Banco de sangre dice algo y su contrario. Como la sordidez y la ternura que su autor encontró al ver las imágenes captadas por la fotógrafa Nan Goldin para su libro The ballad of sexual dependency y que sirvieron de primera inspiración para poemas, personajes y situaciones.
Poemas de la soledad y la búsqueda, lugares cercanos y extraños, habitaciones, almacenes, ventanas desde las que ver aviones y, al mismo tiempo, tu reflejo en lavabos azules. Televisores encendidos en estancias donde las máscaras se colocan sobre animales heridos. Una espiritualidad buscada y no encontrada en el último templo posible, el cuerpo, los sentimientos.
Carlos Zanón (Barcelona, 1966) es poeta, novelista y crítico literario y musical. Su obra narrativa ha sido traducida y editada en Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia y Países Bajos. Como poeta debutó con El sabor de tu boca borracha (1989). Como novelista lo hizo en 2008 con Nadie ama a un hombre bueno, a la que siguieron Tarde, mal y nunca (2009, Premio Brigada 21), No llames a casa (2012, Premio Valencia Negra), Yo fui Johnny Thunders (2014, Premio Salamanca Negra, Premio Novelpol y Premio Dashiell Hammett) y Marley estaba muerto (2015, Premio Dashiell Hammett). Colabora en Babelia, El País, El Periódico, El Mundo, ABC, Rock de Lux y Ruta 66.
Tengo que confesar que cuando un libro me gusta, acabo comprándolo a pares. Uno para profanar, subrayar y señalar y otro para tener impoluto. En el caso de este libro he comprado más de dos. En realidad lo he regalado un montón de veces. Y lo he regalado porque es una maravilla, no vayan ustedes a pensar mal. Los libros malos no se regalan, se tiran por la ventana o a la chimenea, en el caso del detective Pepe Carvalho, un ejemplo que aquí viene al caso, además.
Reseñar poesía es complicado. Y en este caso más, porque la buena poesía no es reseñable, o por lo menos, una se pregunta muchas cosas al hacerlo que resultan difíciles de transmitir en un papel. Porque la poesía de Zanón es efímera y a la vez, inmutable; es hermosa y a la vez, desgarrada. Es personal y a la vez, universal. Por eso es tan buena, porque encierra todas las características que hacen de una obra poética algo sobresaliente. Y sobre todo, la poesía de Carlos Zanón es dolorosa como un golpe al hígado de Muhammad Ali. Y es la transmisión de ese dolor lo que más dificultades presenta a la hora de hacer una buena reseña, el lector puede verse sobrepasado de emociones y olvidar la técnica narrativa, el ritmo, el dominio que el autor tiene a la hora de utilizar las palabras como si fuera el rasgueo de una guitarra eléctrica.
Un ejemplo: en el poema “Viejas fotos”, el uso de las cacofonías “rectangular”, “recortar, estropear, voltear, tratar de insertar” produce un efecto de movimiento musical que de inmediato te hace ver la imagen exacta de lo que se quiere expresar. Crear una imagen fotográfica mediante la palabra en un poema es algo harto complicado y aquí hay un ejemplo de técnica que puede pasar desapercibido al dejarse llevar por todo el abanico de emociones complejas que desgrana Zanón a lo largo de los 33 poemas que componen el libro. No creo que el número 33 sea casualidad: la edad de Jesucristo casa con las múltiples referencias religiosas que salpican aquí y allá los textos, y que tienen su máximo exponente en “El tiempo no será libre”, en una de las frases más significativas: “Nadie asesinó a Dios. No fue necesario: bastó con asustarle”.
Alguien dijo de Carlos Zanón que era nuestro Lord Byron resurrecto en Barcelona. Si eso fuese cierto, este poemario sería más del estilo “Darkness”, el famoso de “Tuve un sueño que no fue del todo un sueño” que del brillante y luminoso “She walks in beauty”. Los versos desprenden soledad, abandono, huida, imposibilidad de amar, fugacidad de momentos hermosos como el de “La cabeza mojada sobre tu muslo en la piscina” frente a la desesperación desgarrada de “y grito cualquier palabra que no contenga ni una sola letra de tu nombre” y ese desgarro es el hilo conductor de los 33 poemas. Aquí no hay lugares complacientes, ni versos de puerta de wc, ni amores húmedos, ni polvos dulces. Aquí lo que hay es la sustancia de la que está hecha la verdadera poesía moderna: estamos solos en la gran ciudad, solos y sin dioses, y es esa soledad, la que impone este mundo de coches, metros, grandes superficies comerciales y amores de hotel barato, la que nos desgarra por dentro. La buena poesía es eso, desgarro, abismo y algunas gotas de redención insuficiente y por tanto, todavía más cruel.
Por eso, uno de los libros que compré está lleno de anotaciones, subrayados, gritos e imprecaciones, y es porque Zanón sabe lo que tiene que hacer cuando escribe poesía. Golpear el hígado como Muhammad Ali, siguiendo las órdenes de Galeno, pues todos sabemos que el amor, las pasiones, no están en el corazón: están en el hígado.
Y si después de todo, no les convence esta reseña, da igual. Les convencerá el propio autor con sus versos; Les dejo un ejemplo de los puños de Zanón, rápidos, precisos y contundentes:
“TODO TU MIEDO
Mete todo tu miedo, todo,
absolutamente todo ese miedo
en una bolsa de plástico
y respira de él, de madrugada.
Ese miedo que te revienta el pecho, las arterias,
los dedos de la mano.
No voy a engañarte:
no conseguirás mucho
pero al amanecer,
si cierras rápido y bien la bolsa,
te darás cuenta mientras acaricias
el lomo del dragón frío
que no había tanto peligro
como miedo en tu corazón”
Nieves Abarca
Banco de Sangre
CARLOS ZANON
2017
Nº de páginas: 88 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: S.L.U. ESPASA LIBROS
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788467049138