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dimarts, 7 de gener del 2020

Manual de supervivencia. Chernóbil, una guía para el futuro – Kate Brown


Hace unas fechas, con motivo de su visita a la meseta para presentar su nueva y estupenda novela Casta Diva en la madrileña librería Estudio en Escarlata, Xavier Borrell me trajo un regalo, y de paso un encargo, consciente de que no lo iba a poder rechazar. El regalo era un libro, el último de Kate Brown, investigadora y profesora de ciencia, tecnología y sociedad en el MIT. El encargo, como usted, inteligente lector, ya habrá adivinado, es esta reseña.

Manual de supervivencia habla de un tema que Xavier Borrell sabe que me fascina: Chernóbil. Por más tiempo que pase, la central nuclear, la ciudad abandonada de Pripyat, el bosque rojo, la zona de exclusión, las heroicas historias de bomberos y liquidadores, atraen mi interés de forma casi irracional. Hasta tal punto, que me llevaron a ambientar La muerte invisible (por cierto, publicada cuatro años antes que la serie de HBO) en aquellos infaustos días que rodearon el terrible accidente.
Este extraño interés que siento desde aquel 26 de abril de 1986 me ha llevado a devorar todo aquello que, sobre el tema, caía casual o premeditadamente en mis manos. Además, como es lógico, preparar La muerte invisible llevó un trabajo añadido de documentación que me proporcionado una idea bastante clara de lo que ocurrió, y el porqué, aquella noche en la próspera, joven y moderna ciudad de Pripyat, orgullo de la ya renqueante Unión Soviética; idea que se aparta en bastantes aspectos de la versión oficial que dieron no solo los líderes soviéticos, sino también los del resto de países del autodenominado “primer mundo”. Ojalá hubiera tenido Manual de supervivencia en mis manos por aquel entonces, ya que se trata de un exhaustivo trabajo de investigación que se ha prolongado durante varios años, con continuas visitas a las zonas afectadas por el accidente de la central nuclear. Fíjense que digo “zonas”, en plural, y no solo la zona de exclusión de treinta kilómetros cuadrados a la que normalmente nos referimos.

Chernóbil, la serie de televisión, mostró los efectos inmediatos del accidente, la frenética actividad de los equipos de liquidadores que evitaron que el reactor accidentado siguiese liberando su veneno invisible a la atmósfera y los efectos que sobre ellos, sobre su propia salud, tuvo aquel esfuerzo. En La muerte invisible me interesaba mostrar el día a día de la ciudad de Pripyat, quizás la ciudad más occidentalizada de una Unión Soviética que comenzaba a abrirse tímidamente a la perestroika de Gorbachov, para luego generar una sensación de vacío y soledad en el lector a través de una trama de novela negra que, a pesar de todo, quiere ser tan fiel como sea posible a lo que realmente ocurrió.
Manual de supervivencia es otra cosa.

Kate Brown abre con una primera parte en la que aborda el accidente en sí. Si han visto la serie o han leído la novela (si no han hecho ninguna de las dos cosas ya va siendo hora de que lo hagan, sobre todo la novela, que quiero hacerme un viajecito el año que viene y no llego, no llego) casi, casi, diría que se la pueden saltar. Es solo el principio y ya lo conocemos. Aunque, por supuesto, no está de más recordarlo. Pero lo realmente interesante viene después. En el lugar donde tanto Chernóbil como La muerte invisible se detienen. Lo hacen porque, aunque estamos hablando de unos hechos que ocurrieron realmente y que en todo momento se tratan con el máximo de cuidado por respecto a las víctimas y por rigor histórico, son la parte novelable, y tanto la serie como la novela son dos productos de ficción. Basadas en hechos reales, sí, muy fieles a la realidad, sí, pero ficción. Manual de supervivencia no lo es. Es cruda y dura realidad. Y es, además, una realidad que el gobierno de la URSS ha ocultado hasta el día de hoy, con la inestimable colaboración del resto de países europeos, de los Estados Unidos, de la ONU y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ya, ya sé. Otra teoría conspiranoide, como lo de que Elvis sigue vivo, los chemtrails o el terraplanismo. Nada más lejos de la realidad. Solo párense a pensar durante un instante. En seguida se darán cuenta de que, ante un problema que afecta al planeta entero, no hubiesen podido sostener la mentira durante mucho tiempo. Una vez llegados a esta certeza, pregúntense los motivos que países tan dispares podrían tener para mentir al total de la población mundial. La crisis energética de los años 70 y 80, la proliferación de centrales nucleares por medio mundo como fuente de energía barata y “limpia”, las cientos de pruebas nucleares realizadas por las diferentes potencias desde el fin de la Segunda Guerra Mundial… No sigo, que voy a terminar haciendo spoiler y es algo que odio en una reseña.

La realidad que nos enseña Kate Brown es la realidad de los millares, millones de muertos, enfermos, desplazados, de poblaciones, regiones enteras, alejadas cientos de kilómetros de Pripyat, engañadas y abandonadas a su suerte. Pequeñas historias de gente normal. De madres que sostienen en sus brazos a sus hijos, sanos y felices apenas unos meses antes, consumidos por la anemia o el cáncer de tiroides mientras las autoridades y los científicos les mienten en la cara y les dicen que el lugar donde viven es seguro, que los vientos no han llevado millones de partículas radiactivas hasta allí, que no se han depositado sobre sus casas y sus huertos, que el agua de los pozos está limpia, que los arándanos que recogen del bosque no son pequeños generadores atómicos, que pueden seguir usando la lana de sus ovejas para tejer un cálido jersey, que beber la leche de sus vacas no les convierte en una especie de aspersores de radiactividad vivientes.

Que, de todos modos, eso pasó ya hace mucho tiempo y los pocos efectos secundarios han cesado ya hace décadas…

En este punto, se podría llegar a pensar que Manuel de supervivencia se parece demasiado a la indispensable Voces de Chernóbil de la Premio Nobel Svetlana Alexievich. Se la recomiendo con los ojos cerrados, no lo duden. Pero no es lo mismo. Alexievich crea una obra maravillosa, tremendamente humana, basándose en los testimonios de supervivientes. Brown elabora su libro desde el punto de vista científico, aunque tampoco deja de lado a las víctimas. No les atemorice este enfoque, para nada se convierte en un texto pesado o farragoso.

Como decía antes, me hubiese gustado tener este libro cuando me documentaba para escribir La muerte invisible. En realidad, la historia que escribí no habría cambiado en nada, y ya sabía o intuía prácticamente todo lo que se cuenta aquí, excepto dos o tres afirmaciones que han logrado sorprenderme de verdad, siempre refrendando mi conocimiento anterior. No es que yo sea muy listo, solo hay que sumar dos más dos, pero me hubiese ahorrado trabajo. Sobre todo, me ha aportado pruebas. Todos los datos, todas las afirmaciones, todas las conclusiones se apoyan en un número inacabable de citas al pie. No me atrevo a afirmarlo con seguridad, pero me jugaría algo a que son menos del uno por ciento las páginas que terminan sin hacer referencia a, al menos, una cita. Eso, cuando estas no ocupan la mitad de la página. Para mí, insisto, no son grandes las novedades. Para quien no tenga esta obsesión metida en la cabeza, será un fascinante descubrimiento.
Una última cosa, antes de despedirme. ¿Les gustan a ustedes los arándanos?

Alberto Pasamontes

Manual de supervivencia. Chernóbil, una guía para el futuro
Kate Brown
Capitán Swing, 
2019
Nº de páginas: 536
ISBN: 9788412064551
Traductor: DAVID MUÑOZ

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