dimarts, 2 d’abril del 2019
'Los miércoles salvajes' – Susana Hernández
La literatura es, sin duda, una fuente casi inagotable de satisfacciones para todo aquel que se acerca a ella. Ese momento maravilloso en el que una frase libera un mecanismo en tu cabeza; un libro, escogido no sabes muy bien por qué, que te hace incondicional de un autor al que no conocías; un personaje con el que te identificas, del que te enamoras, al que odias para luego descubrir que tiene sus motivos para ser como es, que acaba por cuestionar cosas que dabas por seguras; esa presentación en la que conoces a un escritor del que has leído todo, o mucho, o casi nada, y charlas con él, o ella, y te haces una foto, te llevas su firma y acabas tomando unas cañas y hablando de libros hasta las tantas.
O, como hoy, comprobar con infinita satisfacción que una autora a la que aprecias y admiras da un salto cualitativo con su última novela.
Hace un par de años tuve la ocasión de reseñar una de las novelas de Susana Hernández, Cuentas pendientes, que suponía la tercera entrega de la saga protagonizada por la subinspectora Santana. Los miércoles salvajes no es otro capítulo de la serie y Susana ha publicado más novelas entre medias.
Novelas que no he tenido ocasión de valorar (hay tanto y tanto por leer), por lo que lo que aquí dejo es la sensación que siento al comparar una y otra. Y esa sensación no puede ser mejor, porque la fuerza narrativa de Susana, la composición, el ritmo, la construcción de personajes, incluso la denuncia social que considero uno de los ejes fundamentales en los que se ha de apoyar una novela negra, han mejorado de manera significativa. No es que progrese adecuadamente, como dicen ahora los boletines de notas de los colegios, es que la evolución resulta simplemente brutal.
Los miércoles salvajes es una novela comprometida y rápida que no deja un momento de respiro. Ya lo decía también en la reseña de Cuentas pendientes pero es que lo de ahora es de quedarse sin aire; una cascada de emociones intensas, una montaña rusa en la que Susana Hernández agita el cerebro del lector hasta hacerle consciente del muchas veces amoral (como poco) y siempre lucrativo negocio de los laboratorios farmacéuticos y el tráfico ilegal de medicamentos mientras nos cuenta la historia de Samanta, Sam, una joven que trabaja como escolta privada, acuciada por las deudas que le provoca el tratamiento médico de su novio condenado a una silla de ruedas desde hace años a causa de una lesión medular, que aceptará un trabajo ilegal que le propone su jefe y amigo de la infancia Hugo. Viajamos así desde Cádiz y Barcelona a Zurich o Accra, en Ghana, donde asistiremos a las dificultades que encuentran los habitantes de los países menos favorecidos para conseguir los medicamentos que precisan y el desorbitado precio (y no hablo solo de dinero) que deben pagar por ello. Y todo aderezado con las fuertes dosis de adrenalina en vena, traición y violencia que no deben faltar en una novela negra para dejar al desnudo un tema, este de los medicamentos ilegales, del que no somos del todo conscientes desde nuestros cómodos salones y ciudades del primer mundo, pero que mueve más dinero que el tráfico de estupefacientes. Sorprendente, ¿verdad? Piensen en ello y encontrarán su lógica. Al fin y al cabo, el mercado potencial de los medicamentos es el total de la población mundial, ya que todos necesitaremos echar mano de ellos en algún momento de nuestra vida.
¿Existe un motivo mejor para jugarse la vida?
¿Existe un motivo mejor para escribir una magnífica novela negra?
Alberto Pasamontes
Los miércoles salvajes
Susana Hernández
Milenio
Colección Marrajo
2019
216 pag.
isbn 9788497438568
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