Tras la Segunda gran guerra, la utilización indiscriminada de productos químicos en cualquier ámbito de nuestra vida, consiguió que la vida de las personas corra más riesgos al ingerir estos tóxicos.
Para muestra, no uno, sino dos botones.
El primero: hace unos días en la contraportada de un diario catalán aparecía Ana María de la Torre. Seguramente el nombre no les diga nada, pero ella es una más de las personas que han enfermado por culpa de los tóxicos que cada día tenía que soportar en su trabajo. Y fíjense que el tiempo verbal es pretérito, puesto que Ana María tuvo que dejar el trabajo. ¿Qué función desempeñaba en esta vida? Pues algo tan sencillo pero necesario como limpiar casas primero, desde pequeña, y ya en 1999 como camarera de piso en el hotel Hilton de la Diagonal en Barcelona después, haciendo camas y limpiando lavabos.
Tras una fumigación anti chinches con organofosfatos en el hotel, cada día que pasaba trabajando, su salud empeoraba: hormigueo en el cuerpo, ahogo, dolor de pecho, agotamiento, lapsus mentales…Pasado el tiempo en 2002 le concedieron la invalidez por accidente laboral. Tras una inspección de trabajo y salud laboral encontraron 17 piretroides más en el hotel. Ella no fue la única, pero sí tuvo más suerte que su amiga y compañera de trabajo Lola: murió de cáncer de pulmón con 49 años y eso que en Salud Laboral ya le habían advertido: tenéis todos los números para un cáncer.
Ana María sigue luchando hoy día, y quiere llegar hasta el final, si es necesario hasta el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. El porqué. Pues por haberle retirado la invalidez aun tomándose 15 pastillas diarias para paliar todos sus dolores.
El segundo: según publica la revista Science los pesticidas más usados, los neonicotinoides, están contribuyendo a la disminución de las poblaciones de anejas y abejorros. Este tipo de pesticidas ataca el sistema nervioso central de los insectos. ¿Quién nos asegura que no hacen lo mismo con nosotros los humanos? ¿La OMS y sus estudios? ¿Estudios realizados con dinero de grandes empresas que solo buscan ganancia y no calidad o salud? Seamos serios.
Toda esta introducción sirve para darnos cuenta de que un libro como el escrito por Carlos de Prada es NECESARIO para esta sociedad y más cuando por culpa de esta crisis los recortes en sanidad afectarán a todos. ¿No sería más fácil prevenir que curar? El problema de todo esto es que se gana más dinero salvando a gente que manteniéndola sana.
Desde su blog o como presidente del FODESAM (Fondo para la Defensa de la Salud Ambiental) de Prada lucha día a día contra esta plaga desde hace años e intenta llegar a más público con sus libros, que por supuesto no serán best sellers el día de Sant Jordi, pero que sin duda para una buena salud y un planeta más equilibrado, deberían serlo.
“La epidemia química” con el subtítulo de “La crisis de salud provocada por la contaminación química cotidiana” es una denuncia en toda regla a la industria química, a la sobre producción o al girar la cara para otro lado cuando el problema lo tenemos frente a nosotros. Pero también es una patada a los políticos, a las corporaciones, a las grandes empresas, a los legisladores y a todo aquel que no hace nada, sabiendo que puede hacer algo.
Como si de una enciclopedia se tratara, este nuevo libro explica sin miramientos, sin vendas en la cara y con toda su crudeza, cómo los elementos químicos que pueblan nuestro mundo están acabando más rápido de lo que nos pensamos, con él, y lo que con todos nosotros.
Sustancias químicas como el plomo, clorofluorocarbonos, el famoso DDT o el tan utilizado amianto, ya se consiguieron erradicar, aunque aun a adía de hoy, infinidad de personas aún tienen restos de DDT en su sangre, y ahora tenemos que conseguir que otras también dejen de usarse de forma tan indiscriminada como se hace hoy día.
PCBs, dioxinas, furanos, pesticidas organoclorados y organofosforados, ftalatos, bisnefol A, PBDEs, dimetilfumarato, nonilfenol, son productos químicos que entran en casa a diario e incluso convivimos con ellos y todos y cada uno de ellos resulta perjudicial para nuestra salud.
En este excepcional libro Carlos de Prada disecciona uno a uno dichos compuestos químicos y explica detalladamente los problemas y enfermedades que nos pueden acarrear convivir con ellos, si no los problemas que desde hace años están lastrando a la salud pública, cada día más frágil por culpa de los famosos recortes presupuestarios de los gobiernos.
Una obra extraordinaria, con un trabajo de investigación que nunca acabará, y es que cada día aparecen más tóxicos derivados de los productos químicos en el mundo, pero que nos previene de los existentes. Sí, seguramente sea imposible vivir en un mundo 100% libre de tóxicos, pero los que podamos evitar nuestra salud nos lo agradecerá.
SALVA G.
La epidemia química
Carlos de Prada
Ediciones i
347 pp
I.S.B.N. 978-84-96851-58-0
Mayo De 2012, 1ª edición
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