A estas alturas de la película, no seremos nosotros los que descubramos ni el cine ni la literatura hecha en la India. Pero haremos un pequeño repaso.
Directoras como mis admiradas Mira Nair, su premiada obra Salaam Bombay! de 1988 no está muy lejos de este Los detectives de la línea morada, o Deepa Mehta, imprescindible su trilogía Fuego (1996), Tierra (1998) y Agua (2005) amén de su película Winds of change basada en el libro Hijos de la medianoche, del, seguramente, más famoso escritor que la India dio al mundo: Salman Rushdie; o escritores como el propio Rushdie, el efectivo Aravind Adiga, apunto de ver como su Tigre blanco llega a la gran pantalla vía Netflix; la deslumbrante Arundhati Roy, ¿quién no recuerda a su Dios de las pequeñas cosas? (el pasado año vio la luz un volumen de sus ensayos políticos bajo el título de Mi corazón sedicioso) o Vikram Seth, pocas veces un debut literario se comparó con Guerra y paz como lo hizo Un buen partido, primera novela de Seth son claro ejemplos de que la India puede ofrecer mucho más allá de su Bollywood.
Y Deepa Anappara es otra muestra más de ello. Muy buena por cierto.
Jasoos Jai tiene nueve años. Vive en un basti con su Abbu, su Ammi y su Didi. Se declara fan absoluto de los reality shows de policías y se considera más listo que sus amigos Pari (aunque ella saque mejores notas que él) y Faiz (el único de los tres que tiene un trabajo de verdad, aun teniendo esa cota edad).
Cuando Bahadur, un compañero de clase de los tres amigos desaparece del basti, decidirán salir a buscarlo poniendo en práctica sus habilidades para resolver crímenes que Jai aprendió viendo esos programas televisivos.
Lo que comienza como un juego para los tres amigos, acaba tornándose un peligro constante tras la desaparición de Omvir, otro niño residente en el basti, de Aanchal, Kabir, Khadifa y finalmente Chadni, todos ellos menores que van desapareciendo poco a poco durante el transcurso de la novela.
Los detectives de la línea morada está escrita en primera persona. El pequeño Jai lleva la voz cantante durante toda la narración y es ahí donde Anappara consigue su caballo ganador.
Consigue con su prosa crear un personaje creíble, lleno de inocencia, sin complejos, cándido y directo, como solo el desconocimiento de la vida hace ser a un niño de nueve años.
La autora mantiene una tensión narrativa constante que va in crescendo a medida que la novela avanza que podría situar al escrito en la estantería de thrillers, pero dado su compromiso con la infancia del país, así como su defensa por los derechos humanos, coloca a la novela dentro de la denuncia social que tan buenos resultados les dio a las directoras y/o escritores/as que comentamos al inicio de esta reseña.
Y es que Los detectives de la línea morada cuenta la cruel historia real de la desaparición sistemática de menores en la India, raptados para su abuso, en muchos casos con el consentimiento tácito de sus propios progenitores, siendo esta la única forma de conseguir dinero para poder vivir en un país donde las castas lo son todo. Pero también describe la guerra entre religiones que asola al país. En un momento de la obra los vecinos creen que los raptores son musulmanes ya que ningún niño de esta religión desaparece...hasta que dos de ellos lo hacen.
Los detectives de la línea morada no es un libro radiante en su contenido, su dura historia debería ser más conocida, pero con toda probabilidad como la problemática que expone se convirtió en el pan nuestro de cada día en un país con tanta pobreza como es la India se torna normal y todos sabemos que cuando algo entra dentro de la normalidad el mundo deja de preocuparse por ello y mira hacia otro lado.
SALVA G.
Título: Los detectives de la línea morada
Autor: Deepa Anappara
Traducción: Lorenzo Luengo
Editorial: Destino
Edición: 1ª edición, enero de 2021
Número de páginas: 461 pp.
I.S.B.N. 978-84-233-5864-9
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada