divendres, 20 de febrer del 2015
'Bassett' - Stella Gibbons
Entiendo que no todos los escritores pueden ser conocidos en todas partes, en todas las épocas, por todos los lectores. Imaginemos un fondo de catálogo riguroso hasta la extenuación y tantas posibilidades de lectura como para acabar con el afán lector de cualquiera, que desembocaría sin dificultad en una parálisis lectora al comprender la incapacidad de leer todo aquello que se nos ofrece, que siempre habrá más por leer que ya leído.
Con todo y con eso, me daría mucha pena que Stella Gibbons se hubiese quedado sin ser dada a conocer a los lectores en castellano. Así que no puedo menos que agradecer desde aquí a Impedimenta, no sólo su trabajo en general -espléndido- sino la posibilidad que nos brindan de disfrutar a autoras como Penelope Mortimer, Eudora Welty, Elizabeth Bowen, Penelope Fitzgerald, Muriel Spark, Joan Lindsay, Iris Murdoch o la que nos ocupa, Stella Gibbons, que mucho me temo que, de otro modo, apenas llegarían al público que no lea el inglés.
Reconozco que alegre, lo que se dice alegre, no es ninguna de ellas pero que los sutiles hilos tejidos de melancolía que que se entrelazan en las obras de casi todas estas escritoras no resta un ápice a su capacidad narrativa, a sus historias o a su maestría. Stella Gibbons, periodista, poetisa y novelista, practica un esquinado sentido del humor, bastante poca compasión por sus personajes y una gran capacidad para encariñar al lector con esos mismos personajes que tan amorosamente vapulea. Ya en su primera obra, La hija de Robert Post (también editada en España por Impedimenta) nos hacía reír hasta olvidarnos de penurias, descarrilamientos humanos y cosas sucias que ocurrieron en la leñera...y ahora en Basset, nos grapa una sonrisa a la cara para que no se nos transforme del todo en un rictus de lástima.
Basset es un pueblecito inglés tal y como nos imaginamos los pueblecitos ingleses: rodeados de bosques y cuidados jardines, habitado por ancianitas, escritores y algún que otro jovenzuelo algo libertino pero de buen corazón, comunicado por plácidos autobuses y atravesado ocasionalmente por algún automóvil lanzado a una demencial carrera a 30 kilómetros por hora. En él sobrevive la algo apocada señorita Padsoe, tiranizada por el servicio, venida a menos y ligada a una casa cada vez más alejada de su antiguo esplendor, que no tiene más remedio que poner un anuncio para solicitar un socio que la ayude a tirar adelante el proyecto de convertir -con todo el dolor de su corazón- su querida vivienda familiar en una casa de huéspedes. Muy cerca encontramos la mansión de los Schelling, una madre un tanto ausente y permisiva con un hijo y una hija curiosamente unidos, aficionados a las fiestas y a no reconocer más autoridad que su propia voluntad.
El anuncio de la señorita Padsoe, lo responde la señorita Baker, cuya pequeña, estrecha y estrictamente cartografiada existencia, se desmorona al quedarse sin trabajo. Por suerte, dispone de una pequeña herencia en el banco, que decide invertir antes de que se quede en nada. Su llegada a La Torre y a la vida de la señorita Padsoe es tan difícil como providencial, pero será allí donde pasemos algunos de los momentos más agradables de la novela, disfrutando de la conversión de dos extraños personajes casi miserables en dos protagonistas casi lustrosas. Paralelamente, llega a casa de los Schelling una nueva dama de compañía para la señora. La joven Queenie, educada en los más nobles ideales, comunista convencida y deseosa de amar al prójimo, sonrosado contrapunto a la brillante vida de la casa en la que trabaja.
En torno a estos dos núcleos (maravillosamente equilibrados con pinceladas de vidas anteriores, familiares, amigos y costumbres), Gibbons desarrolla una historia de rechazo, admisión y transformación en medio de un paisaje idílico plagado de espinos y mosquitos furiosos, cuyos habitantes se entrecruzan pero, en muy escasas ocasiones, se influyen. Con vidas que acaban cuando parecen que comienzan y vidas que se desarrollan y florecen cuando parecen irremediablemente mustias, Bassett nos mantiene aferrados a la lectura de principio a fin y nos empuja a querer seguir leyendo sobre personajes tan cercanos, de los que queremos saber más tanto como conocer a sus allegados surgidos de la aparentemente ligera pluma de Stella Gibbons.
SAMEDIMANCHE
Título: Bassett
Autor: Stella Gibbons
Traducción de Laura Naranjo y Carmen Torres García
Número de páginas: 320 pp
Editorial: Impedimenta ediciones
Edición: 1ª edición, noviembre de 2015
I.S.B.N. 978-84-15979-13-5
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