dimecres, 9 de desembre del 2015
'Iron Maiden Deconstrucción' - Juanjo Ordás
Iron Maiden Deconstrucción es un libro que odiarás o amarás, pero que no dejará indiferente a nadie, sobre todo a los fans de la mítica banda británica Iron Maiden.
Juanjo Ordás (Madrid, 1979) crítico musical, su firma se ha visto y se puede ver en publicaciones como Efe Eme, Popular 1, Rolling Stone o Muzikalia destripa disco a disco, canción a canción, toda la obra de los ingleses, incluyendo los trabajos paralelos de sus miembros, Bruce Dickinson, Adrian Smith y por fin Steve Harris, haciendo de este ensayo una extensa, minuciosa, singular, comprometedora y discutible crítica de, no solo, todos y cada uno de sus discos de estudio, si no de sus giras y de sus álbumes en vivo.
Iron Maiden son sin lugar a dudas y por derecho propio, la banda de Heavy Metal más grande de todos los tiempos. Olvidémonos de Metallica, el término Heavy Metal se les queda pequeño, tanto en sus inicios, más cercanos al Thrash Metal que al Heavy Metal, por mucho que su batería fuera un fan del famoso movimiento llamado New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), como a día de hoy, la banda perdió toda la fiereza de sus inicios y suenan bastante más Hard Rock que otra cosa, Motorhead, ellos siempre fueron una banda de Rock and Roll básico, tocado a cien por hora, pero rock and roll, así se encarga Lemmy, su líder, de anunciar a la banda en todos y cada uno de sus conciertos nada más presentarse, Manowar, quienes defienden el falso metal allí donde vayan pero que últimamente parecen un chiste de ellos mismos, AC/DC, beben más del clásico Chuck Berry que de las sonoridades más duras, o Van Halen, estos sí son la principal banda de Hard Rock de la historia. Así que sí, solo queda Iron Maiden enarbolando la bandera del Metal en todos y cada uno de sus discos o conciertos.
En Iron Maiden Deconstrucción se habla de sus tres cantantes: el primerizo Paul Di’Anno, el clásico Bruce Dickinson, y el olvidado y erróneo Blaze Bailey, cantante y líder de Wolfbane, pero que con Maiden no llegó a cuajar, de sus guitarristas, desde Dennis Strattton, hasta la vuelta de Adrian Smith, de sus baterías, desde el malogrado Clive Burr, hasta el actual y poco valorizado Nicko McBrain y por descontado, del creador del monstruo: Steve Harris, bajista del grupo, y líder absoluto dentro y fuera del escenario y del estudio.
Ordás reconoce que Seventh son of a seventh son, el séptimo disco de la formación, editado en 1988 es el mejor, la obra cumbre de la banda, algo en lo que podríamos estar de acuerdo, pero también asegura que Piece of mind (1983) y Powerslave (1984) contienen material de relleno, palabras con las que aunque respetamos podríamos discutirlas.
Por no hablar de los palos que le da a canciones como Alexander the Great, To tame a land, Quest for fire, The duellist o Back in the village, que tilda de mediocres e incluso ridículas.
Tal vez ahondar y profundizar tanto en el sentido de las mismas hace perder la perspectiva de lo que debe ser una canción: un entretenimiento.
Resulta desmoralizador para un servidor, amante de la banda desde sus primeros días, leer que Tattooed millionaire (1990), el primer disco en solitario de Bruce Dickinson resulta una obra entretenida pero desordenada, grabada sin presión y por pura diversión, la confección del repertorio es demasiado variada, y produce un álbum desarticulado que no atiende a ninguna filosofía, cuando tras su salida, no solo se convirtió en mi disco favorito del año, si no que siempre lo idolatré hasta extremos enfermizos.
Sí, Ordás tal vez meta el dedo en la llaga, hable más de lo debido en muchas ocasiones, pero lo hace todo ello con conocimiento de causa y con argumentos más que plausibles. Es cierto que vivir un hecho y una época marca, y está claro que Ordás no vivió todos estos hechos, al fin y al cabo su primer disco de la banda fue Fear of the dark de 1992, más concretamente su tema Be quick or be dead, así que es difícil si no estás en el contexto adecuado ver la profundidad de esa música, pero sus pensamientos casi filosóficos hacen de él un verdadero amante de la banda, capaz de hablar alabanzas de uno de sus temas, como criticar sus movimientos internos (que Janick Gers siga en la banda no lo entiende, más allá del compañerismo reinante entre los músicos, ya que musicalmente aporta poco al grupo)
Iron Maiden Deconstrucción es en definitiva un pensamiento personal de un periodista fan de la banda y como tal se debe ser tomado, pero es un trabajo que debe ser admirado por el esfuerzo hecho en su realización y como bien se dice en su inicio, imprescindible tener todos y cada uno de los discos del grupo a mano para ir escuchándolos a medida que leemos sus páginas. Yo lo hice, y aunque no encontré nada que no hubiera descubierto anteriormente, ya fuera hace treinta y cinco años o hace unos meses tras la edición del último disco de La Doncella: The book os souls, sí que tuve la oportunidad de comprobar lo grandes que fueron, son y serán Iron Maiden para el mundo del Heavy Metal en particular y para la historia de la música en general. ¿Quién no tiene una camiseta con Eddie, su icónica mascota en ella, o no llevó su imagen en las carpetas del colegio en E.G.B.? Por Dios, su Live after death es un pilar básico en la historia del género y los discos en directo.
SALVA G.
Título: Iron Maiden Deconstrucción
Autor: Juanjo Ordás
Editorial: MILENIO
Edición: 1ª edición, marzo de 2015
Número de páginas: 220 pp.
I.S.B.N.978-84-9743-680-9
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He leído el libro hace poco y en general estoy bastante de acuerdo con esta reseña; es una obra muy trabajada e interesante, que te hace ver la historia y obra del grupo desde nuevas perspectivas, pero es demasiado categórico a la hora de cuestionar los temas que no le gustan. Primero se tira el rollo diciendo que va a desmitificar ciertos discos, pero luego hace lo fácil: Alaba los temas más populares y se mete con los menos conocidos; poco arriesgado, vaya. Atrévete a reconocer que algún clásico tampoco es para tanto, o que está sobrevalorado (a mí me pasa con "2 Minutes to Midnight", por ejemplo). Pero bueno, será su gusto y es respetable, pero tal y como lo explica parece que no se puede dudar de ello, por mucho que al principio se haya quitado de encima la responsabilidad con la nota inicial en la que dice que son opiniones personales y no verdades absolutas; luego no lo expresa así. La facilidad y carencia de argumentos con la que despacha mi admirada "Quest of fire" es sencillamente insultante. Puedo estar también en desacuerdo con "To Tame a Land" o "Alexander the Great", pero al menos en estas se explica un poco más. Y claro, una vez establecida la criba, construye los demás argumentos en base a ella: En las giras, el grupo comete un error cuando incluye alguna en el repertorio de las "malas", y un acierto incuestionable cuando entran las buenas, luego ya ha dejado de ser una opinión, porque parece basar ese nuevo juicio sobre los conciertos en hechos ya demostrados, habiendo olvidado esa nota aclaratoria inicial.
ResponEliminaAhora bien, hay que reconocerle el mérito de haber elaborado un análisis tan completo; a mí el libro no me produce sensación de "amor" ni "odio" como se dice el inicio de esta crítica, simplemente no comparto ciertas opiniones ni menos la forma categórica en que se expresan; un poco de humildad lo habría mejorado. Pero me ha gustado más que disgustado.