Aquí estoy, a punto de entrar en el verano, en cuatro días el calor nos asfixiará desde primera a última hora del día, e incluiremos la noche en ello, y sigo sin Facebook. No porque esté en una ciudad como Nueva York que no tiene Facebook, si no porque decidí no tenerlo. Y aquí sigo, vivito y coleando. Lo que no pude resistir es comerme un delicioso, cremoso y brillante Donut de chocolate con un café ayer por la mañana, justo en el instante en que descubrí que el asesino es James Joyce.
No, no estoy loco, ni los calores tardíos del verano hicieron mella en mis neuronas. Solo os invito a leer o en mi caso, devorar, la nueva novela, tercera en su haber, de Romain Puértolas (Montpellier, 1975), Todo un verano sin Facebook, tras la exitosa El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea (Grijalbo/Rosa dels Vents 2014) y La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel (Grijalbo/Rosa dels Vents 2015) para entender mi corta pero explicativa introducción anterior.
Agatha Crispies, es desterrada a un pequeño pueblo montañoso de nombre Nueva York, Colorado, donde nunca pasa nada, viven 150 habitantes y su calle principal tiene 198 rotondas, y por supuesto carece de Facebook, la señal de internet no llega, desde su ciudad de origen, Nueva York, Nueva York, por un pequeño asunto sin importancia ocurrido en la Gran Manzana. Crispies es una excéntrica. Aficionada a los clubes de lectura, ella es la presidenta del más grande de Nueva York, Colorado, y a los donuts de chocolate, además de a los tíos buenos y a resolver casos de asesinatos, más que nada para conseguir un ascenso que la devuelva a su ciudad de origen convertida en una capitana experta y laureada.
Como el que tiene lugar en Woodville, el pueblo vecino a Nueva York, Colorado.
O para ser más exactos, la concatenación de asesinatos que tiene lugar en el pueblo vecino. ¿Un asesino en serie hizo su aparición? ¿Los celos y la venganza campan a sus anchas? ¿Es esta la oportunidad perfecta de Crispies para ascender? ¿Suicidio o asesinato? Todas estas dudas deberá resolverlas Agatha cuando se haga cargo de todos y cada uno de los asesinatos. Además de intentar resolver las extrañas desapariciones de los leñadores del aserradero McEnroe cuyo dueño Merlin Leroy es un tío buenorro de ojos azules y pelo rubio.
La policía utilizará el método de su afamado padre, el capitán de la Policía Metropolitana de Nueva York, John Crispies para averiguar quién pudo cometer los asesinatos: coger en caliente todo lo que nos pasa por la cabeza y anotarlo. Así conseguirá una pequeña lista de sospechosos a los que poder interrogar, espiar y arrestar.
McDonald, el sheriff de Woodville que siempre llega el primero a la escena del crimen; Frzdziwska Grzegorczyk, llamémosle mejor Wendy, vecina polaca del primer asesinado y segunda sospechosa tras McDo, como le gusta llamarle Crispies; Betty Stansford, recepcionista en el cuartel de policía y asidua al taller de punto, al fin y al cabo a Peter Foster, el primer muerto de la novela le asestaron 150 pinchazos con una aguja de hacer punto; Mieczyslaw Grzegorczyk, el marido desaparecido de Wendy, y que bien podría haber vuelto y matado a su vecino, se comenta que Foster tenía un rollo con Wendy; El Shakespeare de la tintorería, un pobre hombre que llega a la tintorería del pueblo con una camisa manchada de sangre de vete tú a saber quién recitando al clásico inglés como excusa por las manchas de sangre en su camisa y de quien Crispies no confía en absoluto; El viejo Joe, un antiguo guardabarreras en el punto limítrofe entre Nueva York, Colorado y Woodville que vigilaba a todo aquel que pasaba su por su puesto; Stefan Zweig, Ernest Hemingway y Pierre Boulle también acaban en dicha lista pero son descartados desde un principio, es físicamente imposible que ellos hubieran cometido el crimen.
Puértolas sigue divirtiendo con su escritura, que aunque parezacafrívola no lo es en absoluto. En sus líneas se aprecia la carga denunciable, en este caso la xenofobia. No en vano el Ku Klux Klanhace acto de presencia en la novela y que tan solo Crispies y su superior, Goodwinsean las únicas personas de color en todo el pueblo no sienta bien a los habitantes, siendo el sheriff McDonald el primero en odiarlos. Aunque lo que de verdad es Todo un verano sin Facebook una declaración de amor a la literatura, no solo la novela negra, aunque cuesta bastante meter en dicho saco a Todo un verano sin Facebook, si no a la literatura en general. Por sus páginas discurren grandes escritores, libros únicos o novelas de éxito, aprendiendo con ellos pequeños datos que desconocíamos. ¿Alguien sabe el nombre de la autora de Lo que el viento se levó? Solo escribió un libro en su vida, pero será recordado por los siglos de los siglos.
Sí, Todo un verano sin Facebook es divertido, pero también nos hace pensar de la forma en que nos enfrentamos a los problemas diarios en nuestra vida, cual es nuestro sitio en el mundo, y que no deberíamos ser tan talibanes a la hora de entrar en un libro y por supuesto dar la verdadera visión de cómo se trabaja en la policía a la hora de intentar averiguar un asesinato: olvidaros de las series de televisión y las películas, son pura ficción. Así haceros con él y pasar un verano leyéndolo, por supuesto, sin Facebook desayunando Donuts de chocolate con café. Será el mejor verano de vuestras vidas.
SALVA G.
Título: Todo un verano sin Facebook
Autor: Romain Puértolas
Traducción: Romain Puértolas y Patricia Sierra Gutiérrez
Editorial: Grijalbo
Edición: 1ª edición, abril de 2018
Número de páginas: 381 pp.
I.S.B.N. 978-84-253-5639-1
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