El espejo de nuestras penas, la última novela que nos brinda el reconocido Pierre Lemaitre, deja esta vez de lado el género negro por el que el autor es mundialmente conocido, y supone el fin de la trilogía conocida como “Los hijos del desastre” (Nos vemos allá arriba y Los colores del incendio son las anteriores), que narra el periodo de entreguerras en Francia.
En la novela que nos ocupa,
Lemaitre nos presenta cuatro historias que discurren de forma paralela durante
la rápida ocupación de Francia por parte de la maquinaria nazi, eficaz,
disciplinada y despiadada, ante un ejército francés que se revela absolutamente
inoperante. Cuatro historias, como decía, en las que asistimos desde diferentes
puntos de vista, que al final son siempre el mismo, al éxodo de once millones
de franceses, pero también belgas y luxemburgueses, que abandonan todo en una
huida para escapar de los horrores de la guerra. Formando parte de esa riada de
exiliados hacia Orleans, encontramos unos personajes que quizás no lleguen a
convertirse en inolvidables, al menos algunos de ellos, pero sí dejarán cierto
poso en el lector.
Por un lado, Louise Belmont, a
quien ya conocimos de niña en Nos vemos allá arriba, ahora es una joven maestra
que lleva unos cuantos traumas sobre sus hombros, y que además trabaja de
camarera en el restaurante regentado por Jules, un jefe algo irascible al que
el enfado se le pasa tan rápido como le llega pero de buen corazón, más cuando
se trata de su empleada.
Conoceremos también a Gabriel,
honesto y cumplidor, y al vividor Raoul, soldados destinados en la línea
Maginot, construida tras el fin de la I Guerra Mundial con el fin de detener un
posible ataque alemán, que cayó de forma estrepitosa en pocos días obligando a
sus defensores, entre ellos nuestros dos hombres, a huir precipitadamente.
Otro de los personajes que nos
acompañan en el viaje es un estafador llamado Desiré Mignault, dotado de
portentosa labia y encanto personal para llevar a sus semejantes a su terreno,
encargado, entre otras delirantes ocupaciones que se suceden en el tiempo para
las que no está realmente capacitado, de la información falsa que el ministerio
de interior francés proporciona a los periódicos para mantener alta la moral del
país.
Por último, Fernand, guardia
móvil, y su mujer Alice, delicada del corazón y profundamente enamorada de su
marido, que se verá obligada a partir con la caravana de exiliados mientras
Fernand debe permanecer en París con el encargo de vigilar la destrucción de
millones de francos con el fin de evitar que caigan en manos del ejército
alemán primero, y de conducir hacia el sur a una columna de presos después.
Todos ellos, decíamos, seguirán
sus propios caminos para llegar a confluir en un mismo punto, una experiencia
vital marcada por una época terrible, en la que cada uno descubrirá su
verdadero yo. El final peca de un cierto buenismo, con unos protagonistas a los
que, tras los traumáticos sucesos que se ven obligados a vivir, las cosas no
acaban de salir mal a ninguno de ellos. Incluso verán el futuro con un cierto
optimismo, por mucho que la guerra, en 1940, no haya hecho más que comenzar y
queden aún cinco largos años para ver su final. Aunque eso ellos, claro está,
aún no lo saben.
Si han leído las anteriores
entregas de esta trilogía, si disfrutaron con ellas, El espejo de nuestras
penas no les defraudará. Si no, es una novela entretenida, aunque no aporta
nada que no se haya contado ya. A veces, tampoco se le pide más a un libro.
Alberto Pasamontes
El espejo de nuestras penas
Pierre Lemaitre
Salamandra
Nº de páginas: 448
Traducción de José Antonio Soriano Marco
Editorial: SALAMANDRA
ISBN: 9788418107337
Año de edición: 2020
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