Lo diré desde buen principio, Muerte con pingüino, la primera novela editada por su autor, Andrei Kurkov (Leningrado, 1961) a mediados de los noventa en su país, a mediados del 2000 en el nuestro y recuperada ahora por Blackie Books este 2018, cayó en mi bandeja de entrada de lectura por el mero hecho de que el gran Nick Hornby (Redhill, Surrey, Reino Unido, 1957) aparecía en el fajín de la edición con una de sus frases. Palabra de Hornby, te adoramos señor.
Y aunque la novela de Kurkov tiene ese humor absurdo que en ocasiones salpica el trabajo del escritor inglés, tras su (rápida) lectura, podemos asegurar que Kurkov y su Muerte con pingüino tiene más en común con el cine de Aki Kaurismäki (Orimattila, Finlandia, 1957) o con la obra de ArtoPaasilinna (Kittilä, Finlandia, 1942) que con la del autor de Alta Fidelidad.
Viktor Alekseyevich Zolotaryov, protagonista absoluto de la trama, es un escrito arruinado. Está sin blanca, lo ha dejado su novia y por supuesto tras el colapso de la Unión Soviética, tiene frío. Está tan solo que acaba adoptando a un pingüino, cuando el zoo de Kiev está a punto de cerrar.
Misha, nombre por el que responde el pingüino, emperador para más señas, es un animal social, y verse viviendo solo junto a Viktor le hace caer en una depresión, casi la misma que tiene su amo. Se queda en un rincón de pie y pasa allí la mayor parte del tiempo, excepto cuando quiere comer y se mueve hasta el plato de comida, que eficientemente llena Viktor con pescado congelado.
Misha suelta suspiros melancólicos cuando chapotea en la bañera del piso de Viktor en agua helada y se encierra en la habitación como un adolescente incomprendido. Viktor quería alguien que le levantara el ánimo, le hiciera compañía y alegrara sus días, y lo que ha conseguido es doblar su trabajo, no solo tiene que animarse él mismo, sino que debe hacerlo también con su nuevo compañero de piso.
Por suerte la suerte le sonríe y encuentra trabajo escribiendo esquelas para un gran periódico de la ciudad. El único inconveniente es que los personajes aún siguen vivos cuando se redacta la necrológica.
Pero eso dura poco tiempo. Una vez editada la esquela en el diario, dicho personaje aparece muerto en extrañas circunstancias.
Lo que en un principio pudiera sorprender a cualquiera e incluso pensar en dejarlo, en Viktor no surte ese efecto, al contrario, acaba escribiendo más esquelas que nunca sin miramiento por quien es el posible muerto.
Poco a poco van entrando en la vida de Viktor distintos personajes, en muchos casos sin que él lo sepa, en más de una ocasión tras levantarse por la mañana encuentra sobre la mesa de la cocina sobres con dinero, bolsas con comida e incluso mensajes extraños, que van quedándose en su vida, como son Sonia hija del otro Misha, el socio de su jefe en el periódico, o Nina, sobrina de Sergei, un agente de policía que ayuda a Viktor un día con su pingüino. Así acaban los tres pareciendo una gran familia, un hombre, una mujer, aunque sea veinte años más joven, una niña, una mascota y una casa.
Pero no nos engañemos, Muerte con pingüino está llena de soledad y melancolía, por mucho que en ella aparezcan y desaparezcan personajes, creo que hay más entierros que en ninguna otra novela de género negro escrita jamás anteriormente, y eso es lo que Kurkov quiere destacar en su obra.
Por supuesto existen escenas surrealistas, absurdas, inconexas y esperpénticas, ya tener un pingüino como mascota lo es un poco, pero lo que hace en animalito en ocasiones roza lo absurdo, aunque más que sus hechos son las situaciones que desencadenan sus acciones y por supuesto la maestría con las que Kurkov las cuenta.
Viktor y Misha se encuentran atrapados en una trama absurda, pero en aquellos años y tal y como estaba el país, todo el mundo necesitaba un trabajo por muy violento y cruel que este resultara y había que seguir y salir delante de la forma que fuera, al fin y al cabo uno no es nadie para juzgar los actos de los demás, y Viktor no se pregunta si lo que hace está bien o está mal, simplemente actúa para su propia subsistencia.
Muerte con pingüino es una novela de género, negro, por supuesto, pero tan atípica que puede acabar como aquella banda que era demasiado Rock para los Punks, y demasiado Punk para los roqueros, en tierra de nadie, pero lo que es evidente es que tendrá su público, un lector abierto de miras, que busca algo que le sorprenda y ciertamente este libro lo hace sobre todo con su frase final digna de una película del Hollywood dorado.
Ahora solo queda esperar a que Blackie Books edite Pingüino perdido, la segunda parte de la misma para poder tener la continuación de la historia en nuestras manos.
SALVA G.
Título: Muerte con pingüino
Autor: Andrei Kurkov
Traducción: Mario Grande y Mercedes Fernández (Atalaire)
Editorial: Blackie Books
Edición: 1ª edición, enero de 2018
Número de páginas: 288 pp.
I.S.B.N. 978-8417059-46-0
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