dilluns, 7 de novembre del 2016
'El río sin descanso' - Gabrielle Roy
Voy a ser sincera. Este libro se me hizo un imprescindible desde el momento en que vi su preciosa ilustración de portada. Pensé que una cubierta tan hermosa no podía contener más que maravillas.
Por otro lado, en sus tres años y medio de carrera, la editorial Hoja de Lata ha demostrado un pulso selectivo ecléctico y cuidado que ha llegado para quedarse y cubrir necesidades lectoras básicas como libros que da tanto gusto mirar -tocar- como leer, oferta interesante y amplitud de miras. Creo que a estos jóvenes editores, como a mí, les pierden las buenas historias.
Siguiendo con la sinceridad os diré que fui una lectora precoz por amor a estas historias. Las exóticas, por exóticas y las cotidianas, por cotidianas. En éstas me veía reflejada y en aquéllas podía verme reflejada y en todas aprendía algo del mundo, de mí o de ambos.Y en el caso de El río sin descanso, se da una conjunción de escenario lejano y vivencia cercana que tan profundamente te refleja en contadas ocasiones.
El norte de Canadá entre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam se nos antoja un ámbito remoto en forma y fondo aunque sea el hábitat natural y único universo conocido de sus habitantes. Para los inuit que viven allí, ese mundo de corrientes heladas, pelado de vegetación, es inherente a su esencia, a su vida y a su muerte, y los cambios que conlleva la presencia del hombre blanco -por bienintencionada que esta sea- no dejan de ser un escollo que sortear o ante el que ceder. Entre las páginas que nos ocupan, la mayor parte de estos escollos se salvan con un finísimo sentido del humor que denotan una sabiduría como sólo podemos encontrar en sus manifestaciones más sencillas y por un dejarse llevar por aguas que, propias o ajenas, nos superan.
El río sin descanso merece ser leído con mimo por tantas razones como lectores lo sostengan en sus manos. Por acercarse a una escritora marcada por un multiculturalismo y un bilingüismo que, lejos de empañar su mirada, afina su olfato para la verdad subyacente de las escenas y se nos muestra profundamente dotada para simplificar la belleza y la verdad sin empequeñecerla. Por imbuirse de un modo de vida que, por austero, es tan inmenso que sólo cabe en una especie de magia antropológica cuántica. Por disfrutar de una naturaleza que pinta de escarcha el rostro que se zambulle entre sus páginas. Por gozar de una ironía y un tono poético que, lejos de excluirse, se esquejan en una especie fragante y nutritiva.
En El río sin descanso hay que sumergirse sin prisas y dejarse mecer por el ritmo de sus corrientes. El volúmen lo abren tres cuentos que nos ayudan a adaptarnos a la temperaturas de sus aguas antes de la zambullida en la novela que da título al libro. Estos cuentos, agrupados como Tres novelas esquimales, nos sitúan ante un extraño lienzo (extraño por lo ajeno al lector de estas latitudes, pero también por lo esquemático de su naturaleza) impresionantemente abstracto y aparentemente vacío para que, ante esa falta de comodín geográfico, podamos participar más plenamente de la experiencia del autoconocimiento y la perplejidad que algunos objetos ajenos nos provocan. En estos relatos, lo ajeno carece de categoría moral y se postula como punto de inicio de un viaje de experimentación y reflexión que, como cualquier viaje que se precie, se balancea entre la vida y la muerte: luchar contra la enfermedad o aceptar nuestra transitoriedad; abrazar la novedad, rechazarla, integrarla, conocerla o despreciarla; reconocer la vida que se desea; dejar de dar por sentado lo que se necesita.
A este nivel también se mueven los personajes de El río sin retorno, el relato. Arraigados hasta el desarraigo o viceversa, pocos son capaces de apreciar la felicidad que realmente pueden albergar entre sus manos mientras lloran la que se les cuela entre los dedos, y es sobre ambos que leemos. Sin prácticamente más aditamento que la experiencia vital, Gabrielle Roy, planta ante nuestros ojos unos personajes de una sencillez apabullante y de una sinceridad brutal que en contadas ocasiones se enfrentan a la vida porque no conciben la vida como un adversario. Desde la mujer que descubre la ducha al tratarse el cáncer en un hospital del sur y comprueba que lo que ellos consideran el glorioso sur es el inclemente norte de otros, a la que acepta el regalo de un hijo excepcional en su rubiez, pasando por el alboroto que genera una silla de ruedas sobre un terreno en el que apenas puede moverse o la distracción que supone la llegada del teléfono a casa de un anciano, entre las páginas de este libro encontraremos, si la aceptamos, belleza y verdad a partes iguales.
A veces, lo confieso, elijo los libros por su portada. Con este acerté de pleno. Y ahora sé que la portada que tanto me atrajo pertenece al catálogo de Nunamar (www.nunamar.com) y que no podría ser más adecuada.
SAMEDIMANCHE
Título: El río sin descanso
Autor: Gabrielle Roy
Traducción: Luisa Lucuix
Editorial: Hoja de lata
Colección: Sensibles a las letras
Páginas: 268 pp
Primera edición: 2016
ISBN: 9788416537082
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