Con una carrera como la suya, y a su edad, no dudamos, y más después de la lectura de su última obra, tras dieciséis años desde su anterior libro, la magistral La carretera, que Cormac McCarthy (Rhode Island, 1933) reciba por fin el Premio Nobel por El pasajero/Stella Maris.
Dos novelas en una. Dos historias en una. Que no solo se entrelazan sino que se complementan y como entes únicos no podrían vivir. Narradas con ocho años de diferencia.
La historia de El pasajero sucede en 1980. En Mississippi. Bobby Western trabaja de buzo. En el mar del golfo de México con su traje de neopreno ilumina el JetStar hundido. En él hay nueve cuerpos con el cinturón de seguridad aún abrochado. Faltan la caja negra y el décimo pasajero. Cuando sale a la superficie ni él ni sus compañeros dan crédito. Y más cuando extraños sucesos comienzan a ocurrir en sus vidas. ¿El peor? Uno de sus compañeros acaba ahogado en extrañas circunstancias. Mientras la casa de Bobbyaparece pata arribas por unos agentes que nadie sabe de dónde han salido. Es en este instante en el cual Bobby emprende una huida. Y es en este preciso momento en que McCarthy cuenta la verdadera historia que se esconde tras El pasajero. No interesa saber quién es ese personaje, lo que cuenta es encontrar las respuestas a todas y cada una de las preguntas que se hace Bobby.
McCarthy sigue fiel a sus normas de estilo y sus diálogos fluyen sin marcas que los acoten como un pensamiento de sus personajes, amén de esa sequedad en su escritura que fue la guinda que encumbró a La carretera.
El pasajero / Stella Maris son obras eruditas. Física cuántica. Matemáticas. Filosofía. Todo ello bajo el paraguas de un intento de thriller fallido que tampoco busca, ya tiene bastante con la tensión que subyace en el libro, tanto de sus personajes como de las situaciones que viven.
Que el padre de Bobby fuera uno de los físicos integrantes del proyecto Manhattan que culminó en la bomba atómica tampoco ayuda mucho. Vivir con ese peso sobre tus espaldas no debe ser bueno para la mente.
El pasajero resulta claustrofóbica. Tensa. Terrorífica. Curiosa. E incluso enfermiza.
Pero a la par brillante. Lúcida dentro de su locura. Tierna. Sincera. Humana. Espontánea.
La historia de Stella Maris sucede en 1972. En Wisconsin. Alicia Western, de veinte años, ingresa en un hospital psiquiátrico por propia voluntad y con cuarenta mil dólares en su bolso. Doctorada en Matemáticas, a Alicia le han diagnosticado esquizofrenia paranoide. En sus relatos obvia siempre la historia conjunta de su hermano Bobby. Prefiere contemplar la naturaleza de la locura, buscar dónde se unen la física y la filosofía, y contar sus propias alucinaciones junto con sus sueños reiterativos.
A partir de las transcripciones del doctor en cada una de sus visitas a la paciente conocemos la verdadera historia, no solo de Alicia, sino también la de Bobby.
McCarthy pone en cuestión todo aquello que cuenta. Pregunta tras pregunta no ofrece ni una respuesta. Mezcla la locura de un personaje no solo con la lucidez del resto sino con la suya propia. Alicia está desequilibrada, tiene una mente caótica, pero tal vez sea la más sensata de todas las internas en Stella Maris.
El pasajero / Stella Maris resulta literatura de la buena. La que hace que amemos los libros. Y lleva a su autor, el esquivo Cormac McCarthy mucho más allá de donde estaba tras su último libro, si es que eso era posible. La obra respira grandeza, brilla en cada uno de sus capítulos, aun siendo oscura en su fondo. McCrathy prefiere contar cómo se sienten sus personajes que contar una historia con principio y fin vivida por esos mismos personajes.
Magistral.
SALVA G.
Título: El pasajero / Stella Maris – El passatger / Stella Maris
Autor: Cormac McCarthy
Traducción: Luis Murillo Font /Laura Segarra Vidal i Judith Raigal Aran
Editorial: Random House / Edicions 62
Edición: 1ª edición, noviembre de 2022
Número de páginas: 620 / 608
I.S.B.N. 978-84-397-4070-4 / 978-84-297-8066-6
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