) y «estructuralistas» (que se centran más en las fuerzas impersonales). En realidad, «intención» y «estructura» son elementos necesarios para explicar el Holocausto que deben ser sintetizados y no confrontados. Ya no se puede seguir afirmando que las diatribas antijudías de Hitler causaron el Holocausto. Antes de 1941 las pruebas de que Hitler estaba planificando el exterminio de todos los judíos europeos, no resultan convincentes. El proceso del Holocausto fue demasiado errático como para reducirlo a una orden del Führer y debe ser analizado como un proceso evolutivo que se convirtió en un intento sistemático de asesinar a todos los judíos europeos. El impulso de Hitler fue el motor del proceso, aunque fueron precisos varios factores para alcanzar un acuerdo de que la «Solución Final» equivalía al exterminio físico. El proceso del exterminio comenzó tan pronto se inició la guerra, y experimentó una escalada en el «Este», territorio descrito como una región poblada por «subhumanos» en la propaganda nazi y en el sistema educativo en el cual había estudiado la mayoría de los perpetradores.
En mi opinión, la clave para comprender por qué sucedió el Holocausto, se encuentra en la forma como las diversas instituciones y los funcionarios del Tercer Reich interpretaron y pusieron en práctica los vagos designios de Hitler de «deshacerse de los judíos». Por motivos que no se conocen a ciencia cierta, Hitler mantuvo un odio hacia los judíos durante su carrera política y esto condicionó el ambiente en el que se produjo la radicalización de las diversas políticas hacia los judíos. Mediante su guerra por los objetivos interrelacionados de expansión territorial y pureza racial, los nazis se fueron creando a sí mismos dificultades, a las que hicieron frente con soluciones cada vez más radicales. Es posible que el Holocausto judío fuera tan sólo un primer paso de una gigantesca reorganización territorial de Europa central y oriental en la cual iban a ser asesinados hasta 20 millones de eslavos.
Resulta increíble que actualmente aún existan personas que nieguen el Holocausto…
Los historiadores han revisado y continúan revisando lo que conocemos del Holocausto. Sin embargo, esa revisión supone pulir el conocimiento detallado sobre los acontecimientos, en muy pocos casos la negación de esos mismos acontecimientos y, por supuesto, no significa la negación de la acumulación de acontecimientos conocidos como el Holocausto. Los negadores del Holocausto afirman que, desde la segunda guerra mundial, existe una especie de campo de fuerza dogmático en torno al Holocausto, creado por los judíos, que impide cualquier cambio en su estudio. La realidad, sin embargo, es bien distinta.
La negación del Holocausto está ligada, en gran parte, a la existencia del Estado de Israel. Se sigue pensando, de forma errónea sin duda, que la legitimidad de Israel está ligada al Holocausto. En muchos estados musulmanes se piensa que al atacar el Holocausto, se deslegitima la existencia del moderno estado de Israel. Ese es el caso del actual presidente de Irán que se ha convertido en uno de los más furibundos negadores del Holocausto judío. Por supuesto, muchos historiadores y pseudo historiadores que niegan el Holocausto son occidentales y con motivaciones diversas, aunque la mayoría desea rehabilitar en parte al nazismo o a Hitler. No hay que olvidar que muchas personas siguen viendo al nazismo como una vía intermedia entre el comunismo y el capitalismo. Dado que el Holocausto es el principal impedimento para rehabilitar al nazismo, es preciso negarlo o, al menos, matizar lo que sucedió. En todo caso, la negación del Holocausto es ilegítima porque los métodos históricos utilizados por los negadores son deficientes. Debido a que los negadores del Holocausto operan bajo presunciones conspiradoras, es decir, niegan cualquier evidencia que rechace sus tesis como parte de una conspiración de mentiras, sus hipótesis no pasan la prueba de los más elementales exámenes de los métodos científicos.
El libro no responsabiliza únicamente a Hitler, sino también a la URSS, a las mujeres alemanas, al Vaticano e incluso a los judíos… ¿Podrían haber hecho algo estos últimos para evitar lo sucedido?
En realidad, lo que pretende la obra no es tanto responsabilizar a esos países y personas, como analizar qué pudieron hacer mejor o qué dejaron de hacer. El historiador Raul Hilberg culpó a los judíos y, en particular, a sus líderes, por no ofrecer una mayor resistencia frente al genocidio. Sugería que una confianza implícita en Dios, en la ley y en los contratos les llevó a un estado mental que les hizo pensar que los nazis no iban a destruirles, sino que los utilizarían para su beneficio económico. Para Hilberg, la mayoría de los judíos se dirigieron a su muerte como «corderos al matadero». Describe a los líderes judíos en los guetos como personas «embriagadas» con el poder que habían obtenido de los nazis. Para Hilberg, el hecho de que los judíos intentaran no provocar a las autoridades nazis e intentaran cumplir con lo que se les ordenaba, ayudó a condenarles. Por su parte, Hannah Arendt afirmó que los líderes judíos llegaron a colaborar de forma activa en el exterminio de su propio pueblo. Sin su asistencia, señala, la capacidad del sistema de terror del Tercer Reich se habría visto desbordada y habrían fallecido muchos menos judíos.
Sin duda, la pasividad judía facilitó las operaciones de asesinato. Sin embargo, hasta mediados de 1942, la mayoría de los judíos no era consciente de lo que sucedía en el este. Por lo tanto, tenía sentido intentar acatar las órdenes de las autoridades alemanas. Las víctimas y los observadores pasivos no contaban con acceso a las discusiones nazis sobre la campaña de exterminio. Tenían que valorar los designios nazis en base a señales indirectas contradictorias. La errática política nazi en los territorios ocupados, dificultaba la puesta en práctica de una política consistente. En un principio, las acciones nazis parecían a ojos de los judíos, dirigidas a saquear la riqueza judía pero no a que la denominada «cuestión judía» tuviese que ser necesariamente resuelta por la fuerza. Conseguir la información necesaria era casi imposible debido a la política alemana de camuflar el asesinato.
¿Ha accedido a documentos para escribir su libro o se ha basado en historiografías que ya se habían publicado en otros países?
Como historiografía del nazismo, Anatomía del Tercer Reich es un «libro de libros» por lo que me he apoyado principalmente en la ya nutrida bibliografía sobre el tema. En mi obra La Alemania Nazi (Marcial Pons, 2009) ya adelanté esta idea dedicando un epígrafe en cada capítulo temático a resumir lo más destacado de las opiniones de los historiadores del Tercer Reich. En esta ocasión, el objetivo era que la obra pudiese servir de guía tanto para los que se inician en el tema, como para aquellos que ya conocen el periodo pero que no tienen una idea clara de conjunto sobre los debates historiográficos. Lo más complejo ha sido qué obras incluir y cuales dejar fuera. En este caso he recurrido a las que he considerado que han aportado más al debate o han sido más controvertidas. Asimismo, he intentado, en la medida de lo posible, recurrir a obras que hayan sido traducidas al inglés y, en algunos casos, al español. La respuesta del público está siendo muy buena y en breve se publicará la segunda edición.
¿Considera que el lector, una vez lea su obra, podrá entender la razón por la que se produjeron tantas barbaries en este período negro de la historia?
Mi obra aspira a que, al menos, tenga una visión de conjunto y pueda situar los diferentes debates. En la conclusión he querido aportar mi visión personal sobre el tema invitando al lector a que contraste la suya con la del autor y pueda extraer sus propias conclusiones. No creo que el historiador deba convertirse nunca en «fiscal» de un periodo histórico. Creo sinceramente que el papel del historiador es dedicarse a la explicación y a la contextualización, no al juicio, y existe un enorme margen para el desacuerdo y los debates sobre lo que sucedió realmente entre 1919 y 1945.
Muchas gracias por la entrevista y espero que el lector se sienta atraído por esta obra que es el resumen de muchos años de estudio del periodo y, sobre todo, que le resulte de utilidad para comprender esos años sombríos pero decisivos de la historia contemporánea.
Laura Mas
Título: Anatomía del Tercer Reich
Autor: Álvaro Lozano
Editorial: Melusina
2ª ed. corregida por el autor, 1ª imp.(marzo 2012)
ISBN:978-84-15373-04-9
divendres, 16 de març del 2012
Entrevista a Álvaro Lozano, autor de 'Anatomía del Tercer Reich'
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Un libro magnífico, como todos los libros que he leido suyos
ResponEliminaFrancoise Couperin