El festín de la vida, debut literario de J. Ryan Stradal, resulta ser a la postre una biografía no autorizada de Eva Louise Thorvald, una reconocida chef americana que con diez años se ganaba la vida criando Habanero de chocolate en el armario de la casa de sus supuestos padres.
Pero para llegar a saber quién es Eva, primero debemos conocer su pasado más reciente, que aparece en los primeros capítulos del libro.
Gustav y Elin Thorvald tuvieron tres hijos: Jarl, Sigmund y Lars. Este último entró a trabajar en 1987 en Hutmacher’s como cocinero. En octubre de ese mismo año conoció a Cynthia Hargreaves, con quien un año después contrajo matrimonio estando ésta embarazada. Eva Louise Thorvald nació un dos de junio de 1989 pesando más de cuatro kilos. Un mes después de dar a luz a Eva, Cynthia comenzó a trabajar como asistente de Sumiller en el restaurante. Debido a su trabajo los viajes eran constantes en su día a día. En uno de ellos, junto a Jeremy St. George, el verdadero sumiller del local, no volvió a casa. Cinco semanas después de su marcha, Lars recibió una carta donde su mujer le confesaba que no estaba hecha para ser madre, que emprendía un viaje a Australia o Nueva Zelanda, que no fuera en su búsqueda y que en breve un abogado le haría llegar todos los documentos del divorcio, concediéndole la custodia de Eva, según sus propias palabras era mejor no tener madre que tener una mala madre, así como la plena propiedad de todo lo que hubieran compartido.
Sí, Lars se quedó solo con su hija, pero jamás culpó a Cynthia de ello. Es más, siempre optó por que Eva no conociera nunca la verdad sobre su madre. Ni que la había abandonado, ni que murió según una llamada de la policía de Sydney en un accidente de tráfico pocos meses después de haber llegado al país australiano.
Lo que no contaba Lars es que antes de que su hija cumpliera el año de vida, él estaría muerto.
Jarl y Fiona pasaron a ser los padres de Eva en ese momento. Hasta entonces solo habían hecho de canguros de su sobrina, pero tras la muerte de sus padres no dudaron en hacerse cargo de ella. Eva siempre creció con la idea de que Jarl y Fiona eran sus verdaderos padres y que Lars y Cynthia eras sus tíos muertos.
Randy y Braque eran los hijos de Wotjek Dragelski y Amy Jo, hermana esta última de Fiona, así que a los ojos de todos, Randy y Braque eran los primos de Eva. Las únicas personas en el mundo que la entendían.
Hasta tal punto de pedir ayuda a su primo para solucionar unos problemas en el colegio, Randy pasó un tiempo en prisión y era temido, y escaparse de casa para acabar en la habitación de su prima en la Universidad de Evanston.
Sí, El festín de la vida es una novela coral, donde todos y cada uno de los personajes secundarios se convierten en principales cuando el autor aborda sus historias personales. Resulta como un sistema solar. Eva es el centro de todo y a su alrededor orbitan el resto de personajes, pero ciertamente si no existieran esos personajes planeta, el sol no tendría razón de ser, pero a la vez sin sol esos planetas no pueden vivir.
Eva acaba siendo una excelente chef que prepara cenas espectaculares junto a un equipo de personas que tienen más en común de lo que ellas se creen, y la lectura de la novela desvela todos esos puntos en común.
El festín de la vida no habla de comida, aunque lo hace, y unas cuantas recetas adornan muchas de sus páginas; no habla de la familia y sus lazos, aunque es ella la que sostiene a los personajes; El festín de la vida habla de las casualidades, de Vidas cruzadas, como aquella maravilla de Robert Altman, basada en unos cuentos de Raymond Carver, del camino hacia la edad adulta, de la posibilidad de convertir tu sueño en realidad aunando fuerza e ilusión.
El festín de la vida emociona, divierte, enseña y demuestra que aun existen escritores inteligentes, frescos y sorprendentes.
SALVA G.
Título: El festín de la vida
Autor: J. Ryan Stradal
Traducción: Isabel Murillo
Editorial: Maeva
Edición: 1ª edición, abril de 2017
Número de páginas: 360 pp.
I.S.B.N. 978-84-16363-79-7