Con su debut en el mundo editorial, la periodista conocedora de las altas finanzas españolas Gabriela Cañas, nos trae una novela estremecedora en la que una ejecutiva todopoderosa es asesinada en un supuesto atraco en su coche. Pero su hermana una abogado más dedicada a su familia que a su oficio, junto con su hija, que ya da los primeros pasos en la dirección de empresas, cogerá las riendas para investigar que hay detrás del crimen, tratando de que las adversidades no les hagan rendirse sin llegar al final. En el contexto de un Madrid donde el capital y el poder se concentran y donde el misterioso incendio de las ‘Torres Windsor’ parece esconder más de lo que parece. En una novela de ritmo furioso que aporta un soplo de aire fresco al panorama de suspense español, que no hay que perderse.
¿Cómo nació la idea de escribir esta novela?
Sentí la necesidad imperiosa de escribir una historia de ficción cuando regresé al periodismo después de dos años trabajando en Moncloa. Supongo que sufría un cierto síndrome de abstinencia, y ello a pesar de que en aquella época me dediqué a escribir largas entrevistas para El País Semanal, lo que me entusiasmaba. Corría el año 2008, el año del estallido de la crisis financiera que todavía nos tiene atrapados, de modo que la lectura de las crónicas económicas empezaron a desvelarnos a muchos un mundo desconocido de engaños, manejos financieros y pelotazos que muchos ignorábamos; al menos con tanta crudeza y obscenidad. Todo eso fue lo que me llevó a la idea de escribir una novela negra, de intriga, en torno a lo que estaba sucediendo. El recuerdo, tan vivo, del incendio de la torre Windsor y todo el halo de misterio que lo rodeó era una pieza que encajaba en mi proyecto a la medida porque también aquel suceso tan espectacular estaba relacionado con el mundo financiero.
Habíamos leído novelas de personas poderosas sin escrúpulos, pero parecía que en España no pasaran estas cosas...
Sin embargo, han pasado. Nuestros niveles de delincuencia son similares a los del resto de los países civilizados. Los poderosos españoles son también igual que los poderosos de otros lugares. Como ellos, también demuestran gran habilidad para salir indemnes de sus actos. Lo vemos a diario. A veces solo lo vislumbramos a través de las crónicas periodísticas. Aquí, como en cualquier otro lugar, se roba sin rubor, se autoadjudican comisiones, sueldos y retiros multimillonarios mientras se deja caer la empresa y se envía a decenas de personas al paro. Somos testigos de ello. Es verdad que en mi novela se da un paso más, pero, sinceramente, hay que ser muy ingenuo para creer que ese pasito más es tan difícil de recorrer.
¿Son las mujeres que se mueven en el mundo de las finanzas más frágiles por estar en minoría?
Por supuesto. Las mujeres no han alcanzado en los centros de poder la masa crítica suficiente como para sentirse tan arropadas y cómodas como los hombres. Su fragilidad es evidente. De algún modo, en esas altas esferas se mueven todavía en un mundo prestado, masculino, con normas y maneras que les son ajenas.
¿Se aclararon alguna vez la presencia de las sombras humanas de las Torres Windsor el día del incendio?
No. El juez que instruyó el caso para dilucidar si se trataba de un incendio fortuito o intencionado llegó a la conclusión de que aquella noche o, mejor dicho, aquella madrugada había dos personas en la torre mientras los pisos superiores ardían como teas. Concluyó, por tanto, que no eran sombras ni un efecto óptico, como dijeron al principio los bomberos. No se investigó más porque el juez consideró que, en cualquier caso, la presencia allí de dos desconocidos no era relevante para lo que se investigaba: la intencionalidad del incendio. Así que nunca se supo quiénes eran, qué hacían allí jugándose la vida o qué documentos se llevaron (si es que es eso lo que pretendieron).
¿No teme que pueda parecer al que vea el título de la novela, que su trama es una especie de ‘Coloso en llamas’ y hacerse una idea equivocada?
No lo había pensado, pero es posible. En todo caso, el título hace referencia a aquel incendio, pero también al fuego abrasador y destructivo de una ambición mal encauzada. Así que creo que el título condensa bien las ideas que sustentan esta trama de intriga en la que me interesan especialmente las reacciones de unos personajes que descubren un mundo tan fascinante y complicado como el de las esferas del poder y el dinero.
Recientemente ha salido la noticia de que en España se sale del trabajo dos horas más tarde que en Europa ¿Cómo a la protagonista Rosa puede sucederle a muchas mujeres que pierdan una gran carrera por querer vivir en familia, si no se arreglan los horarios en las empresas y la conciliación familiar?
Me encanta que te hayas fijado en ese detalle. Una de las razones por las cuales las mujeres están en desigualdad de condiciones con el hombre en el mundo laboral es su resistencia a entregar todo su tiempo al trabajo, algo que muchos hombres hacen sin valorar lo que pierden a cambio. En España, esto es especialmente dificultoso para las mujeres porque aquí prima la presencia física por encima del mérito o el talento para resolver las cuestiones importantes de manera sencilla. Hay una extraña cultura que tiene relación directa con la baja productividad española. He vivido cinco años en Bruselas. Allí, en las instituciones europeas, es mal mirado el funcionario que se queda haciendo horas por la tarde/noche. Consideran que se trata de una persona incapaz de sacar su trabajo adelante durante el horario habitual. Aquí se premia al que calienta la silla, de modo que no se delega ni se hacen equipos ni se agilizan los trámites. Es un juego en el que entran muchas mujeres, pero otras muchas se resignan, prefieren no competir y tener, a cambio, vida privada. Claro que sospecho que muchas tampoco tuvieron nunca la oportunidad de competir realmente por un sueldo mejor.
¿El hecho de que procedemos de una dictadura hace tan solo 36 años, hace que aquí la corrupción empresarial sea mayor?
No lo creo. Lo que sí creo que sufrimos todavía es una cultura muy negativa respecto a lo público, que no sentimos como propio. Pagar impuestos, por ejemplo, es una obligación relativamente reciente y hay demasiada gente que sigue pensando que es injusto o que paga más de lo que debiera (lo que no es cierto, al menos si comparamos con países de nuestro entorno), de modo que el fraude fiscal nos asfixia. Otro ejemplo es lo poco que nos escandaliza la malversación de caudales públicos, como si llevarse comisiones o adjudicar millones a un empresario amigo no fuera robarnos la cartera a todos. Que los políticos corruptos sigan contando con el favor de los votantes lo demuestra.
Dado que usted trabajo en Moncloa ¿Se ha tenido que morder la lengua para no revelar secretos?
Suena un poco fuerte eso de los secretos, pero mentiría si dijera que nunca me tuve que morder la lengua. Hay detalles a los accedí por el cargo que ocupé sobre los que considero que debo ser discreta.
Dicen que esta es su primera novela publicada, no escrita ¿Piensa sacar las otras a la luz?
No. Las otras las tengo en casa y las considero un ejercicio previo. Me interesa más escribir historias nuevas, diferentes.
¿Y hacer continuidad en estos personajes nuevos?
Eso es lo que más me apetece. Lo mejor de la ficción es que los personajes cobran realmente vida y, a veces, toman decisiones por su cuenta. Protestan cuando intentas ponerles en una tesitura que no toleran o cuando evolucionan de un modo que no va con ellos. Es una experiencia fantástica y aleccionadora. Suscribo la frase de Juan Gelman en una entrevista de hace un par de años: “El libro se hace solo. Uno escribe para enterarse de lo que le pasa. Nunca sabes lo que querías decir hasta que lo has escrito”. Quizá tome prestado a algunos de los personajes de ‘Torres de fuego’ para intentar enterarme con otra novela de lo que pasa.
Torres de Fuego
Gabriela Cañas
ISBN: 978-84-9918-359-6
Publicado: 17/10/2011
Páginas: 352
Roca Editorial
Gabriela Cañas
ISBN: 978-84-9918-359-6
Publicado: 17/10/2011
Páginas: 352
Roca Editorial
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