Francisco Bescós (Oviedo, 1979) es publicista y escritor. En 2014 gana el premio Ciudad de Carmona de Novela Negra con El baile de los penitentes (Almuzara). En 2016 publica el thriller cómico El costado derecho (Salto de Página). Con El porqué del color rojo (Salto de Página), recibe los premios Pata Negra, Cartagena Negra y Novelpol a la mejor novela negra publicada en 2018. Pero sobre todo y a pesar de todo, es padre, no perdón: Padre, así en mayúscula, tal y como su hija Paulina le llama en Las manos cerradas, la primera incursión en el género ensayístico y autobiográfico del ovetense, un doloroso documento que narra los primeros años de vida de Paulina, una encantadora niña con parálisis cerebral irreversible en su primera infancia provocada por la falta de oxígeno al cerebro el día de su nacimiento, minutos después de que su hermano Chisco viniera al mundo.
Bescós cuenta en boca de Paulina, todo un ejercicio narrativo ya que esta es incapaz de pronunciar palabra, no solo el día a día de su vida, sino la lucha diaria que debe afrontar una familia con un hij@ que precisa de cuidados las 24 horas del día. Sin duda esa voz, la de Paulina, que Bescós saca de lo más profundo de su propio ser, dota a Las manos cerradas de la fuerza necesaria para no caer en la ñoñería, dejando claro lo mucho que cuesta y lo fuerte que debe ser uno para seguir adelante con su vida.
Hay en Las manos cerradas dos partes bien diferenciadas. O al menos dos discursos antagónicos.
El primero cuenta la vida familiar de Bescós. Todo aquello que el nacimiento de Paulina trajo. Cuando uno espera una cosa y recibe otra. Las inquietudes de un padre que sabe que morirá antes que su hija, es ley de vida, un hecho al que denomina “La Maldición” y que le hace escribir que le daría más tranquilidad en la vida saber que morirá una hora más tarde que su hija.
El segundo discurso es puramente el ensayo, allí donde Bescós reivindica la educación especial en este país, y critica, con datos precisos, los recursos públicos destinados a la “atención temprana”, entre otras muchas cosas.
Las manos cerradas cumple su objetivo, mostrar un ejemplo sin pretender ser ejemplar, como bien dice el autor, las personas con discapacidad son todas distintas, y lo que vale para los que pueden expresarse, no vale para los que tienen un alto grado de discapacidad.
Impactante a la vez que lumínico, resulta el capítulo que dedica Bescós a la superación personal, al famoso: “si quieres, puedes”. Crítico e inapelable. Pero mostrando todas sus cartas sobre la mesa.
Tampoco quiere ser el Héroe de esta historia, por mucho que Paulina se torne en la Princesa del relato. Bescós, es más el Padre que se desvive por su hija, pero ni a eso le da importancia, qué padre no se desvive por su hija, pregunta sorprendido el propio autor.
Las manos cerradas se presenta como un relato íntimo, con sus dudas, su rabia, su dolor, su llanto, sus eternas y duras preguntas sin respuesta, con una sinceridad que en ocasiones nos desmonta por dentro, pero que admiramos en toda su amplitud, pero Las manos cerradas también ofrece ternura, risa, alegría, agradecimiento y orgullo.
Bescós ha dado voz a Paulina de la forma más natural, sincera y emotiva del mundo y desde aquí agradecemos a ambos la posibilidad de haber conocido su historia, al igual que anteriormente conocimos la de “Llullu” vía Màrius Serra en Quieto (Anagrama), Cris vía Andrés Aberasturi en Cómo explicarte el mundo, Cris (La Esfera de los libros) o la de Pacho vía María Antonia Puerto en Memoria de un ángel (Ediciones B).
Las manos cerradas está indicado y dirigido para todo persona que haya sentido amor por alguien sin buscar nada a cambio. Amor sincero e incondicional.
SALVA G.
Título: Las manos cerradas
Autor: Francisco Bescós
Editorial: Silex ediciones
Edición: 1ª edición, octubre de 2020
Número de páginas: 333 pp.
I.S.B.N. 978-84-7737-545-6
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