A sus 34 años, la periodista Mia Kobayasi, no está en su mejor momento. Ni en el plano personal, ni en el plano sentimental, ni mucho menos en el plano profesional. Claro que la culpa de todo ello la tiene una única persona: Nick Pulaski.
Nick le robó la exclusiva sobre el vertido de metales pesados de un laboratorio de balística al río Potomac. Ya lo dicen: no mezcles placer con trabajo. Nick era un maldito encantador de serpientes y Mia cayó en sus redes. Hasta el fondo. Nick vendió la exclusiva de su novia a la CBS.
Nick pasó a ser el flamante presentador del informativo de las ocho en la CBS y Mia tiene un nuevo puesto en la sección de Cartas al Director del Washington Post. Degrada en su trabajo y con el corazón roto. Además a traición.
Y para colmo, hace nueve meses que murió su padre. De su madre mejor no hablar. Al poco de morir su querido padre, su madre ya estaba con otro hombre. Y eso Mia no lo perdona.
Pero la suerte llama a su puerta. Eugene Compton, jefe de redacción del diario tiene un chivatazo y quiere que Mia investigue. Aquel caluroso agosto de 2015 Eugene volvía a confiar en Mia y la enviaba directamente a Japón, el país nativo de su padre, el país al que hacía 16 años que no viajaba y que sin duda le traería muy buenos recuerdos.
El candidato a la presidencia de los Estados Unidos parece que está recibiendo dinero ilícito de Japón. Eso se debe investigar.
Tiene un contacto en Japón: Otaro Matsuda del Asahi Shimbun. Pero no solo pasa de ella sino que la trata despectivamente. Por suerte encuentra una cómplice en el diario japonés: Ryoko Fujiwara. Ésta se siente igual que Mia. Ambas son menospreciadas por no haber nacido en Japón y si Ryoko es una zainichi, Mia es una Gaijin.
Utsuki Watanabe, Sucesos, Jiji Press.
Este es el contacto que Ryoko da a Mia.
Watanabe es un periodista de raza. De los que pisan el terreno. Aquellos que conocen los bajos fondos al dedillo. Y aquellos que no dudan en adentrarse en aguas turbulentas.
Así que no duda en ayudar a Mia. Aunque las intenciones explicadas por ésta distan mucho de la realidad.
La investigación de Mia se centra en el pachinko. Quiere saber todo respecto al famoso juego japonés. Pero Watanabe no se lo traga. Finalmente Mia debe confesar la verdadera razón de su viaje.
Watanabe le pone en contacto con Takehiro Fujimoto, el único policía honrado que conoce el periodista, lástima que a día de hoy ya esté jubilado tras cuarenta años de servicio dedicado al cuerpo.
Mia acaba descubriendo la existencia de dos clanes mafiosos, uno dirigido por Sato Hattori, la quintaesencia de la Yakuza más tradicional, el otro por Ren Hosokawa, quien representa la modernización de la mafia japonesa. El clan Suginami-rengo y el clan Itabashi respectivamente. El primero una escisión del segundo. Parece ser que Ren quiso matar a Sato. Por suerte un hombre de Sato salvó a su jefe. Ahora Sato siempre está junto a él. O él junto a Sato. Su nombre: Samurái.
Hattori conspira junto a Toshiro Takeda, jefe del clan Suita-kai en una reunión secreta, acabar con Hosokawa, se la tiene jurada desde que intentó acabar con su vida. Y casualmente Mia está en esa reunión. Era el centro del nyotaimori. Una periodista de raza que no duda ni un momento en hacer lo que sea con tal de tener una exclusiva. Aunque esto acabe siendo llenar tu cuerpo desnudo inerte en una mesa con sushi para unos very imporutantu customer.
Ya se lo dice Fujimoto cuando Mia pide entrar en contacto con la mafia: se está usted adentrando en un terreno muy peligroso.
Y efectivamente, así es.
Tras la cena y su entrada en el Glass Geisha, uno de los pocos hostess clubs apartado del histrionismo de Kabukicho durante dos noches, su vida da un vuelco. Primero, tras salir la primera noche del local y ser asaltada por dos tipos con pinta de pandilleros. La segunda cuando una redada policial hizo que saliera despavorida del local. En ambas ocasiones el mismo hombre le salvó la vida.
El mismo hombre que estaba picando a la puerta de su habitación en el hotel y que le apremiaba a recoger sus cosas y salir corriendo junto a él.
Y sí, este hombre no es otro que el Samurái.
Ambos acaban en una casa perdida en la montaña, ella sin poder salir, él saliendo lo mínimo posible. Excepto que ella no cumple su palabra y cuando el Samurái deja la casa un momento ella sale a pasear por el bosque.
Allí están a salvo. Eso es lo que él le dice a ella. Pero ella tiene claro que el jefe del Samurái le envió a buscarla para acabar con su vida.
Finalmente y tras salvar por tercera vez la vida de Mia, ahora está apunto de caer por un barranco tras una salida no programada del refugio, ambos caen rendidos a su encantos.
Durante días viven un intenso amor, lleno de pasión, lujuria y deseo.
Hasta el día en que los esbirros de Hattori, con Keisuke Matsumoto a la cabeza encuentran su pequeño nido de amor.
Tras una pelea, Mia consigue escapar en coche, dejando al Samurái a merced de sus agresores.
Todo esto lo sabemos gracias a Mia, protagonista de la primera parte de la novela. No en vano el título de la misma lleva su nombre.
Es cuando da inicio la segunda parte del relato, de título Kenji Hatanaka, o lo que es lo mismo, el Samurái, cuando no solo Carmen Sereno (Barcelona, 1982) nos coge y nos zarandea de arriba abajo, sino que la novela se torna interesante de verdad y vira de ser una historia romántica más, a ser un trhiller en toda regla, una auténtica novela negra.
Y pensar que por un momento pensé en dejar de leer la novela debido a la monotonía de la estada de ambos protagonistas en la maldita casa de la montaña. Graso error de haberlo hecho.
Por descontado el tercer protagonista de la historia, más allá de la Yakuza y su mundo, es Japón, una tierra milenaria llena de misterio y perfectamente delineada por la autora, que sin llegar a cansar con sus explicaciones, consigue que mientras leemos la novela estemos inmersos en el país del sol naciente. Sí, Tokyo es un protagonista más.
La novela trata del amor, sí, del periodismo de raza, aquel que cambia el mundo o intenta cambiarlo con sus artículos, pero también es una novela sobre la xenofobia, la corrupción endémica de los grandes países del mundo y de la resiliencia de las personas.
El corazón del samurái es una magnífica novela, estructurada de una forma magistral, con una historia de actualidad (¿Cuándo no es actualidad la corrupción política?) y con un regusto romántico que humedece los ojos en algún que otro instante.
Ojalá Sereno siga contando historias de Mia en un futuro.
SALVA G.
Autor: Carmen Sereno
Editorial: Suma
Edición: 1ª edición, marzo de 2024
Número de páginas: 354
I.S.B.N. 978-84-19835-53-6
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