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dimarts, 31 de gener del 2017

'El gran imaginador' - Juan Jacinto Muñoz Rengel


Hace catorce años, Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) tuvo una idea para una novela. Esbozó unos folios sobre ella, diseñó su estructura y apuntó toda la documentación que necesitaría para llevarla a cabo.
               
Hace tres años estuvo redactándola, siendo el último de ellos el más fructífero, desde las 5:30 hasta las 23:00 horas estuvo los siete días de la semana acabando la obra que tenemos en nuestras manos: El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres

Creo que eso dice mucho a favor de esta magna obra, densa, extensa, repleta de aventuras y seguramente icónica con el paso del tiempo, ya que este para bien o para mal nos dará la razón.

Al más puro estilo Las mil y una noches, o buscando una comparación mucho más cercana como podría ser  El contador de historias de Rabih Alameddine, el autor malagueño entrega su obra más ambiciosa, que seguro marca un antes y un después en su carrera, si es que ya no lo hizo con El asesino hipocondríaco, y que como si de un Forrest Gump o un Leonard Zelig se tratara narra la peculiar historia de Nikolaos Popoulos, un niño nacido en Atenas en pleno siglo XVI dotado con una capacidad de ensoñación más allá de los límites de la naturaleza.
Conocerá a la Condesa Sangrienta y el gólem de Praga, inspiradores de los mitos de Drácula y Frankenstein respectivamente, coincidirá con el mismísimo Miguel de Cervantes en la famosa batalla de Lepanto, donde el escritor perdió su brazo (¿tuvo algo que ver nuestro personaje?) incluso nuestro fabulador tiene mucho que ver con la libertad del escritor cuando este es apresado y conducido junto a su hermano Rodrigo a una cárcel de Argel.

Las referencias históricas son evidentes en toda la trama, al igual que las literarias, Juan Jacinto deja claro que su personaje y su compañero, Popoulos y Phanerotis son una suerte de Don Quijote y Sancho Panza, muchos años antes de que estos fueran creados por el alcalaíno.

Aventuras, terror, humor, ciencia-ficción, realismo mágico, histórica…todos esos géneros se dan la mano en El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres más una escritura que no aunque moderna, bebe mucho del famoso siglo de oro y que le da un resplandor final a la novela.

En un gran ejercicio metaliterario, Juan Jacinto se pone en la piel de Popolous quien a toda costa quiere escribir una historia digna de su imaginación ilimitada, y lo consigue contando su propia historia.

SALVA G.

Título: El gran imaginador o la fabulosa historia del viajero de los cien nombres
Autor: Juan Jacinto Muñoz Rengel
Editorial: Plaza Janés
Edición: 1ª edición, octubre de 2016
Número de páginas: 471 pp.
I.S.B.N. 978-84-01-01748-3

dimecres, 25 de gener del 2017

'El santo al cielo' - Carlos Ortega Vilas


Carlos Ortega Vila (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) es escritor, profesor de español y corrector y ha publicado el libro de relatos Tuve que hacerlo y otros relatos. Algunas de sus narraciones forman parte de antologías de género como La lista negra: nuevos culpables del policial español. El santo al cielo es su primera novela.

Aldo Monteiro es inspector jefe de la Brigada de Homicidios y Desaparecidos de la Policía Nacional y tiene una debilidad: el santoral. Julio Mataró será su enlace con la Guardia Civil en la investigación de un posible asesinato, el de un hombre supuestamente llamado Orion Dauber cuyo cadáver es encontrado en un piso cerrado desde el interior y sin huellas aparentes de violencia. Una curiosa, y no siempre bien avenida, pareja de investigadores que debe desentrañar la relación entre el asesinato de Orion Dauder- probablemente una identidad falsa-, la desaparición de Daniel, un adolescente del que se ignora si está vivo o muerto, y el posterior secuestro de su hermana mayor Silvia.

El santo al cielo es una sorprendente primera novela en la que nada es lo que parece. Carlos Ortega Vilas construye un buen personaje protagonista, Aldo Monteiro, del que ignoramos mucho más de lo que llegamos a saber a lo largo de las más de 500 páginas de la novela. Monteiro, como tantos investigadores de ficción, posee una cualidad que lo define y lo distingue de la numerosa tropa de detectives en activo: un conocimiento en profundidad de las vidas de los santos que destila a la menor ocasión. Pero no menos interesante es el personaje que le da la réplica y que vive desconcertado y en constante conflicto interior, Julio Mataró.

En definitiva: dos sólidos protagonistas a los que no es difícil augurar largo recorrido, buen estilo narrativo y una trama compleja y larga en su desarrollo que consigue mantener el interés.

El santo al cielo es una muy recomendable primera novela negra. Quedamos a la espera de la próxima.

Empar Fernández

Título: El santo al cielo
Autor: Carlos Ortega Vilas
Editorial: Dos Bigotes
Primera edición: noviembre de 2016
Páginas: 560
ISBN: 9788494618314

dilluns, 16 de gener del 2017

'La carne' - Rosa Montero


Resulta cuanto menos difícil reseñar un libro cuando al llegar a su final la propia autora nos hace Una petición junto con sus Agradecimientos: “Querido lector, quisiera pedirte un favor. Y consiste en que guardes silencio”

Pero lo intentaremos.

Soledad acaba de romper con su último amante. Sí, amante. Mario, así reza su nombre, sigue casado y aunque constantemente le decía que dejaría a Daniela, su mujer, al final a quien dejó fue a Soledad. Sin duda un nombre que le viene de perlas. A sus casi sesenta años sigue soltera y si Mario la dejó fue por el simple hecho de no poder tener hijos. Y Mario quería hijos. ¿La prueba? Dos meses después de dejarla, Soledad  se enteró que Daniela estaba embarazada.

Pero lo que peor lleva Soledad es que justo el día de su sexagésimo cumpleaños en el Teatro Real se estrena la ópera Tristán e Isolda. La ópera en tres actos de Wagner. Que no pasaría nada si no fuera porque esa es su Ópera. Sí, en mayúscula.  Cuenta la historia de los amantes, Soledad y Mario, que el primer día en que consumaron el acto, en casa de Soledad a media tarde, sonaba en su iPod dicha obra que concluyó con el estremecedor canto de Isolda, su Liebestod justo en el momento en que los cuerpos de ambos llegaban a su éxtasis. Así que esa era su Ópera.

Y mira tú por dónde, Mario quería llevar a su mujer a la función justo el día del cumpleaños de Soledad que había comprado dos entradas pensando en que ambos irían juntos, pero tras la ruptura Mariono  quiso saber nada de ello.

Así que qué puede hacer Soledad. Pues alquilar los servicios de un guapo joven en ParaComplacerALamujer.com y llegar al teatro con él para que Mario al verles se muera de envidia.

Adam. 32 años. 1,91, pelo negro, ojos color miel, complexión atlética, habla español, inglés y francés. Sí, el candidato perfecto, cinco horas de compañía, 600 euros.

Todo funciona a las mil maravillas. La función emociona de nuevo a Soledad. Aunque Adam en el segundo acto se queda dormido y Soledad debe darle un codazo para espabilarlo. El joven prostituto ruso, con su chaqueta gris plomo, camisa azul, fina corbata de cuero, buenos mocasines y vaqueros oscuros, se había levantado temprano para ir a su y trabajo. Otro tipo de trabajo. Aunque Soledad cree que estuvo de fiesta la noche anterior a su encuentro. Finalmente la pareja se encuentra con su examante, cruzan sus miradas y justo en ese instante, Adam pasa el brazo por los hombros de Soledad con gesto natural y afectuoso. Soledad percibe un pequeño disgusto en los ojos de su ex mientras repasa a Adam con la mirada. Prueba superada. La mejor inversión para esos 600 euros.

De vuelta hacia su casa, Soledad y Adam pasaron por delante de la tienda de chinos del barrio que tan bien conocían a Soledad. Al pasar por delante justo de la puerta un chillido escalofriante raga la noche. El chino, marido de la china, sale a trompicones de la tienda con un navajazo en el estómago. Tras él, el agresor aún con la navaja en la mano chorreando en sangre sale de la tienda para escapar. Pero Adamsuelta al chino y se lanza literalmente sobre el agresor a  quien consigue tirar al suelo primero, sentarse sobre él después, y mientras con una mano le agarra del cuello con la otra le asesta feroces puñetazos en la sien. Hasta que un policía le detiene. Adam tiene el rostro manchado de sangre, por los puñetazos, la camisa manchada de sangre, por el vómito del chino al salir de la tienda y caer en sus brazos, y los nudillos manchados de sangre de los golpes propinados.

No hay duda, Adam debe subir a casa de Soledad para cambiarse, arreglarse y pasar el susto.

Por supuesto acaban la noche haciendo el amor.

Ahí nace una relación basada en el trabajo de Adam que poco a poco va dejando de lado los cobros para acabar pareciendo el novio de Soledad.

Y aquí es donde entra la petición de la autora. Rosa Montero (Madrid, 1951) no quiere que expliquemos más sobre esa relación, ya que en ella radica la tensión narrativa de la novela. Y es que Adam entra tanto en la vida de Soledad, ésta llega incluso a dejarle las llaves de su propia casa, que se percibe un fatídico final a su historia. Y más cuando entra en plano un tercer vértice del triángulo. Jerusalém es brasileña, de Bahía, y tiene un hijo de tres años, Rubem, y aunque dice trabajar limpiando casas, no tiene ninguna pinta de ello. Es vecina de Adam y por lo que parece algo más.

Ciertamente la enigmática vida de Adam y sus extraños actos para con Soledad cimentan la trama de la novela. Una novela centrada en el paso del tiempo, al miedo a la soledad, qué ironía, pero también al amor, el amor a las personas, pero también a la propia vida, esa vida que se escapa desde el día en que nacemos y que debemos aprovechar en cada uno de sus instantes.

Sí, poco podemos decir de esta novela salvo que su autora la escribió descarnadamente, y que por muy amarga que pueda parecer, una sexagenaria haciendo uso de la compañía de un prostituto para darle celos a su examante, resulta conmovedora y emotiva a partes iguales.

SALVA G.

Título: La carne
Autor: Rosa Montero
Editorial: Alfaguara
Edición: 1ª edición, septiembre 2016
Número de páginas: 236 pp.
I.S.B.N. 978-84-204-2619-8

diumenge, 8 de gener del 2017

Un año más en el Premio Nadal y Josep Pla


Me pregunto qué hubiera hecho Bob Dylan en el caso de que le dieran un premio en una gala tan insustancial como la del pasado premio Nadal que convoca ediciones Destino. Como es habitual, a las 21h somos citados en el Hotel Palace de Barcelona, recibidos amablemente por el editor Emili Rosales y conducidos al hall, lugar tradicional de los correveidiles de la actualidad literaria de cada uno de los presentes.


Comienza una cena tanto o más insípida que la sala de la ceremonia, en la que los periodistas de poco caché tenemos que ver a Lídia Heredia, la presentadora, por pantalla ir eliminando a los nominados con la desidia de que todos sabemos ya quienes son los ganadores desde media tarde.

Tras conversaciones con los colegas de cada año y el equipo de organizadores en nuestras mesas, presentadora incluida, vemos el minuto a minuto del ceremonial y su organización, pasar por el pasillo contiguo a nosotros, capeando la sensación de la duda sobre qué hace uno allí.


Al final, satisfacción por la noticia del ganador del Josep Pla, Xavier Theros, hombre que nos hizo disfrutar del mundo de la Sexta Flota en Barcelona, del que Rosa Ribas se documentó para su gran novela Azul Marino, esta vez con una ficción negra sobre los bombardeos del general Espartero desde Montjuic; y dicotomía sobre la ganadora del Premio Nadal, Care Santos, excelente escritora, pero que no consigue vendernos la novela con su sinopsis y posterior rueda de prensa.

A esta acudimos cada vez menos periodistas, seguramente porque ya se han repartido los tiques de las copas posteriores, pero la profesionalidad de la presentadora hace ameno escuchar a los premiados.

Una copa y marchamos, pensando una vez más si regresaremos el año que viene, pero con el convencimiento interior que será que sí.


Xavier Borrell

dimecres, 4 de gener del 2017

'Nicotina' - Gregor Hens


Está claro que Nicotina, la nueva obra de Gregor Hens (Colonia, 1965) no es un libro de autoayuda para dejar el mal hábito de fumar, primero, por su posición en los estantes de las librerías especializadas, se encuentra alejado de ese apartado, segundo, por esa portada, no creo que ver infinidad de fotografías de algo que quieres dejar sirva para ello, y tercero, tras su lectura, queda claro que mucho, lo que se dice mucho, no nos ayudó a dejar de fumar. Y no hablo en primera persona, puesto que un servidor de ustedes jamás fumó, sí lo intentó una vez, casualmente con un Benson & Hedges, el mismo cigarrillo que nuestro autor disecciona en su libro, pero un acceso de tos y un mal estar general le apartó para siempre de ello (mi animadversión con la cerveza también daría para un libro) hablo en plural: Nicotina no es un tríptico médico alegando lo dañino y perjudicial para nuestra salud que puede representar el fumar, es simple y llanamente un viaje personal, en este caso del autor:  Gregor Hens, desde sus inicios en el hábito de fumar, hasta su finalización (entendemos que escribió el libro justo en el momento en que lo dejó, cuando contaba con cuarenta y cuatro años).

Ciertamente el libro no contiene ninguna moraleja, ni creo que la necesite, todo el mundo sabe que fumar es nocivo para su salud personal, e incluso los famosos fumadores pasivos también deben sufrir ese daño, y que a la postre acaba matando, otra cosa es porqué sabiendo como se sabe esta terrible información se sigue vendiendo tabaco. Tal vez la cantidad de dinero a base de impuestos recaudada con su venta es superior al gasto generado por la enfermedad en la Seguridad Social.

Pero aquí no estamos para arreglar el mundo, eso se lo dejamos a los políticos que nos gobiernan, aunque creo sinceramente que la frase arreglar el mundo no la entienden muy bien y lo único que hacen es arreglar su mundo, pero eso también es otra historia.

Así que seguiremos hablando de Nicotina como un pequeño artículo sobre las adicciones personales, los pequeños hitos que se consiguen con sacrificio y las alegrías que ello nos proporciona.

Cuenta Hens que su primer cigarrillo, un Kim que le ofreció su madre, no era en realidad para fumar. Su función serviría para encender los cohetes que su familia lanzaba la Nochevieja  de 1970 desde la puerta de su casa. Con las brasas del mismo debía encender, por fin, tras años de pedirlo, su primer cohete. Hens  contaba con unos cinco o seis años. Esa noche su madre no dudó en ofrecerle su primer cigarrillo para poder lanzar esos cohetes, si no que le enseñó a chupar de él para que las brasas no se apagasen y así poder encender la mecha de dichos cohetes.

A partir de ese día, el fumar se convirtió en  un hábito natural, tanto o más que el respirar. Y eso que el pequeño Hens padecía una supuesta bronquitis crónica o espástica que obligó a sus padres a enviarlo a un balneario dos años después de su primer cigarrillo.

En definitiva, y para acabar con esta diatriba contra el tabaco, confirmamos que Nicotina no tiene nada en su contra, es más, en su último párrafo, Hens nos anima a encender un cigarro si es que llevamos un buen rato sin hacerlo, luego queda claro que su libro no sirve para dejar de fumar, pero sí hace ciertas preguntas que deberían hacernos pensar profundamente en si seguir fumando o dejar de hacerlo nos cambiará tanto la vida como nos pensamos.       

SALVA G.

Título: Nicotina
Autor: Gregor Hens
Traducción: Juan de Sola
Editorial: Alpha Decay
Edición: 1ª edición, septiembre de 2016
Número de páginas: 156 pp.
I.S.B.N.978-84-944896-8-6

dilluns, 2 de gener del 2017

'La niña que no podía recordar' - Clara Tahoces


La niña que no podía recordar, la nueva novela de Clara Tahoces, nos ha encantado. Más que eso, nos parece excelente. Aunque eso sí, su primera parte, como le pasaba a Lunar Park, obra del enfant terrible Bret Easton Ellis, brilla más que la segunda. Claro que si la primera deslumbra, es difícil que la segunda lo siga haciendo hasta el final, pero eso sí, mantiene nuestra atención viva.

Sandra tiene seis años. Estamos en diciembre de 1971. Sus padres se muestran cordiales con sus relaciones. Pero una noche les oye gritar en el salón. Baja con sigilo las escaleras desde su habitación hasta pararse frente a la puerta de la sala que aquel día estaba cerrada. Y allí, llevada por la curiosidad, acercó uno de su vista al ojo de la cerradura para contemplar el horror tras la puerta.

Pablo Cañadas llega a las obras de excavación de los túneles de la M-30 en Madrid un caluroso mes de julio de 2006. Esa misma mañana Juan García, peón en la obra, encuentra una pulsera en una de las zanjas abiertas. Cuando su jefe le pilla descansando en una caseta de la obra, de los nervios se le cae la pulsera al suelo, algo que no pasa inadvertido para Pablo, que rápidamente y tras unas preguntas entiende que el peón la encontró en la obra. Pillado con una falta tan grave Juan sale corriendo de la caseta con la mala fortuna que una excavadora que circula por allí acaba con su vida. Tras el incidente y la consiguiente retirada del cuerpo de Juan García de la obra, Pablo repara en la pulsera aún en el suelo. Sin dudarlo se hace con ella.

Con estas dos premisas, Tahoces nos lleva del Madrid de 1971 al Madrid de 2006 con una velocidad digna de un AVE, manteniéndonos pegados a la novela durante las cien primeras páginas. Esa dualidad temporal con las dos historias, tan diferenciadas entre sí, crea en nuestra mente un foco de atención difícil de apagar.

Pero cuando tras esas primeras páginas la acción pasa en su totalidad a enero de 2010 y focaliza toda la historia en ese periodo hasta su final con una Sandra que cuenta con  cuarenta y cinco años my adre de una niña de diez llamada Daniela, la acción ya no resulta tan trepidante, ni nuestra atención tan estimulada.

Sí es cierto que lo ocurrido tras el ojo de la cerradura sigue manteniendo su misterio durante toda la novela, y el hecho de que Sandra dejara la casa de sus padres por esa época y fuera a vivir con sus abuelos maternos no es buena señal para pensar que lo que ocurrió tras la puerta fuera un hecho feliz, pero sinceramente la velocidad con la que Tahoces nos mueve de 1971 a 2006 resulta como aquella atracción de feria de nombre El Látigo que una y otra vez nos embestía hasta que llegaba a su fin.

Por suerte para nosotros, lo que en un principio resulta ser una auténtica novela de acción/thriller, se torna tras esas primeras cien páginas en una auténtica novela de misterio, un misterio que la protagonista (no sabríamos asegurar si ella es SandraDaniela o ambas) debe resolver: recordar qué vio aquel día de diciembre.

Por supuesto la misteriosa y luctuosa cadena, es otro de los misterios para resolver durante su lectura, planteando hasta que punto un objeto puede atraer la mala suerte. El reguero de muertes que deja a su paso no resulta nada halagüeño.

En su conjunto La niña que no podía recordar como dijimos al inicio de esta reseña nos encantó, hemos disfrutado de ella desde su inicio y hasta su final, se nota que Tahoces sabe de lo que habla, la escritora está especializada en misterio y enigmas, y actualmente es redactora y reportera del programa de televisión Cuarto Milenio que dirige Iker Jiménez el periodista más misterioso de nuestro país.

Por cierto, antes de acabar, comentar que La niña que no podía recordar tiene un parecido más con la obra de Bret Easton Ellis: un vivo habla con el más allá. Ellis lo hacía con su padre que se le presentaba en forma de fantasma y Danielalo hace con su abuelo en coma.

Sin duda una de las novelas que tendrá un puesto seguro en nuestro Top ten del año.

SALVA G.

Título: La niña que no podía recordar
Autor: Clara Tahoces
Editorial: Ediciones Luciérnaga
Edición: 1ª edición, octubre de 2016
Número de páginas: 299 pp.
I.S.B.N.978-84-16694-26-6

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