La novela tiene por protagonista a un profesor de instituto sin nombre que nos relata en primera persona las cuatro visitas que hace a la cárcel para hablar con un antiguo alumno, al que identifica falsamente como Héctor Almansa, acusado de haber cometido un asesinato.
Partiendo de esta premisa, el lector puede pensar que la trama de la novela quizás derive hacia la investigación del delito en cuestión pero no es así, ya que el autor utiliza esas visitas para estructurar un relato en el que se mezclan reflexiones sobre la labor de los profesores y el sistema educativo, el tedio, el aburrimiento, la modorra permanente, la soledad y la indiferencia respecto al mundo.
Por tanto, no podemos esperar acción ni sorpresas en el relato, centrándose el interés de la novela en la psicología del profesor impasible que puede resumirse en esta frase: “Sí, supongo que el tiempo, no sé si las vivencias o el simple instinto de conservación o todo en su conjunto me ha creado un blindaje que no solo escupe toda circunstancia de la que no soy actor, sino que además llega a dictarme pensamientos que, aplicados a las circunstancias de Héctor, se pueden verbalizar en expresiones como: por suerte ya no es mi alumno o qué bien, no es hijo mío”. O también en ésta, que describe su estado de ánimo ante el abandono su pareja: “A nuestros amigos, que en realidad siempre habían sido sus amigos, les pareció extraña mi reacción, o quizás deba decir mi falta de reacción. Les pareció sorprendente que no me causara ni siguiera un punto de tristeza. Insinuaban la extrañeza de que yo no sufriera un trauma, el desconcierto que me hubiera conducido a buscar el cauce psicológico. Ni siguiera se explicaban que no los llamase alguna vez para que me consolaran; y quizás por mi falta de reacción, poco a poco, ellos también me fueron abandonando”.
Así es como entre pensamientos, reflexiones y conversaciones forzadas y poco creíbles con el presunto asesino, llega el relato al momento en el que entra un soplo de humor y relativa acción con la irrupción de un curioso personaje, Joaquín Guirao, experto en puterío, que permitirá al profesor tener contacto con la realidad más instintiva y visceral del hombre, lo que constituirá la antesala del último encuentro con su ex alumno en el que se desvelarán los escasos misterios del relato.
Es inevitable acabar la lectura de la novela con el recuerdo de “El extranjero”, de Camus. La apatía de su personaje por todo lo que le rodea, su pasividad y escepticismo también se encuentran en el profesor sin nombre de Eugenio Asensio, que constituye una puesta al día de las ideas fundamentales que sustentan ese clásico de la literatura.
En definitiva, una novela filosófica bien escrita, lo que no deja de constituir una novedad en el panorama literario de nuestros días, pero que carece del ritmo y energía necesarios para atrapar al lector, que acaba por tener la misma actitud hacia la novela que su protagonista respecto de la realidad que lo circunda.
Emilio González Bou
TIZA
Eugenio Asensio
Primera edición: marzo, 2014
Editorial Playa de Ákaba
ISBN: 978-84-941451-6-2
275 páginas
Desde mi punto de vista la novela mantiene la tensión y la intriga nos acompaña en forma de nube negra durante toda su lectura.
ResponEliminaLas conversaciones no son de ningún modo forzadas ya que en ellas crecen los dos personajes, protagonista y antagonista, perfilando en cada encuentro su extraña relación.
En cuanto a la lectura, no deja indiferente, al contrario, nos hace reflexionar ya que nos sitúa, entre toques de humor, ante el reflejo del desencanto y la decepción por la vida.
¿Los diálogos forzados? Desde mi punto de vista no solo son excelentes e imprescindibles, sino que sobre ellos se sustenta toda la historia y le dan al tono un ritmo in creciendo hasta el clímax final, muy al contrario también a lo que indica el señor González Bou.
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