Es cierto que son más de setecientas páginas, que su tempo,
de velocidad crucero, unidos a un paisaje conocido y a unos personajes que a
pesar de ser la cuarta novela conocemos de sobra, a alguno que otro le puede
echar para atrás. Pues quizá sea cuestión de confianza o quizás no, como diría
un gallego, pero a mí me llevó terminarla tres días ahora que leo poco.
Igual supe o pude disfrutar del camino, de las preguntas sin
respuesta y las otras que hacen surgir más preguntas, de la apacible
desesperación de quién se sienta a contemplar el paisaje cuando tiene prisa y
no le importa. En realidad y según avanzaba, me daba igual quién había matado a
Mónica Andrade y dónde estaba, es más, ya creí saberlo cuando me quedaban más
de doscientas páginas y me dio igual, hasta me resistí a llegar a la última
temiendo que Domingo Villar me hiciera esperar otro poco de ese tiempo que el
aprovecha hasta echarme a los ojos la siguiente de Caldas.
En fin, es probable que esto no sea crédito suficiente para
los indecisos, para los adictos a Domingo Villar, que los hay y muchos, no hace
falta añadir ni una coma y más después de todo este tiempo de espera.
Alguno podría añadir a todo esto, incluso que las novelas de
Domingo Villar no son novela negra, pues bien, yo paso de discutir eso y afirmo
con mucha rotundidad y probablemente poca autoridad, que es literatura de la
buena, porque este hombre sabe escribir y sabe vertebrar una buena historia
dosificándola a base de diálogos precisos, a veces contundentes, de personajes
creíbles y entrañables, plenos de cotidianeidad y quizás si o quizás no, sea
esto lo que pueda convertir la novela de Villar en algo que si no es negro,
resulta muy oscuro.
José Ramón Gómez Cabezas
El último Barco
Domingo Villar
Siruela,
2019
ISBN 9788417624279
712 pag.
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