En Los chicos de la Nickel el nombre el Elwood Curtis, que al igual que los anteriormente citados su único delito es ser afroamericano.
Curtis es un adolescente pobre, huérfano y negro que siente auténtica devoción por los discursos de Martin Luther King, que escucha en el viejo tocadiscos de su abuela Harriet (¿tendrá algo que ver Araminta Ross en la elección del nombre de la abuela por parte de Whitehead?) y por los libros de James Baldwin. Las ideas de este último por los derechos civiles le incitan a convertirse en un estudiante prometedor para poder soñar con un futuro digno. Pero el día más importante de su vida, cuando ya está yendo a la Universidad, un malentendido hace que Curtis acabe con sus huesos en la Academia Nickel, un reformatorio que se vanagloria de convertir a sus internos en hombres hechos y derechos.
Una instrucción física, intelectual y moral hace de los chicos internos personas de bien, pero en realidad este lugar oculta un gran secreto.
Allí conoce a Turner y ambos vivirán a su manera el encierro en la Nickel.
Los chicos de la Nickel está basado en el estremecedor caso real del colegio masculino (reformatorio) Arthur G. Dozier en Marianna, Florida que estuvo en funcionamiento durante más de un siglo y acabó con la vida de miles de niños. En el año 2014 se encontraron los restos de más de 80 de estos jóvenes enterrados en el cementerio del centro, tras haber clausurado el mismo el año 2011 tras varios alegatos sobre torturas, abuso sexual, golpes y asesinatos que sucedieron en las décadas de 1940, 1950 y 1960.
Whitehead divide la historia en tres capítulos perfectamente diferenciados. El primero de ellos es poner al lector en antecedentes, dibujando la vida de Elwood con su abuela Harriet. Estamos en la década de los sesenta. Elwood vive en Frenchtown (Tallahassee) en época de segregación racial en Estados Unidos. Época regida por las leyes Jim Crow, aquella que segregó las escuelas públicas, los lugares públicos, el transporte público, baños, restaurantes y hasta fuentes de agua potable.Todo es, dentro de lo que cabe, bucólico. Hasta el día en que Elwood gracias al Sr. Hill, su profesor en el instituto consigue ir a la Universidad. Estar en el sitio y el momento equivocado le trae a Elwood demasiados problemas. Montarse en ese coche para llegar a la Universidad hace que su vida cambie radicalmente.
El segundo capítulo del libro es aquel que recoge las vicisitudes del protagonista en la Nickel. Los maltratos, el terror, los abusos, una cárcel a buen seguro que torna la lectura claustrofóbica, tensa, y donde el lector, a buen seguro, se teme lo peor, sobre todo desde el momento en que Elwood y Turner planean fugarse, sabiendo como saben que si lo hacen lo más probable es que acaben muertos.
Aquí Whitehead parece que no quiere echar mucha leña al fuego, no quiere entrar en el morbo de contar con pelos y señales lo que de verdad ocurría en el reformatorio. Aboga más por el final de la historia que por el camino andado para llegar a ella.
Por suerte la tercera parte hace que la novela gane enteros. Su resolución además de ser toda una sorpresa, resulta magnífica. Y es ahí donde Whitehead quería llegar. Es era su meta. Y sinceramente, llega como un auténtico campeón.
Los chicos de la Nickel bien podría haber tenido mil páginas, dentro de ese reformatorio habría cientos de historias que contar, pero Whitehead centra su novela en una de ellas que bien podría ser extensible al resto de internos y nos hace partícipes de un uso y abuso de la ley en contra de una raza, que sigue avergonzando al país aun a día de hoy.
Whitehead sigue revisando la historia de los Estados Unidos con cada una de sus novelas, mostrando las vergüenzas del país más contradictorio del mundo, aquel que creó unas leyes en las que su lema era: separados pero iguales.
Solo esperamos una versión cinematográfica digna, mientras estamos expectantes por la serie de El Ferrocarril Subterráneo, anterior libro de Whitehead, que estrenará Amazon en unos meses.
SALVA G.
Título: Los chicos de la Nickel / Els nois de la Nickel
Autor: Colson Whitehead
Traducción: Luis Murillo Fort / Laia Font Mateu
Editorial: Random House / Edicions Del Periscopi
Edición: 1ª edición, septiembre de 2020
Número de páginas: 219 pp. / 256 pp.
I.S.B.N. 978-84-9942-904-5 / 978-84-1733-946-3
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