Ferran Adrià, el cocinero catalán considerado como uno de los mejores del mundo, nos comenta sobre la influencia que la cultura nipona ha tenido en su vida y ha ocupado un lugar importante en sus fogones, al igual que le pasó a Tàpies con sus creaciones.
Dentro del ciclo de conferencias “Tàpies a 12 veus”, diserta sobre la evolución de la cocina a través de los tiempos, conversa con el público, lo hace partícipe de la charla e incluso le lanza preguntas, mirando a los asistentes directamente a los ojos. ¿Qué es un fruto seco?, ¿qué es la pastelería?, ¿qué es un pollo?... Todo ello delante de una de las obras del pintor y acompañado por la sorpresa de los interrogados.
Adrià se aproxima al mundo de la cocina en 1980. Cuatro años después se incorpora a la plantilla de El Bulli y tras un viaje a Francia, donde se sumerge en la alta cocina, se convierte en chef único del restaurante.
Innovador, alquimista de su profesión y, sin duda, un artista, aunque no lo reconozca, continúa con la experimentación y en la década de los 90 introduce nuevos cambios en la restauración, instaura la cocina creativa, innovadora, características que definirán el restaurante hasta su cierre el 30 de julio de 2012.
Durante más de veinte años, El Bulli fue una referencia mundial en la cocina, pero el inquieto chef necesita distanciarse, liberarse de lo que califica como una maquina perfectamente aburrida y ratifica que, a pesar de ello, siempre la vivió con pasión. Necesita reinventarse, bajar los niveles de estrés y tomarse un tiempo sabático. Pero su exultante creatividad, su necesidad intrínseca, que seguro lleva en el genoma del que tanto habla, lo empuja a crear la Bulli foundation, elbulliDNA y Bullipedia.
Tras dibujarnos la historia de la cocina desde el neolítico, preguntarnos sobre temas gastronómicos e insistir en la importancia del proceso de la cocina como un enigma que espera resolver, nos comenta que jamás había viajado al Japón, a pesar de que los clientes de El Bulli le comentaban que su cocina destilaba una esencia nipona.
Visita Japón por primera vez en el 2012 y admite que fue un viaje iniciático que marcó su vida con una línea divisoria. La sensibilidad, la estética y la filosofía japonesa se reflejan en una cocina con ALMA, a diferencia de la nuestra que se diseña desde el intelecto. Nos enseña una foto de un plato nipón y nos pregunta qué vemos. Es un plato de semillas, armónico, bien presentado…
“Las semillas son el origen de la vida, nos aclara. Esto es Japón. Alma.”
GRISELDA MARTÍN CARPENA
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada