Jason Becker (Richmond, 1969) es un guitarrista. Excelso guitarrista dirían algunos. Comenzó su carrera en los 16 años. Primero con Cacophony. Después en solitario. Finalmente en 1989 se unió a la banda de David Lee Roth, el otrora rubio cantante de Van Halen, con el que grabó un disco en 1990 editado en enero de 1991. Era el disco que le llevaría al infinito y más allá. Por fin jugaba en las grandes ligas. Una gira mundial estaba prevista para la presentación de ese disco. Concierto en Madrid incluído. Una gira que no pudo ser. Bueno, la gira sí, pero sin el músico. Jason hacía tiempo que tenía problemas. Incluso durante la grabación de dicho disco. Finalmente llegó lo peor, Jason tenía Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa mortal. En 1996 Jason había perdido su capacidad de hablar y se comunica con sus ojos a través de un sistema desarrollado por su padre.
La ELA es una mierda.
Jason sigue vivo, tal y como demuestra el documental Jason Becker: not dead yet (2012) de visionado obligatorio. Y gracias a Dios sigue componiendo. Algo que sus fans le estamos completamente agradecidos. Triumphant hearts (2018) es su última y emotiva obra a día de hoy en la que todos sus amigos le echaron una mano, o dos, por aqeullo de que son guitarristas, entre ellos nombres de la talla de Joe Satriani, Steve Vai, Richie Kotzen, Steve Morse, Paul Gilbert, Greg Howe, Joe Bonamassa o su antiguo compañero en Cacophony, Marty Friedman.
La ELA es una mierda.
Pero esta frase no la leeremos en Una vida plena, el libro con el cuál Juan Carlos Unzué (Pamplona, 1967) quiere hacer visible esta maldita enfermedad junto a los periodistas y amigos Ramon Besa, Marcos López y Luis Martín y dar a conocer su punto de vista personal sobre ella.
Al igual que en el caso de Becker, Unzué se rodea de amigos ilustres para contar su experiencia vital, entre ellos Luis Enrique, Víctor Valdés, Txiki Begiristain o Pep Guardiola quienes entre anécdotas y vivencias nos dan una visión más amplia de cómo vivió Unzué esos años de éxitos deportivos vividos antes del fatídico desenlace.
Una vida plena no es un libro triste, ni rencoroso con la situación que vive actualmente Juan Carlos, todo lo contrario, es un canto a la vida, un grito de superación, literalmente, como esos gritos que emiten los tenistas tras un punto trabajado y por descontado un esfuerzo sin límites para que el mundo conozca la maldita enfermedad, amén de una ayuda desinteresada para la Fundación Luzón, los beneficios de autoría de este libro irán destinados a dicha fundación.
Unzué tuvo un sueño: ser futbolista, o mejor dicho: ser portero, que no es lo mismo, quiso jugar en el Osasuna, y lo consiguió, debutó en el primer equipo parando un penalti, llegó a lo más alto, jugó en el Fútbol Club Barcelona y debutó en el equipo parando dos penaltis más, y tras 17 temporadas en activo, decidió colgar las botas, bueno, en este caso, los guantes, para dedicarse a entrenar equipos, pero tuvo que dejar de hacerlo cuando le diagnosticaron la enfermedad y así vio rota su idea de llevar al Girona Fútbol Club a primera.
Tal vez esa sea la diferencia más remarcable entre Becker y Unzué, el primero no pudo disfrutar nunca de un éxito masivo, el segundo tuvo tiempo de ello y más.
Una vida plena es un libro solidario tanto o más que su autor en su época de futbolista, con el que su autor quiere hacer visible una enfermedad invisible y con el que sin duda intenta llamar la atención de los políticos para que ayuden a todos los afectados por dicha dolencia y así puedan gozar de una vida plena.
SALVA G.
Título: Una vida plena
Autor: Juan Carlos Unzué, Ramon Besa, Marcos López, Luis Martín
Editorial: geoPlaneta
Edición: 1ª edición, noviembre de 2021
Número de páginas: 199 pp.
I.S.B.N. 978-84-08-24836-1
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