Esta novela, ganadora del
último Premio de Málaga de Novela, es un ejemplo magnífico de literatura hecha
para divertir al lector. Brillante, ágil, ingeniosa y gamberra, con acción y
humor a raudales, constituyendo también un homenaje al cómic, como revela el
propio título, que es una de las frases más populares del Capitán Trueno.
Las primeras páginas del
relato son impactantes, recordando algunas de las más brutales películas del
género “gore”, y nos prepara para una trama en la que la inspectora de policía
Esther Béjar, trasladada a Sevilla huyendo de su extravagante esposo, deberá
investigar dos casos, a cuál más truculento: atrapar a un psicópata que se
dedica a cortar el pie por el tobillo a sus víctimas y encontrar al culpable
del asesinato, previa espeluznante tortura, de un contable de una cadena de
hamburgueserías cuyos locales están ambientados en el cine de terror.
Pero además, lo curioso es
que en el segundo caso, aparecen junto al cadáver unas viñetas de historias de
Tintín, a modo de mensaje cifrado que resulta ininteligible para la inspectora,
lo que provoca que solicite la ayuda de un curiosísimo personaje, llamado Mo
Pardo, que es una especie de superhéroe de tebeo que recuerda a Mortadelo, la genial
creación de Ibáñez, por su altura y aire desgarbado, sustituyendo la calvicie
por un peinado con raya lateral impecable, la levita por un zarrapastroso
abrigo sacado de la basura, los dones para los disfraces por un dominio de
lenguas exóticas, códigos cifrados y jeroglíficos y la habitual torpeza por una
eficacia investigadora sorprendente propia
de Sherlock Holmes, ante la que la inspectora Béjar no puede sino seguirle los
pasos metiéndose en berenjenales insospechados a modo de una mezcla de Filemón
y Watson. Y por si fuera poco, y para dar a Mo Pardo un definitivo halo de
personaje de cómic, a pesar de sufrir el síndrome de Diógenes, no huele,
aspecto éste que se repite constantemente en el relato. En definitiva, una
pareja extraordinariamente divertida, dinámica y sorprendente.
Los personajes secundarios
tampoco tienen desperdicio. El hijo de cuatro años de la inspectora Béjar,
apodado “el Bicho”, es un superdotado al que su madre amenaza con obligarle a jugar
toda la tarde con la playstation para evitar que lea libros de disciplinas tan
poco apropiadas para un niño de tan corta edad como la astronomía, la física,
la termodinámica o la filosofía. No menos curioso es el inspector jefe que, a
modo del Superintendente Vicente, otro de los personajes de Ibáñez, traslada
provisionalmente su despacho al cuarto de la limpieza para evitar tener que
responder al asedio de los periodistas ávidos de noticias sobre los asesinos. Y
peculiar también resulta la madre de la inspectora y abuela del genio infantil,
compendio perfecto de todos los arquetipos de la cultura popular española sobre
las mujeres que reúnen ambas condiciones, adicción a los “realitys shows”
televisivos incluida.
También es preciso destacar
el importante papel que los cómics tienen en el relato, con referencias al siempre
presente Tintín, al capitán Haddock, a Conan el Bárbaro, al Corto Maltés, a
Astérix o a Hazañas bélicas, por poner algunos ejemplos, que quedan
perfectamente insertadas en las pesquisas de los protagonistas.
Como único punto criticable
de la novela deberíamos advertir que la resolución de los casos es quizás
demasiado simple o previsible, con una cierta sensación de “dejà vu” en uno de
ellos, pero no importa ya que la
diversión que proporciona el relato hace que los desenlaces finales no sean
importantes a la hora de calificar esta novela con un sobresaliente.
En definitiva, diversión
es estado puro, una de aquellas novelas que te permiten ir a dormir con una
sonrisa en los labios.
Emilio González Bou
Temblad Villanos
Luis Manuel Ruiz
Nº de páginas: 304 págs.
Encuadernación: Tapa dura
Editoral: FUND. JOSE MANUEL LARA
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788496824690
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada