La bailarina de Auzchwitz, primer libro de Edith Eger (Kosice, 1927) narraba la historia de la propia autora y el tiempo que estuvo en Auchwitz (bailó para Mengele) en cuatro capítulos bien diferenciados: La Prisión, La Huida, La Libertad y La Curación.
El los dos últimos capítulos, la autora traza una línea de separación básica con los dos anteriores hasta tal punto que estos se tornan en un libro de autoayuda, de superación personal, de búsqueda de la verdad, su verdad.
Ahora nos llega En Auschwitz no había Prozac (el título es una frase que un paciente le dice a la autora en una de sus sesiones) con el explícito subtítulo de: 12 consejos de una superviviente para curar tus heridas y vivir en libertad y no deja de ser una vuelta de tuerca a aquellos dos últimos capítulos de La bailarina de Auzchwitz.
Victimismo, evasión, autoabandono, culpa, rigidez, resentimiento, miedo o impotencia son alguno de los sentimientos que muchos seres humanos padecen día tras día y que no consiguen dejar atrás por mucho que lo intenten.
En este En Auschwitz no había Prozac Edith Eger intentará con toda la experiencia que tiene en su haber, personal y profesional, poner remedio a esos sentimientos a través de la comunicación.
En Auschwitz no había Prozac se torna en una necesaria y evidente segunda parte, o libro de notas, de aquel La bailarina de Auzchwitz y es un perfecto complemento.
Eger busca la auténtica libertad personal en cada uno de nosotros afirmando que la cárcel está en nuestra mente y la llave para salir de ella en nuestra mano, solo necesitamos saber salir de ella para poder liberarnos.
Al final de capa uno de los capítulos Eger ofrece tres rápidos, pero interesantes puntos donde resume el capítulo leído, condensando al más puro estilo El Secreto su saber. Es posible que no creamos en alguno de sus puntos, o que nos sea imposible seguirlo a pies juntillas, pero tened por seguro que si seguimos alguno de sus consejos podremos seguir adelante en nuestra vida y esta será mucho mejor gracias a sus consejos.
Personalmente nunca me vi en la tesitura en la que se encuentran sus pacientes, todos ellos con el nombre modificado para cubrir su verdadera identidad, pero si en algún momento necesitase de sus consejos no dudaría, como decía el malogrado Antonio Flores, en ponerlos en práctica.
Al igual que los medicamentos que inundan las farmacias del mundo, los consejos no surten el efecto que deberían en todos y cada uno de los seres humanos, pero está claro que si has pasado por un episodio traumático en tu vida y escuchas los consejos de alguien que pasó por lo mismo, pueden hacerte bien y más si dicha persona pudo superar esa culpa, ese miedo o el victimismo en el cual cayó tras ese hecho.
Eger brinda doce extraordinarias lecciones de empoderamiento para vivir en libertad y disfrutar de cada día como si fuera un auténtico regalo de la vida.
SALVA G.
Título: En Auschwitz no había Prozac
Autor: Edith Eger
Traducción: Àlex Guàrdia Berdiell
Editorial: Plneta
Edición: 1ª edición, septiembre de 2020
Número de páginas: 221 pp.
I.S.B.N. 978-84-08-23322-0
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