Dieciocho meses y un día, es el tiempo que pasará Sabina Lamer, afamada pintora afincada en Peñíscola, encerrada en su amplio ático del casco antiguo de la bonita localidad costera, tras sufrir un duro golpe en su vida: el asesinato de Lola, su mejor amiga, a manos de Eugenio, su entonces marido, mientras estos arreglaban los papeles del divorcio por maltrato continuo.
A su enfermedad la llaman agorafobia.
Sabina es incapaz de cruzar el umbral de la puerta de su loft, pero está convencida de que el asesino de su amiga, en prisión provisional a la espera de juicio, será encerrado de por vida y por fin podrá salir de su casa sin sentir ese pánico que la acecha.
Pero tras el veredicto final del jurado, gracias en parte a la declaración de su nueva novia, Amalia, a Eugenio lo absuelven, hecho que desata el odio en Sabina hasta tal punto que desde ese instante solo busca venganza, aunque ella la llama justicia, quiere tomarse la justicia por su cuenta y acabar con la vida de ambos, Eugenio por lo que hizo y Amalia por encubrirlo.
Alrededor del planeta Sabina giran otros astros igual o más protagonistas que ella: Lucas, su marchante de arte y amigo, un homosexual desinhibido que enarbola la bandera gay con mucho orgullo y que se autodenomina maricón, nada de homo, ni de gay, maricón con todas las letras, quien vela tanto por la carrera, como por la salud de Sabina en estos tiempos difíciles que les tocó vivir, desde que tuvo lugar el suceso, el asesinato a sangre fría por parte de Eugeniodisparando a la cabeza a su mujer en plena calle, Sabina no solo dejó de pintar, si no que se dejó física y personalmente. Haría cualquier cosa por ella; Dimitri, un ruso de veinticinco años que además de pasear a Dalí, el perro que comparte piso con Sabina junto a Gala, su gata, ejerce de ¿Prostituto? ¿Chico de compañía?, no está claro, lo único cierto es que comparte escarceos sexuales con la pintora por dinero y le hace de chico de los recados; Fátima Durán, psicoterapeuta que ayuda a Sabina con su enfermedad y que acierta todo aquello que le pasa por la cabeza de Sabina hasta tal punto que le aterra que leyéndole de esa forma su pensamiento descubra su intención de acabar con la vida de dos personas. Por supuesto es la doctora la que se mueve hasta el ático de Sabina ya que esta no sale para nada del mismo; Silvia y Penélope, sus dos hermanas, la mayor y la mediana respectivamente. Fue Silvia quien ejerció de madre para Sabina, diez años más joven y que llegó de improviso, al fin y al cabo nadie pensó que Felisa y Pedro, sus padres, aún compartieran cama para que eso ocurriera. Así que Silvia pasó a desempeñar las funciones de madre para Sabina, a sobreprotegerla y estar siempre encima de ella. Haría cualquier cosa por ella; Roberto y Griselda. El primero de ellos fue amante de Sabina antes de que un accidente le dejara con la conciencia de un niño de diez años, la segunda, es una colombiana que cuida de él todos los días excepto los domingos que libra y deja a Roberto en casa. de Sabina para que cuide de él en su día libre. Por supuesto Roberto también haría cualquier cosa por Sabina.
Paz Castelló (Alicante, 1970) consigue con estos ingredientes en su tercera novela, tras La muerte del 9 y Mi nombre escrito en la puerta de un váter, convencernos desde el inicio de la misma, la frase inicial de Nietzche y la dedicatoria de la autora, son toda una declaración de principios básica, retratando con absoluta precisión quirúrgica lo que siente Sabina encerrada en su ático en un caluroso y sofocante verano.
La novela ganó el Premio Letras del Mediterráneo 2018 y es un grito a favor de todas aquellas personas que también sufrieron la violencia de género en sus carnes aunque no fueran ellas las víctimas directas de ello. Tras cada muerte por violencia de género existen otras personas que también mueren, aunque esa muerte venga dada de otra forma, en este caso Sabina encerrada en su ático resulta una muerta en vida ya que no hace nada.
Con un giro completamente inesperado al final de la novela y con un final absolutamente cinematográfico, ese fundido en negro con o sin sonido, eso queda abierto a los principios éticos de cada lector, resulta más nouvelle vague que un ciclo de películas en la Filmoteca de Godard, Truffaut y Resnais juntos, pero que indudablemente resulta altamente convincente, dramático y desgarrador.
Digámoslo ya, Dieciocho meses y un día es una novela notable, llena de luces y sombras, que expone con una exactitud aplastante tanto los problemas mentales de la protagonista como la vida de aquellos que sufrieron violencia de género, más allá de la víctima en primera persona. Pero además de todo eso, Castelló, la autora de la misma, escribe y con ello describe de manera real los hechos, con lo cual por momentos nos sentimos igual de inquietos que la protagonista, igual de útiles como Lucas, Dimitri o Roberto, cada uno de ellos en su papel, o cansados, doloridos y sin ganas de vivir como la propia Sabina, que lucha día tras día con sus propios demonios.
Soledad, depresión, horror, terror, miedo, venganza, amor, justicia, amistad…son sensaciones que viven los personajes y que viviremos nosotros, mientras dure la lectura de Dieciocho meses y un día, pero sobretodo disfrutaremos de una novela bien escrita, con cariño y amor, y mucho respeto.
Levantémonos y dediquemos un fuerte aplauso a Paz Castelló por su sensibilidad y por su inesperada dedicatoria a esas víctimas olvidadas de esa lacra llamada violencia de género.
SALVA G.
Título: Dieciocho meses y un día
Autor: Paz Castelló
Editorial: Umbriel
Edición: febrero de 2018
Número de páginas: 283 pp.
I.S.B.N. 978-84-16517-00-8