Alejandro Gallo, conoce la historia y se ha preocupado desde su primera publicación en 2004 de darnos a conocer de una manera didáctica y entretenida esa parte de la intrahistoria escrita, y que me perdone Ian Gibson, en la mayor parte de la ocasiones por los perdedores.
Amado (o Amadeo) Granell Mesado murió el 12 de Mayo de 1972 cerca de Sueca, en un accidente de tráfico, cuando se dirigía al consulado francés para tramitar una pensión en calidad de oficial del ejército galo. Y es ahí donde precisamente arranca La muerte abrió la leyenda. La primera misión, el primer destino, del subinspector de vocación accidental, Gorgonio Llaneza, a la postre comisario, puesto desde el cual nos narra en el presente las aventuras y desventuras sucedidas en aquellos días.
La culpa es de David (Panadero) que lo invita a un programa de radio a las tantas de la noche y le saca unas viandas y prebendas (chorizo de León entre otras) que hacen soltar la lengua al viejo comisario, aunque a éste le hace falta bien poco. Gorgonio entre pausa y pausa publicitaria y entre copa y copa de buen vino, va entreteniendo la madrugada de los oyentes de radio Vallekas (¡Cómo no¡) con su sentido del humor peculiar y certeras anécdotas sobre el accidente y los siguientes pasos dados, gracias a la ayuda fundamental de otro personaje peculiar Pedrito (Tejada). Hay otros muchos personajes amigables y otros no tanto que aderezan la trama de esta nueva entrega y según se deduce de los escrito en uno de los primeros capítulos, no será la única que podamos leer del comisario Gorgonio en los próximos meses.
Con La muerte abrió la leyenda, Alejandro Gallo retoma ese estilo de narrativa ágil y aparentemente superflua que va lanzando cargas de profundidad en cada capítulo y que tanto nos gusta leer, por entretenida y por necesaria.
José Ramón Gómez Cabezas
La muerte abrió la leyenda
Alejandro M. Gallo
ISBN: 978-84-15973-82-9
Reino de Cordlia,
Año 2016
264 pag.
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