La primera emoción que recojo al
visualizar e interiorizar en mi mente el conjunto de los poemarios de Xose
López, es una algazara de rubores, agitaciones y desconcierto impropio de la
realidad que nos espanta de muchos otros poetas (mal bautizados, según mi
opinión) conceptuales. Sin duda la singularidad del artista es algo único en
cada obra y momento, pero la poesía contiene en sí misma la magia de lo
universal, una sustancia que alimenta al alma, como un “ladrón” de emociones al
que poco le importa descuidar las formas, o el fondo, si su realidad es
regalada al mundo sin atañer valoraciones más allá de la emoción propia que se
pueda obtener.
Xose López es poeta. Reconozco que jamás
había leído nada de él, ni siquiera conocía de su existencia. Reconozco que
“andaba” un poco desilusionado con la poesía contemporánea… salvando
particularidades. Reconozco que la poesía, como alma errabunda, es una ramera
que no se casa con nadie, que tiende a dejar sin aire a cualquiera que intente
dibujar un hermoso horizonte a base de florituras y adornos. Pero también sé
reconocer, y reconozco, el sabor apacible de la sorpresa, la enorme alegría que
se siente al descubrir a un nuevo talento al que admirar, un poeta al que seguir.
Llegaron a mí estos poemarios del poeta Xose López casi como un regalo de
cumpleaños. Con la misma emoción que se siente al acercarse el desconcierto a
nuestros recuerdos, los fui destapando gota a gota, sin intentar desentrañar de
sus versos más nada que aquello que brotara en mi interior, sin prisas. Son
cinco libros, más o menos de la misma extensión, con títulos que mueven al
lector a mirar a través de la imaginación del rapsoda que los lea, sea quien
sea éste. Son cinco poemarios que se atreven a viajar juntos, pero separados por
diferentes destinos.
El poeta López hiere con
sus heridas, nos deja el amor absoluto, incauto, ingenuo, inexperto, inocente…
“(…) Confío en ti como confiaba en dios
cuando creía en él...
con la intensidad de la noche que no
desvanece,
con
la inmensidad de dos ojos grandes que no paran nunca de mirarme.(…)”
nos miente
descaradamente, se ríe de nosotros, nos observa con una mirada a oscuras y nos
habla de absurdos que también hieren…
“ (…)El divorcio era inevitable...
—no sé que hubiese ocurrido de habernos
casado—. (…)”
el poeta nos
“sobreavisa”, pone fin a la irrealidad, también nos llena de esperanzas, nos
anima, rompe las especulaciones como sólo los poetas y la simpleza pueden hacer…
“(…) Fingidos son los besos que no se
sienten. (…) “
lo reconoce, reconoce
las palabras que dejan metralla en el juicio…
“ (…)Los
niños humillados del mundo
no crecen como los demás niños,
ellos siempre verán humillación
en todo acto que no les satisfaga.
Lo reconozco:
pocas tragedias tienen el calibre de la
aquí descrita. (…)”
pero sobretodo
vive, no desmerece su vital emoción de sentir dolor, en buscarlo, en trasmitir
la esencia del dolor ausente, del banal destino …
“(…) No hay peor dolor que el que no se
siente,
que el que todavía está por venir,
que el que se intuye. (…)”
José Antonio Castro Cebrián
Colección de 5 poemarios:
'Para Dena Boop'
'Breves aproximaciones a alba'
'Membrillos en tumba de papel'
'Plegarias, poemas y llantos'
'La soledad de los poemas acelerados'
Autor: Xose López
Ediciones Dédalo
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