Antes de nada, quiero dejar claro que No oigo a los niños jugar no es una novela negra. Quizás tampoco se le pueda llamar thriller, por mucho que haya un par de misterios en la trama y algún que otro cadáver. Lo digo por esa manía que tienen últimamente las editoriales de forzar las cosas y poner etiquetas sin ton ni son a historias que no lo necesitan. Porque no hace falta que una novela sea (ponga aquí la etiqueta de su género preferido) para que sea una buena novela.
Dicho esto, vamos al grano.
No oigo a los niños jugar, el último trabajo de Mónica Rouanet tras su exitosa Despiértame cuando llegue septiembre (título
también de un delicioso tema de Green
Day), es una novela eficiente que visibiliza, sin sobresaltos ni grandes
artificios, a algunos de los eslabones más débiles de la sociedad: aquellos que
sufren algún tipo de desajuste o enfermedad mental, y también los que padecen
alguna tara física que hace que sean apartados o repudiados no ya por extraños,
sino, en ocasiones (quiero pensar que la evolución de la sociedad hace que esto
suceda cada vez con menor frecuencia), por sus propias familias.
Alma (el nombre está escogido con mucho tino) es una
adolescente que ha perdido a su familia en un accidente de tráfico. Siente que,
en parte, es ella la culpable de lo ocurrido, y eso la lleva a tratar de
quitarse la vida. Por ello, acaba internada en un hospital psiquiátrico para
adolescentes, ubicado en el lugar donde anteriormente hubo un internado para
niños sordos que cerró sus puertas tras unos trágicos sucesos. A partir de
aquí, Rouanet maneja dos tramas que
comparten espacio y se entremezclan en el tiempo, y que consiguen despertar el
interés del lector y avanzan con una tensión que sube, como decía antes, de
forma gradual pero constante hasta el final.
Adicciones, miedos, paranoia, soledad… Si no estoy mal
informado, Mónica Rouanet es
psicóloga y pedagoga y trabaja con personas en riesgo de exclusión social, y
esa labor se refleja a la hora de tratar los problemas de los protagonistas con
una delicadeza exquisita, consiguiendo transmitir el sufrimiento de los personajes
hasta lograr que el lector se encariñe con ellos, incluso con los, a priori,
más “odiables” e insoportables.
Empezaba diciendo que no es novela negra, ni thriller. También que no hay grandes sorpresas ni giros inesperados. Ni falta que hace. A veces, muchas más de lo deseable, retorcer la historia tiene un final desastroso. No oigo a los niños jugar tiene la fuerza necesaria para sostenerse por sí misma sin recurrir a ningún tipo de truco de prestidigitador, y es una excelente opción para quien busque una lectura placentera sin renunciar a ciertas dosis de misterio.
Alberto Pasamontes
No oigo a los niños jugar
Mónica Rouanet
Nº de páginas: 300
Editorial: ROCA EDITORIAL DE LIBROS
ISBN: 9788418417283+
Año de edición: 2021
Fecha de lanzamiento: 06/05/2021
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