Tercera entrega de la saga protagonizada por el detective Mat Fernández del escritor tinerfeño Javier Hernández Velàzquez 'Nunca bombardees Pearl Harbour'. Hemos hablado con él y estas son sus respuestas.
¿Por qué decidió poner este título a la novela?
Por un estado que rigió una etapa en mi vida en
la que la única manera de reaccionar ante lo que sucedía a mi alrededor era el
ataque sin límites. Fue un lema que viene a significar que cuando llevas a una
persona hasta el límite las consecuencias que originas son imprevisibles y
devastadoras. Además me di cuenta que situaciones extremas implican un campo
fértil que opere como justificación a una gran mentira. ¿Conocía Roosevelt de antemano el bombardeo a
Pearl Harbor? Es una pregunta que Mat se hace al final de la novela. ¿Hubo una
maniobra para encubrir la verdad? ¿El ataque fue una sorpresa, o los americanos
tendieron una trampa a los japoneses para que estos entraran en una guerra que
los norteamericanos estaban seguros de ganar? Una trampa que costó la vida de
2.402 soldados americanos. Pero una trampa que le brindó la excusa a EEUU a
entrar en la guerra y salir de la Gran
Depresión.
¿Cómo ha sido volver a Mat Fernández después de una novela de otro tema distinto?
En el fondo, Mat se ha colado en el casino a
jugar sin invitación. Decidí hacer una trilogía multigénero que girara sobre la
idea de la redención: un thriller, un noir y una novela histórica y el señor
Fernández se coló en la fiesta. No es difícil contar historias junto a Mat,
porque no ha regresado, nunca se ha ido. Sus casos son semanales en las páginas
dominicales del diario El Día. Os invita a seguirlas.
El cine es mi debilidad. Comulgo con aquel verso
de Aute que decía: “cine, cine, cine, más cine por favor. Que todo en la vida
es cine y los sueños, cine son”. No necesito justificación para ampararme en
Sergio Leone. Él reinventó el western y yo soy heredero de ese cambio que fue
del binomio Ford/John Wayne a Leone/Clint Eastwood.
Muchísimo. Menos que es su Érase una vez en
América, pero con los cortes de El bueno, el feo y el malo se podía haber hecho
una serie de ocho capítulos con hora y media de duración por entrega. Supongo
que más temprano que tarde saldrá todo ese material.
Barcelona es un oasis como Santa Cruz. Vivir de cara al mar le da un plus inigualable. Igual que Santa Cruz tiene una identidad diferente a Tenerife y Canarias, a Barcelona le ocurre lo mismo dentro de Cataluña. Sociedades abiertas y cosmopolitas, la bandera de Tenerife, sin ir más lejos, es la bandera escocesa, por las consignatarias que controlaban el tráfico comercial con Tenerife en el Atlántico. Esas señas de identidad de ambas ciudades no deberían perderse nunca.
¿Por qué decidió recuperar la memoria de Esplugues City?
Porque me parecía injusto que el imaginario del spaghetti western hispano estuviera cerrado a Tabernas y Almería y a Colmenar Viejo. Los estudios cinematográficos Balcázar tuvieron la intuición que el género despegaría en Europa y la aprovecharon durante los años sesenta en Espulgas City. Además, como dije en Cubelles Noir en su primera edición, las novelas de Mat Fernández no dejan de ser western del siglo XXI.
¿Qué queda ahora de aquello?
Todo y nada. Con el declive del género se intentó convertir el poblado en parque temático. No pudo ser y con su última película, Lo llamaban Calamidad, el fuego arrasó el poblado. Pero queda el recuerdo y la memoria con las películas grabadas allí. La magia de lo que fue y que permite que autores como yo aún lo recordemos.
¿Habrá más entrega de la serie protagonizada por el detective tinerfeño?
Mat amenaza con regresar. Yo ahora me voy un año al Rif y al
tiempo del Desastre de Annual. Después, él y yo, regresaremos, no lo dudes.
Xavier Borrell Campos
Nunca bombardees Pearl Harbor
Javier Hernández Velázquez
M. A. R. Editor
ISBN: 978-84-947505-8-8
276 páginas
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