Durruti y Ascaso, líderes anarquistas durante la dictadura de Primo de Rivera, decidieron huir a Sudámérica y atracar bancos con los que financiar su organización. A partir de ese instante de la historia, Jorge Diaz construye la novela 'La justicia de los errantes' una novela histórica de elevado interés, sobre unos acontecimientos poco conocidos.
¿Quiénes fueron los Errantes y cuál era su idea de justicia?
Tras la Primera Guerra Mundial se crearon varios grupos de anarquistas para combatir a los pistoleros del Sindicato Libre, financiados por la patronal en Barcelona. Uno de los más importantes es el de Los Solidarios. En palabras de su fundador, Joan García Oliver, “los mejores terroristas de la clase obrera”. Los Solidarios, probablemente el grupo más acostumbrado a la lucha armada, estaba formado entre otros por Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso. Son anarquistas, partidarios de la acción directa y la “expropiación” de bienes burgueses. Con motivo de su periplo sudamericano deciden cambiarse el nombre para llamarse “los errantes”. Son gente de su época, una época violenta en la que los anarquistas han decidido no esperar a que las cosas se les den hechas, las cogen por su mano.
La Guerra Civil y la dictadura son temas muy recurrentes en la literatura y ficción españolas y, sin embargo, los años veinte apenas han sido novelados. ¿Qué lo llevó a elegir ese periodo histórico? En definitiva, ¿cómo surge la idea de escribir La justicia de los Errantes?
Son épocas muy atractivas desde el punto de vista literario. España no tiene nada que ver con lo que es en la actualidad, se trata de un país sumamente injusto, ha perdido su imperio, ha llegado tarde a la industrialización, a la reforma agraria… Mi idea es que la creatividad se dispara cuando no hay orden. Desde el punto de vista de un escritor los mejores momentos se producen cuando cada vida individual es una guerra con el entorno social. Desde 1898, cuando se pierde Cuba, a 1939, cuando acaba la Guerra Civil, la situación española da de sí para miles de novelas… La justicia de los errantes es la que yo vi más atractiva para escribir.
Hay un trabajo previo de documentación muy importante, ¿cuáles han sido las fuentes de la novela?
Decenas de libros y artículos de periódicos. Semanas de visitas diarias a la Biblioteca Nacional leyendo uno tras otro todos los libros que encontraba sobre anarquismo y sobre la época. Y una mención muy especial a la biografía de Durruti de Abel Paz; fallecido, desgraciadamente, pocas semanas antes de empezar a documentarme.
El libro lo protagonizan dos personajes reales, como fueron los anarquistas Durruti y Ascaso. Del primero se ha conservado mucha documentación y del segundo apenas hay rastro. Y no obstante, Ascaso tiene un papel más protagonista, si me permite decirlo. ¿Por qué le resulta más interesante Ascaso que Durruti?
La justicia de los errantes es una novela. Con esto quiero decir que hay mucha ficción, muchos momentos inventados. En ese sentido la abundancia de documentación, tan útil para reflejar la época, me resultaba contraproducente. La vida de Durruti, u especialmente su muerte, está documentada hasta la saciedad. Ascaso, más desconocido, me permitía más licencias. Por eso lo escogí a él. Además Durruti es un mito, mucha gente tiene una idea perfectamente forjada sobre él. Ascaso es un personaje más oscuro, duda más, piensa más… Es mucho más interesante si lo que se quiere es usar la imaginación.
En su libro aparecen personajes reales -Durruti y Ascaso- y también inventados, como el tercer protagonista de la trama el policía Valenzuela que persigue a los Errantes. ¿Está Valenzuela inspirado en algún personaje de carne y hueso?
En ninguno, afortunadamente, ¿os imagináis que existiera alguien tan negativo? Crear personajes es apasionante y, dentro de estos, los malos son los más agradecidos. Quería alguien a la altura de los personajes históricos: idealista, decidido, complejo… Alguien que pudiera adelantarse a sus acciones porque pensara como ellos… Creo que es uno de los mejores personajes de la novela, por lo menos es con el que mejor me lo he pasado al escribir.
También es ficticia Paz. Sin embargo creo que es tan empática y nos identificamos tanto con ella y con sus dudas que rara vez me la cuestiona ningún lector. Todos la consideran necesaria en la historia, una especie de “si no existiera habría que inventársela”.
Desde un punto de vista literario, ¿qué le atrae más: novelar a partir de personajes reales o sobre los ficticios?
Lo atractivo es la mezcla. Llegar a un momento en que, con alguno de los personajes, no recuerdas si es real o lo creaste tú. Reconozco que me ha pasado con los anarquistas que acompañan a Ascaso y Durruti en su recorrido por Chile. Sé que uno de ellos es real y al otro lo inventé, pero no soy capaz de decir cuál es cada uno.
En una novela como la suya en la que se narran hechos históricos reales y mezcla, a la vez, personajes ficticios con históricos ¿Qué es más fácil: escribir sobre lo real o hacer que lo ficticio parezca real?
Infinitamente más fácil hacer que lo inventado parezca real. Lo inventado suele tener lógica, la realidad es caprichosa, exagerada, ilógica. Ya se sabe el dicho, “la realidad supera la ficción”. Muchas veces lo más increíble, en mi novela y en otras muchas, es lo real. Una vez más, lo atractivo es mezclar, crear un mundo que sólo existe en la novela y que se impregna de su lógica interna.
¿Es La justicia de los Errantes una novela de aventuras una especie de road movie moderna o incluso un western crepuscular?
Es una novela, quiero creer que es una novela buena. Si después queremos ponernos a etiquetar, podemos usar esos términos. Sí que tiene elementos de road movie, también de western. Yo siempre tuve en la cabeza que estaba escribiendo una novela de aventuras, “una del oeste”, con buenos que no son buenos, malos que lo son, persecuciones, tiros, carreras y una chica por medio. Pero también que quería sacar de todo eso un producto adulto y con matices ideológicos. Creo que lo he logrado.
Cristina Guarro
La justicia de los Errantes
Autor Jorge Díaz
Sello PLAZA & JANÉS
Año 2012
ISBN 9788401352270
Páginas 464
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