© Wilma Lorenzo |
En el principio del franquismo las novelas negra no se desarrollan al margen de la política gris que lo impregna todo, eso es lo que nos encontramos en la fabulosa 'Tiempo de siega' de Guillermo Galván.
¿Cómo ha sido
introducirse de los inicios del franquismo para escribir esta novela?
Para quien es lector asiduo de la historiografía de esa
época escribir al respecto no debe presentar demasiado problema. Ya había
escrito sobre la policía franquista de primeros de los años sesenta en “Antes
de decirte adiós”, pero hacerlo sobre 1941 significa indagar en el origen del
asunto, con las heridas de la guerra civil todavía en carne viva y los primeros
cimientos institucionales de la dictadura en construcción.
Carlos Lombardi se
encuentra en una situación muy complicada cuando es requerido a hacer la
investigación ¿Lo hace pensando en si no puedes con tu enemigo únete a él?
En absoluto. Cuando alguien se siente injustamente condenado
a doce años de prisión y lo hace picando piedra en Cuelgamuros, su primera
obsesión es la libertad. Y si la forma de conseguirla, al menos
provisionalmente, es hacer lo que siempre ha hecho, que es la investigación
criminal, no hay escrúpulos ideológicos que valgan. Lombardi no renuncia a sus
ideas y, a pesar del paréntesis, sigue siendo un convicto.
Investigar sobre un
tema que se mantiene en secreto no debe ser tarea fácil, más teniendo en cuenta
que la víctima es un sacerdote.
En la España de 1941, la iglesia católica es un pilar
fundamental del Régimen. En realidad, fue una de las grandes beneficiarias de un
levantamiento militar que bendijo sin complejos. En la posguerra recogió los
frutos de su complicidad, con un estatus de privilegio que la mantuvo por
encima de cualquier sospecha. Algunos de sus actos inconfesables han seguido
ocultos hasta hace muy poco. E investigarlos, naturalmente, era peligroso en
aquellos tiempos.
¿Cómo era la vida en
Cuelgamuros para los presos de la dictadura?
La estancia de Carlos Lombardi se produce durante los
primeros meses de las obras, iniciadas en 1941, de modo que participa en las
labores de infraestructura. Los presos eran mano de obra casi gratuita para las
empresas que se encargaron de realizar el proyecto. Era un campo de trabajos
forzados, como los cientos que había en ese momento repartidos por todo el
país, dedicados a reparar estructuras ferroviarias, construir pantanos o
excavar túneles para las vías de comunicación.
A cambio de unos cuantos años de esclavismo, redimían penas de cárcel;
aunque muchos cayeron antes de lograrlo.
¿El lector encontrará
una novela negra al uso?
Eso he intentado. Y creo que lo he conseguido. De todos
modos, no es difícil hacerlo con un escenario como la primera posguerra, donde
la ausencia de libertad, el miedo, el luto y la corrupción determinan un
ambiente negrísimo sin el menor esfuerzo por tu parte: basta con describirlos.
Empieza la novela en
la construcción de El Valle de los caídos ¿quería con ello hacer reflexionar
sobre su construcción y el significado actual de ese mausoleo?
El Valle es un símbolo, y como todos los símbolos, está
cargado de significado. Hoy, sigue siendo el escaparate, el skyline de una cruel dictadura. El Valle es la exaltación de la victoria
militar del fascismo sobre los valores de la democracia. ¿Qué mejor sitio para empezar “Tiempo de
siega”? Aunque, francamente, cuando escribí la novela, va para tres años, la
actual polémica ni siquiera había asomado la nariz.
¿Se ha encontrado a
gusto con Lombardi como para hacerlo aparecer en futuras entregas?
Es necesario un cierto enamoramiento de tus personajes para
que la novela funcione. “Tiempo de siega” es mi décima novela publicada, y
hasta ahora no me había planteado la posibilidad de secuelas. Sugerencias en
ese sentido sí que hubo, por parte de lectores o editoriales, en los casos de
“Aislinn” y “Sombras de mariposa”, pero nunca me decidí. El caso de Lombardi es
distinto, porque le veo posibilidades de continuidad. De hecho, HarperCollins
tiene los derechos para una segunda entrega que saldrá el próximo año, y ahora
mismo estoy escribiendo una tercera.
Se cuenta que el
Madrid de 1941 era una ciudad llena de espías ¿Ha influido eso en la
investigación de la trama?
Por supuesto, aunque de forma colateral. La segunda guerra
mundial transcurre paralela a la primera posguerra. Y no solo Madrid: Barcelona,
San Sebastián, Vigo, Sevilla, el Campo de Gibraltar, entre otros muchos sitios,
eran nidos de espías, sobre todo nazis. El jefe de la Gestapo en España, Paul
Winzer, se encargaba en esos momentos de la formación de la siniestra Brigada
de Investigación Social y además dirigía el campo de prisioneros de Miranda de
Ebro. No era fácil obviar a los nazis en aquel Madrid, y Lombardi, mal que le
pese, debe enfrentarse a esa experiencia.
¿Cuáles son sus
influencias literarias hasta llegar escribir una novela como esta?
Hay tantos nombres que no cabrían en una página, aunque no
me atrevería a llamarlo influencia, porque significaría que algo de ellos se me
ha quedado, y eso sería muy atrevido por mi parte. Cada buena lectura, cada
descubrimiento, te aporta algo, siquiera de forma inconsciente. Y no es
necesario apelar al género negro, que no deja de ser, en el fondo, una
convención. Por citar algunos: Galdós, Baroja, Dostoievski, Sender,
Martín-Santos, Auster, Kohout, Padura, Landero, McEwan, Coe, Grandes...
Xavier Borrell Campos
TIEMPO DE SIEGA
GUILLERMO GALVAN
2019
Nº de páginas: 480 págs.
Editorial: HARPERCOLLINS
ISBN: 9788491393191
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