Tras Las lealtades (Anagrama/Edicions 62, 2019) llega otro sentimiento por parte de Delphine De Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966), en este caso hablamos de la gratitud, bajo el título de Las gratitudes.
Michèle Seld es una anciana soltera
y sin hijos que acaba de ingresar en un geriátrico, una incipiente afasia le
hace perder progresivamente la capacidad de expresarse. Casualmente a ella,
ironías del destino, que en épocas gloriosas trabajó como correctora en un
periódico revisando artículos para encontrar en ellos erratas, incorrecciones
sintácticas, problemas de concordancia o repeticiones. Que vida más cruel.
Recibe la visita de Marie,
primero vecina después amiga. Cuando la madre de Marie se
ausentaba de su piso, Marie visitaba a Michka, así
quiere Michèle que le llamen sus amigos. Allí nació una
amistad que duró hasta el día de hoy. También la señora Danville,
la conserje del edificio donde ambas vivían visita a la anciana y le lleva
bombones.
Un tercer actor hace acto de presencia en la
habitación de Michka: Jerôme, el logopeda que
intenta con toda su profesionalidad conseguir que las palabras perdidas vuelvan
a Michka.
Pero esta no está por la labor. Su único
deseo es encontrar a Nicole y Henri, el matrimonio
que cuando ella era niña la acogieron en su casa, en La Ferté-sous-Jouarre
cuando huía por su condición de judía lejos del ejército alemán. Poniendo su
propia vida en peligro. Tan solo quiere darles las gracias. Unas gracias de
verdad. Sentidas. De corazón. Por todo aquello que hicieron por ella entre 1942
y 1945.
Marie quiere darle las gracias a Michka por
todo lo que hizo por ella cuando su madre estaba ausente, por cuidarla y
quererla como a una hija.
De Vigan muestra en Las
gratitudes, al contrario de lo que mostró en su anterior novela, Las lealtades,
cómo expresar aquello que sentimos con palabras y no solo con gestos. Mejor
decir te quiero desde el fondo de nuestro corazón que dar un beso vació y
carente de cariño para demostrar nuestro amor.
Con un estilo tan austero como el que mostró
en Las lealtades, pero más emotiva que aquella,
esta no está escrita con tanta frialdad como aquella donde parecía que cada una
de las frases de la autora fueran cortantes y afilados cuchillos, De Vigan en
un ejercicio de estilo muestra como si de una obra de teatro se tratara, tan
solo encontramos un único escenario donde los protagonistas aparecen, y es la
habitación del geriátrico, los últimos instantes en la vida de Michka.
Además el recurso narrativo de las dos voces,
la de Marie y la de Jerôme dotan de una
fuerza teatral al relato. Vemos aparecer a cada uno de ellos sin llegar a
coincidir por cada lado del escenario, no tanto como un vodevil, sino más como
una charla entre dos personas que no comparten lugar pero sí momento. También
podríamos usar el recurso de ambos actores en escena y un foco sobre ellos en
el momento de narrar su versión de los hechos. Pero esto lo dejo para el
director de escena, no quiero hacer su trabajo.
De Vigan se adentra en los sentimientos íntimos
de tres personas que tuvieron un duro pasado, todas ellas diferentes pero con
un nexo común, el estar agradecidos a alguien por los actos realizados sin
pedir nada a cambio.
Parte del mérito de la genialidad de la obra
reside en la traducción. Esas palabras que Michka confunde en
un principio y que inventa después en su traducción al español consiguen dotar
al texto de una realidad extraordinaria.
Las gratitudes cuenta más allá de una amistad,
habla del poder de la palabra en estado puro, del bien que puede hacernos
expresar todo aquello que sentimos, pero también aborda el paso irremediable
del tiempo, el deterioro del ser humano, la crueldad que representa el nacer,
instante este en el que empezamos a morir. De Vigan sabe
de lo que habla. Su tía Monique que cuidó de ella y de su
hermana cuando ambas eran niñas mientras su madre se encontraba interna en
sanatorios mentales murió a los 99 años en una residencia perdiendo el lenguaje
y siendo completamente dependiente le sirvió para dar forma no solo a Michka sino
a Marie que bien podría resultar el alter ego de De Vigan en
la novela.
Las gratitudes resulta una más que notable novela
que debería removernos interiormente tras su lectura, anotando tras ella todas
aquellas personas que nos ayudaron en la vida y nos hicieron ser lo que somos.
Padres. Tíos. Hermanos. Amigos. Y darles las gracias por todos esos momentos
compartidos desinteresadamente.
Mientras esperamos con los brazos abiertos la
edición española de Los niños son reyes,
la última novela escrita por la autora francesa, degustaremos esta pequeña
exquisitez literaria, llena de sentimiento, realidad, buenas acciones,
recuerdos, frustraciones y palabras.
SALVA G.
Título: Las gratitudes / Les gratituds
Autor: Delphine De Vigan
Traudctor: Pablo Martín Sánchez / Jordi Martin Lloret
Editorial: Anagrama / Edicions 62
Edición: 1ª edición, febrero de 2021
Número de páginas: 173 pp. / 160 pp
I.S.B.N. 978-84-339-8083-0 / 978-84-29779-17-2
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