“La felicidad está sobrevalorada”
La sentencia no es mía, aunque bien podría serlo, en realidad salió de los labios de Charlize Theron, la modelo y actriz sudafricana ganadora de un Oscar®. Cierto es, que escrita así, fuera de contexto, resulta harto, cuanto menos, desconcertante, sobretodo viniendo de quien viene: alguien que debido a su estatus económico y social, debería tenerlo todo y más, ergo: ser feliz.
Pero…
Como también dice Theron, es imposible ser feliz todo el tiempo, es más, necesitamos momentos de tristeza para disfrutar más de los momentos de alegría. Si nunca hemos pasado sed, no sabemos qué es disfrutar de un vaso de agua, algo tan natural en nuestro primer mundo pero a la vez tan difícil en el tercer mundo. No sabemos qué tenemos hasta que lo perdemos.
Y ese argumento es el que utiliza Marc Augé (Poitiers, 1935) en su nuevo libro Las pequeñas alegrías, la felicidad del instante.
Es cierto que Augé, persona de edad avanzada, como él mismo cuenta, vive el momento con mayor intensidad que cualquier joven de nuestros días, ya lo dicen, cuando tu vida está en la prórroga, disfrutas más de todo aquello que haces, pero sin duda Augé tiene razón en todas y cada una de sus palabras.
La felicidad total no existe. Ni siquiera, por poner un ejemplo al azar, Cristiano Ronaldo puede tenerla: sus problemas con la justicia hacen que no pueda serlo, pero eso no es todo, sus lesiones (tres meses de baja en la temporada 2008/2009 entre otras), la pérdida de la Bota de Oro (en los últimos diez años solo la ganó tres veces), o su cambio constante de pareja (hemos contado hasta quince en los últimos años) hacen de él una persona infeliz. Pero también ganar esas Botas de Oro que consiguió, esas mujeres con las que salió, o no, algunas de ellas son simples rumores, los partidos que ganó, así como las copas que consiguió en muchos de ellos y la cantidad ingente y a veces insultante de dinero que gana, le proporcionan esas pequeñas alegrías de las que Augé habla en su libro.
Claro que para el autor, sus pequeñas alegrías no son ni mucho menos las que puede tener Ronaldo, pero para él ya le funcionan: reencuentros con viejos amigos, volver a oír aquellas canciones queridas, regresar a lugares previamente visitados, o la gastronomía, particularmente un buen plato de pasta y a poder ser en Italia (aunque un servidor prefiere el risotto o el tiramisú, si hablamos de comerlo en el país peninsular).
Augé utiliza una prosa amena, directa, muchas veces tan directa que sus ejemplos siempre son personales, o sea, cuenta historias profundas e íntimas, sus propias vivencias hacen que encontremos esas pequeñas alegrías de las que habla el título del libro más cercanas de lo que nos pensamos, así parece que estemos leyendo sobre nosotros mismos y que alguien ajeno nos lo esté contando. Quién no disfruta de una buena conversación con amigos, una buena mesa, un buen concierto, obra de teatro o película, esos pequeños viajes, o simple y llanamente, estar un frío día sentados en el sofá disfrutando de la lectura de un libro ameno, entretenido, divertido, emocionante, vibrante y real como Las pequeñas alegrías de Marc Augé.
De todas nuestras vivencias, sea la que sea, siempre nos quedamos con aquellos momentos felices, de ahí que este pequeño catálogo de momentos perfectos sean la luz de nuestras vidas.
Cerraremos nuestra reseña con una frase de alguien que si no es feliz, lo disimula muy bien, el gran David Lee Roth: El dinero no puede comprarte la felicidad, pero puede comprar un yate lo suficientemente grande como para ponerse justo al lado de ella.
Pensaremos en ello.
SALVA G.
Título: Las pequeñas alegrías
Autor: Marc Augé
Traducción: Claudia Casanova
Editorial: Ático de los libros
Edición: 1ª edición, febrero de 2019
Número de páginas: 109 pp.
IS.B.N. 978-84-16222-95-7
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