Traducción: José Aníbal Campos
Editorial: Seix Barral
Edición: 1ª edición, septiembre 2011
Nº de páginas: 539 pp.
I.S.B.N.: 978-84-322-0946-8
En 1962, Sankar, pseudónimo de Mani Shankar Mukherji, uno de los novelistas más leídos en la India contemporánea, editó “Chowringhee”, la novela que casi medio siglo después tenemos entre manos, gracias a la labor de Seix Barral.
Chowringhee es el barrio cosmopolita de Calcuta. En sus calles se erige la imponente fachada del hotel más antiguo y lujoso de la ciudad, el Shahjahan. Su interior alberga infinidad de historias, que golpean a humildes trabajadores, llenos de sueños, ricos huéspedes, o visitantes ocasionales.
Esas pequeñas historias son las que Shankar nos explica en sus más de quinientas páginas, como si de un “Las mil y una noches” se tratase o más recientemente “El contador de historias”, Sankar hilvana una tras otra con una sutileza digna de reseña, historias conmovedoras, divertidas, trágicas, pero todas ellas explicadas desde el punto de vista de un joven que entra a trabajar en dicho hotel.
De su puño y letra, conoceremos esas historias, que pasarán a formar parte de su vida primero y de la nuestra después, y que nos explicarán cómo se vive en un hotel de lujo, teniendo en cuenta que el libro fue escrito en 1962.
Podríamos decir que tranquilamente la novela está construida sobre cuatro historias completas, salpicadas por retazos de otras para darle algo más de sabor. Con esto quiero explicar que tras unos cuantos capítulos, la historia que nos están explicando llega a su fin, pero que tras ella, comienza otra, la cual ya conocíamos anteriormente, pero solo de pasada.
Realmente es algo muy loable en la forma de escritura de Sankar, puesto que cuando cierra una puerta, abre una ventana y la historia no llega a su fin, si no que sigue fluyendo hasta un segundo o un tercer final.
La novela en un principio resulta entretenida, incluso por momentos, sobre todo por la presencia de un detective privado, interesante, ya que juega con el thriller, pero es tan sutilmente que se nos olvida en seguida.
En definitiva, podría haber sido un libro más corto, ya que la esencia del mismo es de primera clase, alargarlo tanto en ocasiones puede resultar tedioso y excesivo, ya que no resulta tan misterioso como podrían serlo “Las mil y una noches”, ni tan fabulador como “E·l contador de historias” que hace volar nuestra imaginación.
SALVA G.
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