Con 'El secreto del náufrago' el prolífico escritor José Luis Muñoz publica una nueva novela, repleta de aventuras, misterios y amor. Esta vez centrada en la figura del almirante Cristobal Colón y el descubrimiento del nuevo mundo.
¿Es El secreto del náufrago tu novela pendiente tras la trilogía La Pérdida del Paraíso en la que ya abordabas el “Descubrimiento”?
Sentí la necesidad de escribirla después de la trilogía, era la parte previa que faltaba pero que funciona como novela independiente. Escribir novela histórica es tan gratificante como agotador. Me apetecía escribir sobre ese periodo oscuro de Colón, como toda su vida, cuando estuvo residiendo en la isla de Madeira y cómo se fraguó su idea de descubrir el camino hacia las Indias a través del mar. Leí que un náufrago, llegado de ese continente, arribó a las playas de Madeira y proporcionó una información fundamental y valiosa al marino genovés y sobre esa anécdota construí la novela.
Finalizada la lectura de tu novela me atrevería a afirmar que sientes una cierta fascinación por Cristóbal Colón al que retratas como a un hombre implacable, huraño y extrañamente carismático. ¿Podrías explicar cómo ves al almirante genovés tras haber indagado en profundidad en su historia personal?
Lo que caracteriza a la persona de Colón, después de haber leído sobre él y profundizado en sus diarios, es que le guiaba una enorme ambición desde siempre, que había en él una especie de pasión por pasar a la historia, algo que sin duda consiguió. Colón sentía celos de Marco Polo, que era quien había abierto la ruta hacia las Indias por tierra, y su obsesión era llegar al mismo lugar por mar. Se equivocó, porque no intuyó que en el camino estaba América, y fue una suerte para él porque de no ser así se habría perdido en la inmensidad del océano. Leyendo los diarios que escribió, o le escribieron, en su viaje al Nuevo Mundo se le percibe como un tipo cerebral que no se emociona por los exuberantes paisajes que va descubriendo ni por los nativos de esas nuevas tierras porque su obsesión es la búsqueda del oro que le confirme que efectivamente ha llegado a las Indias. Tampoco, por lo que sé de él, me lo imagino apasionado y enamoradizo en su vida sentimental, sino todo lo contrario. Colón se creía en posesión de la verdad, un iluminado, y estaba dispuesto, contra viento y marea, a llegar a su objetivo.
El secreto del náufrago es una novela de aventuras que encierra una bella historia de amor. Felipa Moniz de Perestrello, de la que Colón se enamoró al contemplar su bella nuca y con la que se casó poco después en la isla de Madeira, es una mujer emocionalmente compleja y la protagonista de un insólito romance. ¿Puedes hablarnos de ella y de su deriva sentimental?
A medida que escribía El secreto del náufrago, que es una novela histórica pero también de aventuras, empezó a tener peso fundamental esa relación sentimental que se establece entre la esposa de Colón y el náufrago hasta el punto de convertirse en uno de los núcleos de la novela y hacerla derivar hacia una historia de amor. El personaje de Felipa Moniz de Perestrello fue creciendo a medida que escribía la novela, se convirtió en alguien querido por mí, entrañable, la parte sensible que le faltaba a Colón. Es el contrapunto, lo opuesto, a la fría racionalidad de su marido. Sufre accesos de tristeza y melancolía muy propios de los personajes femeninos del romanticismo. Su historia sentimental con ese náufrago anónimo es pura fabulación, pero la fabulación puede a veces acercarse mucho a la realidad del mismo modo que la novela histórica puede llegar a ser más fiel a la verdad que los libros de historia que reflejan única y exclusivamente el punto de vista parcial de quienes los escriben. No tuvo esa mujer una vida feliz al lado de un marido que estaba centrado en sus obsesiones y buscaba afectos fuera del matrimonio. En El secreto del náufrago hay un trío protagonista y sin duda Felipa Moniz de Perestrello tiene una importancia fundamental en la historia, algo con lo que no contaba cuando comencé a escribir la novela. La rigidez y religiosidad de esa mujer se va suavizando en cuanto a ella le toca el papel de cuidar de ese náufrago cuyo aspecto le recuerda a Jesús. Es una relación mística la que establece con ese misterioso desconocido que el destino pone en su camino.
El náufrago en cuyas experiencias se basa la novela describe cómo uno de los pueblos indígenas, con los que había entrado en contacto a lo largo de sus viajes, estaba integrado por gente amable y generosa que, de buenas a primeras, cambia de actitud y se convierte en un grupo humano abiertamente hostil. ¿A qué atribuyes tan radical transformación?
La convivencia entre culturas es sumamente complicada, lo era en época pretérita y lo es ahora mismo, en el presente, en el que estamos reeditando las cruzadas medievales y en torno a la misma ciudad entonces y ahora, Jerusalén, sustituyendo lanzas y espadas por misiles Patriot. La llegada de los europeos al continente americano se caracteriza por tener un esquema casi idéntico en todas partes. Primero el nativo siente curiosidad por el recién llegado, le ofrece hospitalidad, que forma parte de su idiosincrasia, pero luego viene la desconfianza, la pregunta de qué ha venido a hacer a su mundo, y el rechazo. En las islas del Caribe había pueblos pacíficos, que no oponían sino una leve resistencia a la llegada del hombre blanco, y pueblos claramente beligerantes como los terribles caribes. En el fondo el temor de los pueblos nativos ante la llegada de extraños es que estos lleguen a imponer su forma de ser y su cultura y acaben dominándolos, como así acabó pasando. El forastero siempre es recibido en las comunidades cerradas, incluso ahora en algunos pueblos de montaña, como una especie de amenaza. La gente suele preguntarse qué ha venido a hacer ese tipo aquí. En determinados países de Hispanoamérica el español es recibido con cariño, pero en otros muchos, con hostilidad.
¿Qué destacaría el autor de su novela?
Cada novela que uno escribe es un mundo aparte, en tempo, en estilo, en estructura, en lenguaje y en lo que se quiere transmitir al lector. Estructuralmente en El secreto del náufrago hay una novela dentro de otra, la historia que explica el náufrago a Colón, y una serie de flash backs, al hilo de lo que éste narra, que ilustran algunos pasajes oscuros de la vida del marino genovés, o catalán, o judío, que nadie sabe a ciencia cierta de dónde es Cristóbal Colón, ni lo sabremos. Concebí para esa historia un lenguaje arcaizante, algo barroco, porque ésa debía ser la música de la novela para sumergir al lector en la época. Y confluyen en ella diversos géneros; desde luego el de aventuras que se solapa con la crítica histórica, y los elementos de la novela romántica, yendo a las fuentes del movimiento literario, ese eje entre amor/pasión y muerte propios del romanticismo. Luego está algo que para mí siempre tiene una importancia capital en todas las novelas que escribo, que es el escenario, en este caso el paisaje de Madeira, que intento reproducir con una prosa sensorial para que el lector aprecie el rumor del viento, el olor de las jaracandas o la humedad del mar, y el del Nuevo Mundo que el náufrago recrea en su relato. Para el dibujo de los personajes no tenía una idea preconcebida, comenzaron a respirar enseguida por si mismos, que es lo más gratificante cuando se escribe una novela.
En tu trayectoria literaria figuran numerosas novelas negras y se te relaciona muy a menudo con el género. ¿Qué permite el género negro a un autor de ficción?
El género negro es la más efectiva herramienta para hablar de la sociedad en la que vivimos con su secuela de injusticias, corruptelas y crímenes que se teje en torno al poder político y económico. La sociedad, por desgracia, no deja de proporcionarnos temas, y a la insoportable situación política que atraviesa el país me remito y a los numerosos villanos que van aflorando y que no son fruto de la fantasía de los novelistas de género negro. Los escritores de novela negra hemos recibido el testigo de Balzac y Zola y tejemos historias criminales para describir un mundo que, por lo general, no nos gusta y en el que no nos sentimos cómodos, al menos en mi caso, con la idea de denunciarlo y que, entre todos, hagamos algo para cambiarlo, aunque mi punto de vista sobre ese utópico cambio es el de un escepticismo total. Mis novelas negras, que ocupan el setenta por ciento de mi producción literaria, giran alrededor del mal y sus aledaños, por el dualismo que todos llevamos dentro de nosotros, los demonios que con frecuencia anulan a nuestros ángeles, a los que tienen ángeles, y que nos hacen cruzar la línea de lo prohibido. Concibo la novela negra como un ejercicio psicológico más que detectivesco; no me interesa la novela enigma, que me aburre bastante y me parece un pasatiempo al margen de la literatura cuando se queda en eso simplemente. Mis novelas negras están protagonizados por nazis confesos que no se arrepienten de ello, terroristas sanguinarios, policías desquiciados, mujeres vengadoras, profesores asesinos, gente, por lo general, poco ejemplar de los que difícilmente sería su amigo pero en cuya mente entro, cuando escribo, para intentar comprender por qué actúan de esa forma. Suelo decir que me interesa más literariamente Caín que Abel. En el fondo tengo una obsesión por la ética que está completamente desfasada en una sociedad ausente de valores que condecora a quien asesina en una guerra pero lleva luego a esa misma persona a la silla eléctrica si continúa matando una vez trasladado a la vida civil. Para delinquir hay que hacerlo a lo grande, para que te teman. La gran delincuencia aspira al poder y en la mayor parte de los casos lo consigue.
Por último: háblanos de tus proyectos literarios.
Precisamente, tras muchos años redactándola, acabo de terminar otra novela histórica muy diferente a El secreto del náufrago, pero que también transcurre en esa época que me fascina y con la que la literatura española no parece estar muy cómoda, quizá porque arrastramos un complejo de culpa que no tienen otros países que han perpetrado genocidios, una novela épica sobre la marcha de Hernán Cortés a Tenochtitlán narrado desde los dos puntos de vista posibles, desde los españoles que avanzan por las tierras de México hacia esa ciudad fascinante, y el de los aztecas, tan feroces como refinados, que aguardan la llegada de los españoles a las puertas de la ciudad. No es una historia amable sino una novela llena de sangre y caos con la que quiero meter al lector en esa extraordinaria aventura que fue la conquista de México y el violento choque de culturas que se produjo. No hay ningún tipo de maniqueísmo en ella; los españoles eran brutales, pero los aztecas eran de una crueldad difícilmente explicable que creo fue el origen de su derrota. Escribirla me ha dejado bastante agotado y en medio de ella se han cruzado otras muchas novelas que he ido publicando a lo largo de todos estos años. Y espero empezar a escribir en breve una novela negra, una road movie, que transcurre en Alaska, la historia de dos hermanos, Cain, sin acento porque en EE.UU no existen, y Abel, que se detestan y ajustan cuentas a lo largo de un viaje interminable de diez mil kilómetros, más o menos el itinerario que acabo de hacer por todo el Oeste norteamericano y Alaska, un periplo extraordinario que ha sido viaje de placer pero también de trabajo pues me ha ofrecido paisajes y un sinfín de personajes.
Empar Fernández
El secreto del náufrago
José Luis Muñoz
Colección: El Biblionauta, nº 6
Páginas: 208
Año: 2013
ISBN: 978-84-7628-733-0