Mientras esperamos la tercera novela del autor, de la que a día de hoy sabemos que será histórica y versará sobre unos españoles que viven en una isla del delta del Misisipí en el siglo XVIII manteniéndose como una comunidad solitaria, y nos llega la traducción de su primera obras, editada tan solo en holandés, bajo el título de Welkom Thuis(Bienvenido a casa) tras el éxito de esta su segunda novela, El último vuelo, podemos disfrutar de ella desde su inicio, con un prólogo que ya nos hiela el alma, hasta su final, con ese epílogo que detalla con fríos daros lo que ocurrió aquella lejana noche.
Maribel Sastre era azafata de vuelo en la compañía Aviaco. Aunque contaba tan solo con diez y ocho años de edad, y llevaba trabajando tan solo seis meses en la compañía, todo el mundo el adoraba: tripulación y pasaje. En ambos casos todos los hombres, tuvieran la edad que tuvieran intentaban acercarse a ella, pero siempre se cerraba en banda. Su trabajo estaba por encima de todas las cosas.
Era el año 1958, y en España no había más de cuarenta azafatas de vuelo.Maribel supo siempre, desde que vio un reportaje en una revista sobre ellas que sería azafata. Hija única, nacida en Barcelona, sus padres no se opusieron a ello, aunque en cada uno de sus vuelos rezaran por ella.
La noche del 4 de diciembre de 1958 el Languedoc EC-ANR, un aparato vendido por Air France a la española Aviaco partió de Vigo hacia Madrid. Nunca llegó. Todo el pasaje de aquel vuelo perdió la vida calcinado cuando el avión se precipitó al suelo tras colisionar con la rodilla de la Mujer Muerta, un extraño macizo montañoso de nombre real pico Pasapán en la Sierra de Guadarrama con esa inquietante forma. Excepto Maribel. Su cuerpo apareció congelado.
Esta historia, le sirvió al periodista holandés Edwin Winkels (Utrecht, 1962), afincado en Barcelona desde 1988 donde trabajó como periodista deportivo (él fue el culpable de la famosa frase de Van Gaal, tú eres muy malo), primero, para un par de artículos para El Periódico de Catalunya (trabajó para este diario desde 1991 hasta 2012) y después, para esta su segunda novela de ficción.
Aunque la voz cantante de la historia la lleva la propia Maribel, su relato en primera persona contando lo ocurrido aquella fatídica noche así como sus pensamientos íntimos con respecto a su propia vida llenan la mayor parte de la novela, también encontramos la versión de Ana, la madre de Maribel, explicada en persona a un joven camarero de un restaurante justo al lado de la vivienda de la familia Sastre, vivienda en donde hasta el año 2004, año de fallecimiento de la señora Ana, la habitación que había dejado Maribel tras su muerte quedó exactamente igual que esta la había dejado tras su marcha a Madrid para incorporarse a la compañía Aviaco en su puesto de azafata de vuelo. Cierra el triángulo la historia en tercera persona que cuenta la odisea de Josefa yEsther, dos niñas de nueve y diez años, que tras cinco años separadas de sus padres, estos tuvieron que emigrar a Madrid con su hija mayor Carmen y dejar a las pequeñas junto con sus abuelos en Pontevedra. En ese impase nacería Teresa, la pequeña de la familia, nacida en Madrid, y residente junto con su familia, la mitad de ella, en la Colonia Margarita, llamada comúnmente la colonia de los carteros, edificios construidos por Correos para sus trabajadores en unos terrenos cedidos pos una monja al este de la ciudad.
Hay más actores en este drama junto a Maribel, sus cuatro compañeros de tripulación, piloto, copiloto, radiotelegrafista y mecánico, y los dieciséis pasajeros, desde las hermanas Josefa y Esther Castillo Gesteria, hasta los marqueses de Leis, pasando por el estudiante chileno que huía de un amor prohibido en su tierra Manuel Ignacio Jorge Tagle o el ex futbolista Ramiro Paredes Ramos, Pareditas, jugador del Celta de Vigo.
Al más puro estilo Capote, y su famosa Sangre fría, y siguiendo los parámetros establecidos por el llamado Nuevo periodismo, nacido de la mano de Talase, Wolfe, Mailer o Thompson por poner unos rápidos ejemplos, Winkels recrea a la perfección la angustia vivida por parte de la tripulación, debían volar sí o sí, los pilotos en aquella época eran militares y acataban órdenes, así como el duelo vivido por los familiares de los fallecidos. Un completo ejercicio de periodismo ficción que como ya dijimos anteriormente atrapa desde su primera página emocionándonos con cada uno de sus capítulos y desembocando en un final, que no por esperado, intenso.
Tres meses bastaron para que el autor recopilase toda la información necesaria para la redacción de la novela, su experiencia como periodista fue un valor añadido en su fácil búsqueda, incluyendo entrevistas con parte de los protagonistas, así como con sus familiares. Entre otros Luciano Otero, el pastor que encontró el avión siniestrado junto a su hermano Paco y a un conejero aún vive a los pies de la montaña, en Ortigosa del Monte; Teresa Castillo Gesteira habló de sus padres y sus hermanas fallecidas; y Lourdes Calvo, hija de José Calvo Nogales, el experimentado piloto de aquella noche habló sobre su padre. Con todos estos relatos Winkels consigue acercarse a la verdad de los hechos acaecidos aquella fría y oscura noche de diciembre de finales de los sesenta.
El periodismo es literatura.
SALVA G.
Título: El último vuelo
Autor: Edwin Winkels
Editorial: Ediciones B
Edición: 1ª edición, enero 2016
Número de páginas: 290 pp.
I.S.B.N. 978-84-666-5824-9