dimarts, 26 de setembre del 2017
'Literatura universal' - Sabino Méndez
Literatura universal, la última novela de Sabino Méndez (Barcelona, 1961), cuarta en su obra tras Corre, Rocker (2000), Limusinas y estrellas (2003) y Hotel Tierra (2006) resulta ser ante todo y por fin, la incursión del posiblemente mejor letrista de Rock de este país en la ficción literaria.
Si sus tres primeras obras partían y repartían verdad vivida, Literatura universal aun estando entre un fina línea entre realidad y ficción, finalmente y tras su ardua lectura, la balanza se inclina hacía la pura y dura ficción literaria. Y menos mal, ya que con sus palabras Méndez no herirá sensibilidades a terceros, como sí pudo pasar con sus anteriores escritos.
Literatura universal comienza con el significado de dos palabras: cultura y leviatán, para seguir con una Nota del editor que no es más que una carta del propio autor a Jorge Herralde en donde insiste en que el título del libro no puede cambiar por nada ni nadie.
Y ciertamente, cultura hay y mucha en las páginas de Literatura universal, desde la cuidada prosa con la que el autor describe y escribe, engarzando palabras como un orfebre de la literatura, con una dedicación un amor por la literatura pocas veces visto, cual novelista ruso que se precie, hasta las más de quinientas citas literarias a clásicos universales y modernos que llenan sus páginas, así como la segunda acepción de leviatán: cosa de grandes dimensiones y difícil de controlar.
Y es que con su más de medio millar de páginas, Literatura universal se convierte por derecho propio a día de hoy en la obra capital del autor de La mataré o Cadillac solitario, un ejercicio monumental mezcla de novela iniciática, relato generacional, en este caso parodiado, o un aparato metaliterario.
Julio Cárdenas, Paco Valls y Simón B. Sáenz Madero, protagonista este último de la novela y voz cantante de la misma (nunca mejor dicho) son tres amigos que se conocen en la primavera del convulso año 77 en un colegio de curas. Entre ellos nace una amistad que durará toda su vida y es ésta vida la que Simón B. Sáenz Madero, anagrama de Sabino Méndez, nos cuenta en tres partes y una coda final que supone la cuarta parte de la novela, todas ellas con sus saltos en el tiempo, que hacen que conozcamos a los protagonistas en diversas etapas de su vida.
Poco cuenta que no sepamos o que no se haya contado ya de aquellos rápidos años: drogas, sexo, rock, pérdidas, amores…pero Sabino con su amor por la literatura (universal, por supuesto) hace que el lector se i8mpregne de ese amor y continúe la lectura del libro como si de un tríptico se tratara.
En realidad poco o nada importa lo que cuenta, sin duda la gran baza de Literatura universal sea su envoltorio: delicado, amable, pero a la vez inquebrantable, fibroso, que hace de su forma todo un acierto por parte de Méndez. No en vano el autor es licenciado en Filología Hispánica y cuenta también con una tesis en este campo.
Sin duda para leer Literatura universal debemos amar la literatura, en su totalidad, poder saber saborear un amasijo de palabras puestas una tras otra que aunque aparentemente no dicen nada, expresan más de lo que una imagen podría llegar a hacer. Sabino mima las palabras, les busca el hueco exacto en sus elaboradas frases, disfruta con ello, y hace que el lector disfrute tanto o más que él.
Por supuesto no todo en el libro es jauja. Así como su primera parte resulta convincente en cuanto a historia se refiere, es la presentación de los tres protagonistas y sus primeros y alocados años de vida, las dos siguientes partes resultan algo impuestas, sin ningún tipo de duda que el protagonista llegue al estrellato vía DJ habiendo sido Sabino guitarrista y letrista de una excelente banda de rock, Loquillo y Los Trogloditas, queda a años luz del relato que nos esperaríamos del autor, pero por suerte la forma en que nos lo cuenta enamora y hace que sea más interesante.
La coda final simplemente resulta un cierre para la historia, aunque bien podría haber seguido escribiendo, hasta el infinito y más allá1 como si de una versión maxisingle se tratase, como aquellos viejos temas que debían ser cortados a fuerza de fade out para poder acabarlos. Y es que aunque Literatura universal parece la obra cumbre de Sabino Méndez, seguramente el futuro nos deparará otra obra del autor mejor, más extensa y más real.
Como bien cuenta el propio autor, comenzó a ganarse la vida escribiendo cuando contaba con 19 años de edad, el problema es que si quería ganar dinero la canción era el método más rápido, no fue hasta el final del siglo pasado cuando presentó al mundo su primera obra, convertida en un libro de culto a día de hoy entre el público más sibarita.
No me gustaría acabar esta reseña sin mencionar la portada de la novela: una excelente foto de Pennie Smith (Londres, 1949) donde aparecen tres amigos, como en la novela, aunque los retratados son tres de los cuatro miembros de The Clash a quienes tan bien retrató la fotógrafa durante su carrera, tanto, que una de sus fotos pasaría a la posteridad convirtiéndose en la portada de un disco más icónica del mundo del punk. Hablamos del clásico London Calling, con esa foto de Paul Simonon, bajista de la formación, aporreando contra las tablas del The Palladium de Nueva York el 20 de septiembre de 1979 su precioso bajo Fender Precission, y que junto con el trabajo del diseñador gráfico Ray Lowry (Saldorf, 1944 – Lancashire, 2008) recreando el primer disco del rey del Rock Elvis Presley, consiguieron crear una obra de museo.
1. Buzz Lightyear, Toy Story
Nota del autor: pido disculpas por mis citas literarias, que no tengan la misma calidad de las que salpican las hojas de la novela hace que me sienta inferior, pero prometo subsanarlo en cuanto tenga una nueva ocasión
SALVA G.
Título: Literatura universal
Autor: Sabino Méndez
Editorial: Anagrama
Edición: 1ª edición, marzo de 2017
Número de páginas: 518 pp.
I.S.B.N. 978-84-339-9830-9
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