Nada más comenzar la representación, el público salta en júbilo al oír las primeras palabras del monólogo. Todos conocemos al gran monologuista y esperamos que demuestre su poderío. De nuevo consigue enloquecer al público desde las primeras palabras de la función.
Sentado en un sofá, acompañado por una mesita y el micrófono, comienza su monólogo ante la expectación del público. Cabe decir que, ya en la espera de que comience la representación, la música que suena, la visión del escenario, la entrada gota a gota del público que abarrota la sala, nos predisponen a ver una obra genial que, bien seguro gustará a todos.
Y tras esa certeza, Toni comienza a hablar, con esa verborrea con que está dotado, sin parar, atrevido, osado, locuaz e insultantemente mordaz sobre un tema, ya de por sí, atractivo y excitante: las follamigas. O los follamigos, que también existen.
Entre carcajadas y risas, nos realiza un discurso desternillante de cómo deben ser las relaciones de follamigos, dónde se deben practicar y cuál es la manera de conseguir tener amigos de esa índole para poder disfrutar del sexo puro y duro, sin ningún tipo de reparo ni condicionante. Sexo por puro placer, gratuito, manteniendo las amistades y sin ningún tipo de atadura.
La grandeza de Toni Moog es la de plantarse en un escenario y poder disertar sobre este tema durante casi una hora y media sin que ninguno de los asistentes pueda dejar de reír como locos. Únicamente, durante un breve espacio de tiempo, su monólogo es interrumpido por Miquel Boira, otro gran humorista que, a pesar de entrar en escena en el punto álgido de la representación, consigue reconducir al espectador a su monólogo y le hace disfrutar tanto como nuestro protagonista. Su historia, que viene enlazada con los follamigos, es tan o más divertida que la anterior, y produce las mismas carcajadas que, durante toda la actuación de estos dos grandes del humor, no dejan de sonar en la sala Pepe Rubianes del Club Capitol.
Y encima tienes la posibilidad de ganar una cena con Toni Moog (y lo que surja). ¿Qué más se puede pedir?
Francamente divertida, incisiva y provocadora, esta obra es altamente recomendable para todo aquel que desee pasar un rato desternillándose de risa. Eso sí, abstenerse los puritanos, beatos y santurrones.
Rosa Mingorance.
TONI MOOG
CLUB CAPITOL
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