Viaje al optimismo
Eduard Punset
Ediciones Destino
Noviembre de 2011
280 páginas
ISBN: 9788423345663
288 pag.
“—Espiroqueta, espiroqueta…¿Por qué no te quedas conmigo?—le dijo la primera célula a su compañera, que se movía con mayor rapidez gracias a sus cilios y flagelos—. Si te quedas conmigo, las dos iremos más deprisa.”
Con este diálogo de hace setecientos millones de años, Punset nos sorprende con la finalidad de mostrar lo que pudo ser el origen de nuestros ancestros multicelulares. Seguramente la espiroqueta se unió a su estimada cianobacteria filamentosa y, gracias a ese matrimonio de conveniencia, aquí estamos, intentando descifrar el “Viaje al optimismo” de nuestro evolucionado y entrañable sabio contemporáneo.
“Cualquier tiempo pasado fue peor”, sorprende leer en la introducción y volver a hacerlo en diferentes capítulos del texto, cuando revisando la biografía del autor se comprueba que nació en el 36, previamente a una guerra civil cruenta y a decenas de años de dictadura que sufriría su país. Todos tenemos resbalones, pienso, y prosigo la lectura.
En 14 capítulos con sus correspondientes epígrafes, Punset nos ilustra sobre la vida de las hormigas y las abejas; expone teorías de la crisis en la que estamos inmersos y que según él no es planetaria, tan solo específica; nos invita a mirar hacia el quásar 3C 48 como si se tratara de espiar con unos sencillos prismáticos a un vecino de la finca de al lado; teoriza sobre la soledad, la intuición, el inconsciente y las redes sociales, entre otros temas.
Es curioso y simpático que nos argumente que el uso de las redes sociales nos distingue del resto de animales. Nunca hubiera llegado a esta conclusión, aunque es bien cierto que siempre he gozado de la compañía de perros como animal de compañía y ratifico que ninguno de ellos se sacó un perfil en Facebook o en Twitter.
Como el Secreto o el Diario de Bridget Jones, Viaje al optimismo es, sin duda, un libro de autoayuda que busca provocar el optimismo tanto individual como social y, en este caso, utilizando nombres de científicos de todo el mundo y estudios curiosos que realmente sorprende que se estén realizando y, añadiría, financiando. Pero a pesar de la divulgación científica que se quiere dejar como patente, se extiende en temas obvios y ofrece verdades absolutas y refrendadas por sus doctos amigos, sobre las que habría mucho que hablar.
Que la felicidad es la ausencia del miedo, un rostro es bello cuando no aparenta dolor, que los niños no piensen en el pasado ni el futuro, o que el interés por el medio ambiente sea tan solo actual, puedo diferir, pero cuando argumenta sobre la soledad y la medicina, me distancio del señor Punset mucho más que los millones de años luz que recorreríamos hasta su estimado quásar.
Ante los estudios de uno de sus colegas, de nombre difícil de pronunciar, por los que asegura que la soledad es una enfermedad y que la depresión, en cambio, es maltratada por los médicos que atiborran a sus pacientes de fármacos, de forma rotunda le pido que no confunda a la población. La soledad puede ser un estado creativo, reconfortante… siempre que sea voluntaria, pero la depresión es una enfermedad que sufren muchos seres multicelulares y cuyo tratamiento depende tan solo de la interrelación médico-paciente. Los médicos de Familia y los psiquiatras no manejan quizás la terapia génica, en la que Punset tanto confía (yo también), pero sobre diagnosticar una depresión y tratarla, deje este asunto en manos de los profesionales y no frivolicemos, por favor.
La lectura de esta obra puede ser amena (si no se intenta leer de un tirón), sorprendente y, por supuesto, una ayuda en la búsqueda del tan necesario optimismo individual y social. Yo me quedo con la imagen de la cita entre espiroqueta y cianobacteria o la de mi Bichón Maltés luchando por resumir un mensaje en un tuit. No será optimista, pero sí divertido, y sonreír, como usted sabe señor Punset, libera endorfinas.
GRISELDA MARTIN CARPENA
dijous, 19 de gener del 2012
Viaje al optimismo - Eduard Punset
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