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dilluns, 21 de desembre del 2020

'La librería del señor Livingstone' - Mónica Gutiérrez


Tras la autoedición de esta novela en 2017, por fin llega como es debido su puesta de largo a través de una de las grandes, Penguin Random House y la verdad, no hay para menos.

Como ya comentamos hace unos días en nuestras redes sociales, la lectura de La librería del señor Livingstone, la última novela de Mónica Gutiérrez (Barcelona) mientras degustábamos un fabuloso té de Fortnum and Mason (no hace falta viajar a Londres para hacerse con uno de ellos, en El Corte Inglés venden) fue una auténtica delicia tanto para nuestro paladar como para nuestra mente y nuestra alma.

En su primer párrafo, ya nos enamoramos de esos personajes que poco a poco asoman la cabeza página a página. No hay manera de escaparse de ello. ¿Qué hacer cuando uno de los protagonistas, la abominable y abogada Roberta Twist, llama a su único hijo Oliver y lo deja abandonado de lunes a viernes en la puerta de Moonlights Books, la librería del señor Livingstone del título, que sí, tiene parentesco con el famoso doctor Livingstone, en el barrio londinense del Temple? Pues eso, empatizar con el niño, pero también con el propio señor LivingstoneEdward de nombre, aun siendo un auténtico gruñón, cada año está nominado para el Premio Scrooge al librero más gruñón, eterno nominado y nunca premiado. Y por descontado a todos y cada uno de los protagonistas que aportan su granito de arena en la historia: los Drake, padre e hijo, propietarios del pub Darkness and ShadowsR. Cadwallader, el cocinero galés del pub; Milly y Prue, abuela y tía abuela de JasmineSioban Clark, la pareja del señor Livingstone y editora de profesión ¿o deberíamos decir por vocación?; John Lockwood, el guapo agente de Scotland Yard; la señora Dresden, clienta de la librería; el señor Caldecott, dueño de una zapatería vecina de Moonlight Books que conoció mejores tiempos y a quién todos llaman MrMagoo por su parecido físico; el escritor residente bajo la lámpara; y Agnes Martí, la verdadera protagonista de la historia. ¿O deberíamos decir que ese honor corre a cargo de la propia librería que da título a la novela?

Suelos de madera pulida que gruñían tanto o más que su dueño cuando estos eran pisados, su propio rincón de los románticos, su extraño escritor residente, enormes estanterías repletas de libros en ambos pisos, una escalera de caracol conectaba estos con una hermosa barandilla negro de hierro forjado afiligranada y coronando el alto techo una majestuosa claraboya cristalina de forma piramidal, desde la que en las noches claras y serenas se tenía una panorámica hermosísima de los cielos estrellados de Londres.

En palabras de la autora, su novela está enmarcada en esos libros en que se cuentan historias en las que apenas ocurre nada extraordinario, cuyos protagonistas no son grandes héroes, en las que la felicidad se mide en pequeños momentos y se halla en los gestos más cotidianos.

Amén.

Agnes Martí es una joven arqueóloga que se muda a Londres en busca de su oportunidad. Con tanto museo cree que encontrará trabajo el primer día de su estancia en la capital inglesa. Nada más lejos de la realidad. A punto de volver a su Barcelona natal, cansada de dejar curriculums en todos y cada uno de los museos de historia de la ciudad, tres meses lleva dando vueltas a la misma, su amiga Jasmine, ella le tiene alquilada una habitación en su casa, le aconseja que se de una vuelta por el bario del Temple. Allí sorprendida por una lluvia inclemente se refugia en una librería muy especial: Moonlight BooksEdward Livingstone, el propietario de la misma hace días que anda buscando una ayudante. La irrupción de Agnes en la librería, con sus largos cabellos mojados por la lluvia y habiéndose descalzado de sus zapatos y sus correspondientes calcetines, le pareció al librero como si una ninfa descalza hubiese entrado en sus dominios. Pero su frase al ver el diario del doctor Livingstone expuesto en una vitrina medio asegurando medio preguntando: “es el diario original del doctor Livingstone, supongo” dejó claro que Agnes sería con ningún tipo de duda la ayudante que estaba buscando hacía días.

Y de frases como esas, hay cientos en el libro. Sí, frases eruditas, pequeños chistes internos para conocedores, al igual que infinidad de referencias tanto a la literatura en general como a sus autores en particular, pero sobretodo lo que contiene La librería del señor Livingstone son diálogos chispeantes, certeros, cargados de ironía fina, pero que dicen verdades como puños.

Poco más podemos decir sobre una novela que nos encantó, de principio a fin, donde no pasa nada, pero en realidad pasa todo, donde respiramos Londres en cada una de sus páginas, donde se rinde un tributo a cientos de escritores y sus correspondientes obras, donde todo está hecho con un mimo y una pasión fuera de lo común, sin prisas, disfrutando de la vida y de todo aquello que se nos cruza en nuestro camino y sí, al final hay una boda, pero no, no es la de Agnes, pero también hay misterio, la desaparición del querido diario del doctor Livingstone de la librería hace aparecer en escena al oficial de Scotland Yard John Lockwood que queda prendado de Agnes. Al igual que Jasmine cae rendida ante R. Cadwallader (esperamos con ansias una segunda parte, un spin off o un cuento adicional, donde se nos explique por favor qué significa esa R. delante del apellido Cadwallader (que en galés significa líder de la batalla)

La librería del señor Livingstone es la buena confitura en el tarro pequeño, un rayo de sol en una fría mañana, el olor de un buen té con leche al atardecer o ese instante en que nuestro cuerpo se deja vencer por el sueño, una auténtica delicia, un tesoro.

SALVA G.


 Título: La librería del señor Livingstone

Autor: Mónica Gutiérrez

Editorial: ediciones B

Edición: 1ª edición, octubre de 2020

Número de páginas: 285 pp.

I.S.B.N. 978-84-666-6856-9

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